MADRID, 20 (EUROPA PRESS)
Simples pruebas de visión pueden predecir qué personas con la enfermedad de Parkinson desarrollarán deterioro cognitivo y posible demencia 18 meses después, según un nuevo estudio de investigadores de la University College de Londres (Reino Unido).
El estudio, publicado en la revista científica 'Movement Disorders', se suma a la evidencia de que los cambios en la visión preceden al declive cognitivo que ocurre en muchas, pero no todas, las personas con Parkinson.
En otro nuevo estudio, publicado en 'Communications Biology', el mismo equipo de investigación encontró que las conexiones estructurales y funcionales de las regiones cerebrales se desacoplan a través de todo el cerebro en las personas con enfermedad de Parkinson, particularmente entre las personas con problemas de visión.
Los dos estudios juntos muestran cómo las pérdidas y los cambios en el cableado del cerebro subyacen al deterioro cognitivo experimentado por muchas personas con la enfermedad de Parkinson.
"Hemos descubierto que las personas con enfermedad de Parkinson que tienen problemas visuales son más propensas a padecer demencia, y eso parece explicarse por los cambios subyacentes en los cables del cerebro. Las pruebas de visión podrían proporcionarnos una ventana de oportunidad para predecir la demencia del Parkinson antes de que empiece, lo que podría ayudarnos a encontrar formas de detener el declive cognitivo antes de que sea demasiado tarde", explica el autor principal del trabajo, Angeliki Zarkali.
Los investigadores estudiaron a 77 personas con la enfermedad de Parkinson y descubrieron que unas sencillas pruebas de visión predecían quiénes iban a padecer demencia después de un año y medio. La demencia es un aspecto común y debilitante de la enfermedad de Parkinson, que se estima que afecta a aproximadamente el 50 por ciento de las personas en los 10 años siguientes al diagnóstico de Parkinson.
Estos hallazgos longitudinales añaden peso a los estudios anteriores que se realizaron en un momento dado, que habían sugerido que el rendimiento en las pruebas de visión, que incluían gráficos oculares de uso común e imágenes sesgadas de gatos y perros, estaba vinculado al riesgo de deterioro cognitivo.
En el nuevo estudio también se comprobó que quienes desarrollaban la demencia del Parkinson tenían pérdidas en el cableado del cerebro, incluso en las áreas relacionadas con la visión y la memoria. Los investigadores utilizaron métodos recientemente desarrollados para analizar exploraciones de resonancia magnética finamente detalladas, que les permitieron detectar los daños en la materia blanca del cerebro.
Los investigadores identificaron daños en la materia blanca de algunos de los cables de larga distancia que conectan la parte delantera y trasera del cerebro, lo que ayuda a que el cerebro funcione como una red completa y cohesiva.
En el estudio participaron 88 personas con la enfermedad de Parkinson (33 de las cuales tenían una disfunción visual y, por tanto, se consideró que tenían un alto riesgo de demencia) y 30 adultos sanos como grupo de control, cuyos cerebros se visualizaron mediante resonancias magnéticas.
Los investigadores descubrieron que las personas con la enfermedad de Parkinson mostraban un mayor grado de desacoplamiento en todo el cerebro. Las áreas de la parte posterior del cerebro, y las áreas menos especializadas, tenían el mayor grado de desacoplamiento en los pacientes de Parkinson.
Los pacientes de Parkinson con disfunción visual tenían más desacoplamiento en algunas, pero no todas las regiones del cerebro, particularmente en las regiones relacionadas con la memoria en el lóbulo temporal.
El equipo de investigación también encontró cambios en los niveles de algunos neurotransmisores (mensajeros químicos) en personas con riesgo de declive cognitivo, lo que sugiere que los receptores de esos transmisores pueden ser objetivos potenciales para nuevos tratamientos farmacológicos para la demencia del Parkinson. Cabe destacar que, si bien se sabe que la dopamina está implicada en el Parkinson, los investigadores descubrieron que otros neurotransmisores -acetilcolina, serotonina y noradrenalina- se veían particularmente afectados en las personas con riesgo de declive cognitivo.