Imagen del exterior de una farmacia.
4 ago. 2019 17:30H
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"Me han mandado al carajo. Literalmente, por derivarla al médico", ha escrito la farmacéutica Womanchega en su cuenta de Twitter. Según cuenta esta profesional, no dispensó a una paciente tramadol al no tener receta para ello.
Una situación que no pareció sentarle bien a la usuaria quien mando al carajo a la boticaria, quien para hacer más graciosa la anécdota se pregunta si "en el carajo tienen mejor convenio que aquí o se cobra más".
Es una de las anécdotas que se acumulan en algunas de las 22.000 oficinas de farmacia que hay repartidas por toda la geografía española.
Otra profesional cuenta a través de esta red social que una clienta llegó a su farmacia para comprar trazodona porque la caja que tenía estaba al fondo de la maleta y no le apetecía deshacerla.
Hay quien "supera" esta anécdota. "Encargo el producto y le pregunto al cliente a nombre de quien quiere que lo guarde", a lo que el cliente contesta que "si no ha visto la tarjeta". Ante esto, la farmacéutica contesta que "no se había fijado bien", obteniendo una respuesta insólita: "¿Y por tu incompetencia me vas a hacer a mi trabajar dos veces?
Aunque no solo los pacientes son protagonistas de las historias en las boticas. Hay farmacias en las que los perros también forman parte de equipo y, por supuesto, tienen su propia tarjeta identificativa, como Kira, que es el "apoyo moral" de la oficina.
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