MADRID, 6 (EUROPA PRESS)
Desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, ha habido mucho debate sobre el peligro para el personal del hospital debido a los procedimientos médicos como colocar un tubo en las vías respiratorias del paciente (intubación) antes de la cirugía o retirarlo al final (extubación), o anestésicos. Sin embargo, una nueva investigación muestra que el riesgo es significativamente menor de lo que se pensaba, según una investigación liderada por médicos ingleses.
Este riesgo se consideró tan alto que los procedimientos se clasifican como procedimientos generadores de aerosoles (AGP) para los cuales se usan respiradores y equipo de protección personal (EPP) de alto nivel de manera rutinaria, y después de los cuales la cirugía se detiene mientras el quirófano está libre de aerosoles y se lleva a cabo la limpieza.
Estos requisitos han ralentizado drásticamente la cirugía y contribuido a enormes listas de espera para la cirugía en el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS), así como problemas similares en hospitales de todo el mundo. A pesar del presunto riesgo, nunca se han realizado mediciones directas de aerosoles durante la atención anestésica en un hospital.
Ahora, esta nueva investigación, publicada en 'Anesthesia', muestra que estos procedimientos solo pueden producir una fracción de los aerosoles que se pensaba anteriormente, mucho menos de lo que se produciría durante una sola tos regular. Esto pone en duda si los procedimientos deben ser designados como AGP y brinda la oportunidad de acelerar dramáticamente la cirugía.
El estudio, realizado por el doctor Jules Brown del North Bristol NHS Trust, Bristol, Reino Unido, en colaboración con miembros del Bristol Aerosol Research Center, School of Chemistry, University of Bristol, el Royal United Hospitals Bath NHS Foundation Trust, Bath , Reino Unido, y la Facultad de Medicina de la Universidad de Bristol, Reino Unido, entre otros, ha realizado un monitoreo ambiental de alta resolución en tiempo real en quirófanos de ventilación ultralimpia durante los procedimientos de anestesia para la inserción y extracción del tubo de las vías respiratorias del paciente.
Los autores también estudiaron procedimientos como la succión de las vías respiratorias y la "ventilación con máscara" cuando el anestesista se hace cargo de la respiración del paciente antes de la inserción del tubo. En pocas palabras, pudieron cuantificar los aerosoles generados durante todos estos procedimientos, en un entorno clínico real, y compararlos con los aerosoles producidos por una sola tos. Se hicieron registros de 19 inserciones de tubos y 14 extracciones de tubos.
En contra de las expectativas, los autores encontraron que la inserción del tubo generaba aproximadamente una milésima parte del aerosol generado por una sola tos. La extracción del tubo produjo más aerosol, especialmente cuando se acompañó de una tos débil, pero aún menos del 25% del producido por una tos voluntaria.
"Estos hallazgos deberían impulsar una reevaluación de cuándo es necesario utilizar medidas específicas para proteger contra la transmisión viral por aerosoles en los quirófanos. La reducción de estas medidas de protección de alto nivel tendría un impacto sustancial en nuestra capacidad para brindar atención médica a los pacientes dentro del NHS e internacionalmente", explican los autores.
"Si podemos estar de acuerdo en que estos procedimientos no generan aerosoles podemos reducir el EPP que usamos y podemos eliminar los grandes retrasos que existen actualmente entre un paciente que sale del quirófano y comienza el siguiente caso", añaden.
"Los resultados sugieren que durante la inserción del tubo de anestesia no se debe considerar un procedimiento de alto riesgo. No detectamos aumentos en las partículas en aerosol durante la ventilación con mascarilla, la succión de las vías respiratorias o los intentos repetidos de intubación. Esto refleja la práctica clínica típica de los anestesistas con una amplia experiencia, lo que brinda mayor tranquilidad con respecto al bajo nivel de generación de aerosoles", añaden.
Los autores explican que con la extracción del tubo, se puede producir tos a medida que regresan los reflejos respiratorios naturales del paciente, y esto produce aerosoles que son detectables durante unos cinco segundos. "El riesgo de exposición a aerosoles para el personal se puede reducir aún más mediante el uso de técnicas que reducen la tos o el anestesista simplemente alejándose, ya que nuestro estudio mostró un número de partículas muy reducido detrás de la cabeza del paciente en comparación con el rostro", afirman.
No obstante, los autores señalan algunas limitaciones a su estudio. "Debe reconocerse que, si bien hemos proporcionado evidencia tranquilizadora sobre la generación de aerosoles durante estos procedimientos, no hemos estudiado directamente el riesgo de transmisión del SARS-CoV-2 y nuestra interpretación se basa en el vínculo ampliamente aceptado entre la generación de aerosoles y el riesgo de infección".
Por razones de seguridad, este estudio no se realizó en pacientes con COVID-19, sino en otros pacientes para demostrar los aerosoles que se producen realmente durante estos procedimientos que son comunes durante la anestesia y en cuidados intensivos.