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18 oct. 2019 19:00H
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MADRID, 18 (EUROPA PRESS)

La violencia de género es un problema de la infancia y de salud pública, por eso, ante una situación así, "el pediatra debe tener en cuenta que tanto la madre como el niño han pasado por un hecho traumático y es probable que haya confusión y que las respuestas no sean claras, por lo que habrá que interpretar los signos y es fundamental generar un espacio de confianza y escucha, aunque la presión asistencial no ayude en este sentido", ha apuntado Julia Almansa, directora de Proyectos Luz Casanova.

El pediatra se puede encontrar en consulta con tres tipos de casos de violencia, por un lado el de una madre agredida, el de hijos agredidos o lesionados y el de menores víctimas de relaciones violentas. "El profesional debe ser consciente de que no por hacer una pregunta directa va a haber una respuesta directa, sino todo lo contrario, lo más habitual es encontrarse con el hermetismo como respuesta y que la madre o el niño no vuelvan a aparecer", ha añadido durante su participación en el Congreso de la Sociedad de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) .

En España, el 63 por ciento de los casos de maltrato a la pareja se ha extendido a los hijos. Los niños no están condenados a sufrir abuso por haber vivido en un entorno violento, pero sí tienen seis veces más probabilidades de que suceda. En cuanto a los datos europeos, estos reflejan que uno de cada 5 niños en Europa ha sufrido, sufre o sufrirá abuso sexual, lo que supone un 20 por ciento de la población infantil del continente.

Además, hay que tener en cuenta que el 90 por ciento de las mujeres maltratadas en nuestro país tiene hijos y que el 92 por ciento de los niños que viven en entornos con violencia de género son menores de edad. "Cuando hay violencia en un hogar es como aire intoxicado y vivir en un ambiente tóxico genera patologías", ha apuntado Almansa.

Actualmente, al hablar de tipologías de maltrato infantil como consecuencia de la violencia de género desde el maltrato físico hasta el mencionado abuso sexual, pasando por la negligencia en necesidades básicas del niño como la alimentación o la higiene y por el maltrato psicológico, con amenazas y actitudes verbales que denigran al niño.

En cualquiera de estos casos, cuando el niño o adolescente llega a la consulta, "el pediatra debe tener en cuenta que tanto la madre como el niño han pasado por un hecho traumático y es probable que haya confusión y que las respuestas no sean claras, por lo que habrá que interpretar los signos y es fundamental generar un espacio de confianza y escucha, aunque la presión asistencial no ayude en este sentido", ha apuntado Julia Almansa.

"El profesional debe ser consciente de que no por hacer una pregunta directa va a haber una respuesta directa, sino todo lo contrario, lo más habitual es encontrarse con el hermetismo como respuesta y que la madre o el niño no vuelvan a aparecer", ha añadido la experta, que ha recordado que "se trata de no juzgar, porque la labor del pediatra en esta situación no es identificar si hay delito, sino detectar los problemas de salud".

Por su parte, el doctor Antonio Gancedo, del Hospital de Alcorcón, ha insistido en que "los pediatras debemos investigar y sensibilizarnos con estas situaciones, porque lo que no resolvamos ahora como profesionales y como sociedad, lo pagaremos después"Gancedo también se ha referido al "gran riesgo que supone que muchos adolescentes se están familiarizando con la sexualidad a través de la pornografía, un aprendizaje no sano que acaba en problemas como el sexting o el ciberacoso".

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