La usuaria reconoce que llora cuando una psicóloga le pregunta cómo está.
"Vas a despertarlo y no sabes cómo reaccionará. Si es para mal te dará patadas, luchará por no moverse de la cama, escupirá, arañará... Y no lo hará como cualquier niño, porque cualquier niño te diría 'tengo sueño', él no sabe qué siente, solo que no le apetece el plan que toca". Así empieza el hilo de la
usuaria de
Twitter Lady Crocs, una madre que quiere sensibilizar a la ciudadanía con el
autismo, el trastorno que sufre su hijo: "El autismo no se cura. Es un trastorno. No preguntéis a un
padre de un
autista qué tal está: está igual. Es autista. Puede madurar, superar fases, aprender, pero no va a salir de la terapia curado".
Uno de las mayores problemáticas que pone encima de la mesa es la relación con los otros
compañeros y, sobre todo, con sus
progenitores: "Llegamos al bus, y puede que quiera subir o que se marche corriendo en dirección contraria. O que empuje a algún niño o le quite su juguete. Si ya lo conocen, los padres de los peques nos mirarán con condescendencia, intentarán sosegar a sus hijos y todos 'contentos'. Si es nuevo, nos mirarán con estupor, mezclado con el desprecio y el rechazo que debe darse a esos padres que no saben educar a sus hijos. Alguno incluso que se acerque y te informe de lo mal que se está portando tu hijo. Le dices que a ti tampoco te hace caso porque es
autista. Y te vas a trabajar con el enésimo 'ay, lo siento, pobrecillo'. No, pobrecillo, no. Que él es feliz".
La condescendencia no se queda solo camino del centro educativo, sino también en el propio
tratamiento: "Consigues llegar a la siguiente terapia. Accedes por zona de minusválidos, lo preparas allí y, si eres nuevo, te miran con desdén '¿y estos?'. Y es así porque un autista que no parece autista no es minusválido hasta que no se demuestre lo contrario".
¿Qué siente el padre?
"A veces, alguna
psicóloga, PT (
psicoterapeuta),
logopeda... te pregunta cómo estás. Y prefieres no decírselo, porque lloras. Y no quieres. Y no quieres llorar porque la gente puede pensar que sufres, o que no puedes más. Y a veces pasa, como a todos los padres. Pero asumes esa vida", cuenta en la red social la coprotagonista de la historia.
"Porque lo realmente jodido es cuando has de andar explicando siempre que es autista. Yo lo sé, y a veces le grito y a veces solo le acaricio. Pero cuando estoy fuera de casa esas reacciones son juzgadas y criticadas: si gritas, soy mala madre; si acaricias, lo malcrío. No es fácil ser padre de un autista, pero puede tener momentos muy gratificantes".
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