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13 ene. 2023 12:49H
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MADRID, 13 (EUROPA PRESS)

Un estudio llevado a cabo por neurocientíficos de la Universidad de Ginebra (Suiza) ha evidenciado que gestionar mejor las emociones negativas, la ansiedad y la depresión podría prevenir el envejecimiento patológico.

Durante los últimos 20 años, los neurocientíficos han estado observando cómo reacciona el cerebro a las emociones. "Estamos empezando a entender lo que sucede en el momento de la percepción de un estímulo emocional. Sin embargo, lo que ocurre después sigue siendo un misterio. ¿Cómo cambia el cerebro de una emoción a otra? ¿Cómo vuelve a su estado inicial? ¿Cambia la variabilidad emocional con la edad? ¿Cuáles son las consecuencias para el cerebro de una mala gestión de las emociones?", han comentado los expertos.

Estudios previos en Psicología han demostrado que la capacidad de cambiar las emociones es beneficiosa para la salud mental, si bien se ha observado que las personas que no pueden regular sus emociones y permanecen en el mismo estado emocional durante mucho tiempo tienen un mayor riesgo de depresión.

"Nuestro objetivo era determinar qué huella cerebral queda tras el visionado de escenas emocionales, para evaluar la reacción del cerebro y, sobre todo, sus mecanismos de recuperación. Nos enfocamos en los adultos mayores, para identificar posibles diferencias entre el envejecimiento normal y el patológico", han recalcado los investigadores.

En el trabajo, mostraron a los voluntarios 'clips' de televisión de personas en un estado de sufrimiento emocional como, por ejemplo, durante un desastre natural o una situación de angustia, así como videos con contenido emocional neutro, todo ello con el fin de observar su actividad cerebral mediante resonancia magnética funcional. Primero, el equipo comparó un grupo de 27 personas mayores de 65 años con un grupo de 29 personas de alrededor de 25 años y, posteriormente, repitió el mismo experimento con 127 adultos mayores.

"Las personas mayores generalmente muestran un patrón diferente de actividad cerebral y conectividad que las personas más jóvenes. Esto es particularmente notable en el nivel de activación de la red de modo predeterminado, una red cerebral que se activa en estado de reposo. Su actividad se ve frecuentemente interrumpida por la depresión o la ansiedad, lo que sugiere que está involucrada en la regulación de las emociones. En los adultos mayores, parte de esta red, la corteza cingulada posterior, que procesa la memoria autobiográfica, muestra un aumento en sus conexiones con la amígdala, que procesa importantes estímulos emocionales. Estas conexiones son más fuertes en sujetos con altos puntajes de ansiedad, rumiación o pensamientos negativos", han argumentado.

Sin embargo, las personas mayores tienden a regular mejor sus emociones que las personas más jóvenes y se enfocan más fácilmente en los detalles positivos, incluso durante un evento negativo. Ahora bien, a juicio de los expertos, los cambios en la conectividad entre la corteza cingulada posterior y la amígdala podrían indicar una desviación del fenómeno de envejecimiento normal, acentuado en personas que muestran más ansiedad, rumiación y emociones negativas.

De hecho, la corteza cingulada posterior es una de las regiones más afectadas por la demencia, lo que sugiere que la presencia de estos síntomas podría aumentar el riesgo de enfermedad neurodegenerativa. "Nuestra hipótesis es que las personas más ansiosas no tendrían o tendrían menos capacidad para el distanciamiento emocional. El mecanismo de la inercia emocional en el contexto del envejecimiento se explicaría entonces por el hecho de que el cerebro de estas personas permanece 'congelado' en un estado negativo al relacionar el sufrimiento de los demás con sus propios recuerdos emocionales", han zanjado los investigadores.

Esta investigación forma parte de un gran estudio europeo, MEDIT-AGEING, que tiene como objetivo evaluar el impacto de las intervenciones no farmacológicas para un mejor envejecimiento.

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