Sienta las bases para un ensayo destinado a prevenir tumores cerebrales en niños con NF1
MADRID, 19 (EUROPA PRESS)
Un fármaco utilizado para tratar a niños con epilepsia previene la formación y el crecimiento de tumores cerebrales en dos modelos de ratón de neurofibromatosis tipo 1 (NF1), según un estudio realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis (EEUU).
La NF1 es una enfermedad genética que provoca el crecimiento de tumores en los nervios de todo el cuerpo, incluidos los nervios ópticos, que conectan los ojos con el cerebro. Ahora, los hallazgos del estudio, que se publica en la revista 'Neuro-Oncology', sientan las bases de un ensayo clínico para evaluar si el fármaco, lamotrigina, puede prevenir o retrasar los tumores cerebrales en niños con NF1.
"Basándose en estos datos, el Consorcio de Ensayos Clínicos sobre Neurofibromatosis está considerando la posibilidad de poner en marcha un ensayo de prevención pionero en su clase", ha informado el autor principal, David H. Gutmann, catedrático de Neurología de la Familia Donald O. Schnuck y director del Centro de Neurofibromatosis de la Universidad de Washington.
El consorcio de ensayos clínicos es una red internacional de científicos especializados en NF creada por el Departamento de Defensa de EEUU en 2006 con el fin de encontrar terapias para todas las formas de neurofibromatosis. "El plan es inscribir a niños sin síntomas, tratarlos durante un tiempo limitado y luego ver si disminuye el número de niños que desarrollan tumores que requieren tratamiento", ha agregado Gutmann.
LOS TUMORES DE NF1 PROVOCAN PÉRDIDA DE VISIÓN
Los tumores más graves que padecen las personas con NF1 afectan al nervio óptico y se conocen como gliomas ópticos. Estos tumores suelen aparecer entre los 3 y los 7 años de edad. Aunque rara vez son mortales, provocan pérdida de visión en hasta un tercio de los pacientes, así como otros síntomas, como pubertad precoz. La quimioterapia estándar para los gliomas ópticos sólo es moderadamente eficaz para prevenir una mayor pérdida de visión y puede afectar al cerebro en desarrollo de los niños, provocando problemas cognitivos y de conducta.
En un estudio anterior, Gutmann y la doctora Corina Anastasaki, profesora adjunta de neurología y primera autora del nuevo trabajo, demostraron que la lamotrigina detenía el crecimiento del glioma óptico en ratones con NF1 al suprimir la hiperactividad neuronal.
El Consorcio de Ensayos Clínicos de Neurofibromatosis encontró intrigantes sus datos, pero exigió más pruebas antes de considerar la posibilidad de poner en marcha un ensayo clínico. Los miembros del consorcio pidieron a Gutmann y Anastasaki que aclararan la conexión entre la mutación Nf1, la excitabilidad neuronal y los gliomas ópticos; que evaluaran si la lamotrigina era eficaz a las dosis ya probadas como seguras en niños con epilepsia; y que realizaran estos estudios en más de una cepa de ratones NF1.
En las personas, la NF1 es una enfermedad muy variable. Puede estar causada por cualquiera de las miles de mutaciones diferentes del gen NF1, y las distintas mutaciones pueden estar asociadas a diferentes problemas médicos. Repetir los experimentos en múltiples cepas de ratones era una forma de calibrar si era probable que la lamotrigina funcionara en las personas, independientemente de la mutación subyacente.
LOS TUMORES NO APARECIERON EN RATONES
Anastasaki y Gutmann no sólo demostraron que la lamotrigina funcionaba en dos cepas de ratones con NF1, sino también que el fármaco funcionaba a dosis más bajas que las utilizadas para la epilepsia, lo que significa que probablemente era seguro. Y lo que es mejor, descubrieron que un tratamiento breve con el fármaco tenía efectos duraderos, tanto preventivos como terapéuticos.
Los ratones que tenían tumores y que fueron tratados durante cuatro semanas a partir de las 12 semanas de edad vieron cómo sus tumores dejaban de crecer e incluso no mostraban más daños en las retinas de sus ojos. Los ratones que recibieron el fármaco durante cuatro semanas a partir de la cuarta semana de vida, antes de la aparición típica de los tumores, no mostraron crecimiento tumoral ni siquiera cuatro meses después de finalizar el tratamiento.
Estos resultados han llevado a Gutmann a sugerir que un tratamiento de un año para niños pequeños con NF1, quizá entre los 2 y los 4 años, podría ser suficiente para reducir el riesgo de tumores cerebrales. "La idea de que podamos cambiar el pronóstico de estos niños interviniendo en un breve espacio de tiempo es muy emocionante. Si pudiéramos conseguir que superaran la edad en la que suelen formarse estos tumores, más allá de los 7 años, es posible que nunca necesitaran tratamiento. Me encantaría no tener que hablar nunca más de quimioterapia para niños que aún no están en primer curso", ha finalizado Gutmann.