Hospital Clínico San Carlos (Madrid)
El reloj marcaba las 12:30 del lunes 28 de abril. Las luces del
Hospital Universitario Clínico San Carlos tintinearon por última vez. De pronto, los pasillos del centro fueron presa de la oscuridad. Sanitarios y pacientes se sorprenden, pero, en un principio, sin demasiado estrépito. Al avanzar las agujas, los nervios empezaron a apoderarse de los allí presentes. "No sabíamos que había pasado", ha señalado la residente de Enfermería Familiar y Comunitaria, Marina González, a
Redacción Médica. La penumbra se mantenía en varios sectores del edificio del principal hospital del linde oeste de la capital a las 15:00. Situación que se repetíae en sus homólogos de buena parte de España. El país se enfrentaba a
un apagón eléctrico y, por ende, el
Sistema Nacional de Salud (SNS).
González habló con este diario a las puertas del centro, junto a su compañera Clara Gómez, quien acababa de llegar para enfrentarse al turno de tarde. Ambas comentaban que
jamás se hubiesen imaginado vivir un panorama de estas dimensiones. "Esto es una nueva experiencia que no esperábamos, pero de la que aprenderemos seguro", han apostillado al unísono las
EIR, que realizan en el hospital madrileño su primer año de residencia.
En el interior del gran edificio de ladrillo, la luz que guía a plantilla y usuarios era la solar que se colaba por las ventanas.
Los pacientes se arremolinaban en las salas de espera, con dudas, mientras recibían indicaciones del equipo sanitario. Varios empleados confirmaban que el apagón ha obligado a la cancelación de varias consultas.
"Esta es una experiencia que no esperábamos, pero de la que aprenderemos seguro"
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Eso sí, se mantuvo la atención de los casos más graves, derivados a
los servicios de UCI y Urgencias. Estas son algunos de los sectores en las que había luz artificial desde un primer momento -junto al área de Enfermedades coronarias-, gracias a los generadores con los que cuenta el centro. Estos alimentan también las luces de emergencia y determinados enchufes. "Los rojos están unidos a esta fuente de energía, por lo que hay corriente. Nos han dicho que los empleemos bajo aprobación del supervisor", ha puntualizado González.
Preocupación generalizada
Teresa Rueda no dejaba hablar por el teléfono móvil. Al menos, cuando la cobertura se lo permitía. La residente forma parte del equipo de Endocrinología del centro. "La situación es horrible", ha tildado a este diario. La falta de energía i
mpide que se pueda trabajar con normalidad, lo que hace que varios de los servicios del lugar queden inutilizados. Por ejemplo,
la realización de TAC queda suspendida hasta que vuelva la luz.
A la futura especialista le preocupaban los medidores de constantes vitales, ya que pese a ir con batería, esta es limitada. También la posible sobrecarga de los generadores o el estado del departamento de Farmacia Hospitalaria, en cuyas neveras se guardan los preparados que administran a los pacientes.
"Ningún hospital está preparado para algo así. Estoy convencida de que habrá daños colaterales", ha lamentado Rueda antes de adentrarse en la oscuridad del hospital.
"Ningún hospital está preparado para algo así", ha indicado Rueda
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En aquel momento, también
preocupaba la sustitución de los profesionales. La ausencia de energía provocó el colapso del transporte público, al dejar de funcionar el metro y los trenes de Cercanías. Un escenario que se traduce en calles atestadas de vehículos y los autobuses como única forma de llegar al hospital, en caso de no contar con medios propios. "Según nos cuentan varias compañeras, está habiendo complicaciones serias para llegar al hospital", ha revelado Gómez, a quien le espera un turno laboral desconcertarte como mínimo.
Situación en centros de Atención Primaria
La oscuridad se adueñó de los hospitales, pero también de
los centros de salud del primer nivel asistencial. En las instalaciones del Servicio Madrileño de Salud (Sermas) en la calle Cea Bermúdez, la luz también ha desaparecido. Un largo recibidor en la penumbra recibe a los pacientes que se asoman. En la entrada, médicos, enfermeras y personal administrativo les comunicaban que
las citas de la tarde están canceladas.
Al igual que en la infraestructura hospitalario,
los sistemas informáticos no funcionaban. En el mencionado centro de Atención Primaria, tampoco lo hacen el resto de aparatos electrónicos, ya que no cuentan con generadores, como sí sucede en los centros de mayor tamaño. "Estamos abrumados en este momento", ha indicado Carmen -nombre ficticio-, trabajadora administrativa del centro. En este sentido, la
Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) ha agradecido el esfuerzo de todos los trabajadores del primer nivel asistencial durante una jornada complicada. "La profesionalidad de los médicos de Familia hizo que todo siguiera funcionando a pesar de las deficiencias, con el objetivo de ayudar a quien solicitó visita y atención clínica, lo cual depende del profesional y no del suministroeléctrico", han apuntado en su cuenta en la red social X.
"Estamos abrumados en este momento", ha apuntado Carmen
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María Gutiérrez es facultativa del centro de Cea Bermúdez, pero también del
Hospital Universitario Rey Juan Carlos. La titulada en Medicina ha indicado al diario que la instalación hospitalaria tiene luz gracias a los generadores. Pero, estos tampoco son eternos y están capacitados para mantener la corriente durante un tiempo limitado. "Según me cuentan, hay un comité de crisis para ver que hacer", ha indicado la médica.
Por fortuna,
la luz comenzó a volver con la caída del sol. Poco a poco, los centros recuperaban la corriente. A las 18:00, los focos del Hospital Clínico Universitario San Carlos brillaban de nuevo, como guías hacia la normalidad, tras horas de tensión. También los relojes volvieron a funcionar. Y es que, difícil es prever, que a las 12:30 del lunes 28 de abril, las agujas dejarían de girar.
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