El coordinador de la Unidad de Cardiología Intervencionista del Hospital de Valladolid, Ignacio Amat.
La
Unidad de Cardiología Intervencionista del Hospital Universitario de Valladolid está formada por siete especialistas (el servicio lo forman 23 profesionales y 15 residentes) que están llevando una serie de
tratamientos pioneros a los pacientes castellanoleoneses.
Ignacio Amat, coordinador de la Unidad, ha explicado a
Redacción Médica la complejidad de estas nuevas técnicas así como el papel de la Unidad en el sistema sanitario de la región.
¿Cuáles son las patologías más comunes que se atienden en la Unidad de Cardiología Intervencionista del Hospital de Valladolid?
La patología más tratada es la
cardiopatía isquémica. Es decir, angina de pecho e infarto. Aunque la proporción de pacientes en los cuales tratamos problemas estructurales, como son los problemas en válvulas o
malformaciones congénitas también está aumentando mucho.
¿Es complicado tratar estas patologías?
La
tasa de complicaciones es baja, pero estas intervenciones tienen una alta complejidad. En los pacientes con enfermedad coronaria cada vez hacemos un intervencionismo más complejo. Por ejemplo,
tratamos patologías a través de catéter, como son enfermedades del tronco común izquierdo o enfermedades coronarias crónicas, y antes no se hacía. Además, dentro de las patologías estructurales, estamos tratando a los pacientes con prótesis aórticas percutáneas y otras prótesis tanto mitral como tricúspide, que son procedimientos muy complejos.
¿Qué innovaciones está poniendo en práctica la Unidad?
En estos momentos, a nivel de patologías estructurales, estamos realizando
implantes de válvulas aórticas a través de catéter. Sin embargo, habitualmente se realiza a través de la arteria femoral, por la ingle, pero en algunos pacientes no se puede hacer. Por eso nosotros, de forma pionera, estamos realizándola con otros accesos, sobre todo por la arteria subclavia, junto al hombro.
También en patologías estructurales hemos comenzado un
tratamiento percutáneo de la válvula tricúspide. Esta válvula siempre se ha llamado “la gran olvidada”, puesto que en muchos casos ni se operaba si era la única válvula enferma, ni si el paciente era operado por tener varias válvulas enfermas; además no había ninguna prótesis para tratarla a través de catéter. Han ido surgiendo alternativas y también de forma pionera hemos empezado a tratarla, tanto con un dispositivo que es un
“clip” para disminuir las ‘fugas’ que tiene esta válvula como con una de las primeras prótesis que han aparecido en el mercado, que consiste en un
stent que va a la vena cava inferior, y que tiene una válvula que se abre hacia la aurícula, que soluciona el problema de insuficiencia tricúspide. Un problema que afecta hasta a un 10 por ciento de los pacientes que tratamos con problemas valvulares.
La válvula tricúspide siempre ha sido 'la gran olvidada'
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En cuanto a la asistencia ventricular mecánica, el año pasado la Unidad recibió una distinción. ¿Qué nos puede contar sobre este tipo de tratamientos?
Las
asistencias ventriculares no entran ni en la categoría de los coronarios ni en la categoría estructural. Y sin embargo pueden ser útiles en ambos contextos.
Conforme aumenta la esperanza de vida, lo que nos encontramos es que pacientes que han tenido un infarto ya no fallecen precozmente y los que tienen mal una válvula tampoco, porque la podemos reparar.
Pero el bombeo de su corazón ya no es el mismo. Es decir, desarrollan
insuficiencia cardiaca, que puede ser brusca o puede aparecer progresivamente. Para afrontar el tratamiento de estos pacientes hay que darles una solución, y hay una serie de dispositivos que se llaman asistencias ventriculares mecánicas, o asistencias circulatorias mecánicas –mejor–, que
nos ayudan a facilitar ese bombeo del corazón de manera transitoria para darnos apoyo durante las intervenciones o para sacar adelante a los pacientes que llegan al hospital prácticamente muertos, porque el corazón no es capaz de bombear, y nos dan el tiempo suficiente para averiguar cómo han llegado a esa situación tan grave. Esto ha cambiado realmente nuestra forma de trabajar y estamos implantando varias asistencias de este tipo al mes siempre en
estrecha colaboración con los expertos en insuficiencia cardiaca y los cirujanos cardiacos.
El aspecto más novedoso, en este caso, es que casi todas las asistencias que estamos implantando, lo estamos haciendo de
manera percutánea, es decir, sin intervenir al paciente sino pinchando la arteria periférica y llevando esos tubos hasta el corazón para suplir su bombeo. Esto es importante porque así podemos hacerlo mucho más rápido, y en una situación en la que el paciente está muy grave es muy importante el tiempo: si no actuamos en pocos minutos el paciente puede fallecer. De ahí que
el implante percutáneo de asistencias circulatorias haya cambiado nuestra forma de trabajar.
"Si no actuamos en pocos minutos el paciente puede fallecer"
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¿Cómo influye el tiempo en diagnóstico de las patologías cardiacas?
En general,
en Cardiología, el tiempo va en contra del paciente. Cuando un paciente tiene un síntoma cardiológico y tarda en consultar, siempre llega mucho más grave. Y luego si no somos rápidos haciendo un
diagnóstico, también perdemos minutos u horas que pueden ser cruciales. Nosotros, en ese sentido, hacemos un gran esfuerzo para poder realizar un diagnóstico temprano.
Hace ya tres años se puso en marcha el
Código Infarto en Castilla y León y lo que buscaba era
mejorar los tiempos de transferencia de los pacientes que han tenido esta dolencia a los hospitales que pueden ofrecer un tratamiento precoz, para que tengan las menores secuelas posibles. Luego hay otra labor en la que la sociedad o nosotros los médicos suspendemos y es la
educación. La gente tiene que saber
qué es un infarto, cuáles son los síntomas y cuándo hay que acudir al médico. Todavía nos encontramos con casos en los que a la
gente le duele el pecho y se mete en la cama “a ver si se les pasa”. Todavía tenernos que hacer un esfuerzo más en esta labor de docencia sanitaria, porque es donde más tiempo se pierde.
¿Cómo es el día a día de realizar una actividad puntera lejos de los grandes núcleos de población?
"Para nosotros es muy importante que los centros referidores sepan lo que estamos haciendo y que conozcan nuestros resultados"
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La verdad es que este tema, que siempre ha sido una preocupación para nosotros, ha cambiado drásticamente en la última década. Antes la
investigación se hacía en Madrid o en Barcelona, mientras que en
“los centros de provincias” –así nos llamaban– había una labor asistencial muy importante mientras que la
actividad científica estaba muy adormecida o centrada en una sola persona que la llevaba a cabo por interés o por
hobby, cuando lo cierto es que
la actividad científica y la labor asistencial deben estar unidas. Esto ha cambiado.
Por un lado, gracias a la ayuda de las
administraciones, y por otro gracias a un cambio de mentalidad en los
profesionales. Ahora los profesionales que trabajan en estos centros están muy bien formados han trabajado en los mejores centros a nivel mundial y traen otra filosofía según la cual la ciencia no es un
hobby, sino que se trata de la punta de lanza para poder ofrecer a nuestros pacientes las últimas novedades. Por eso
en nuestro servicio la actividad científica es una prioridad, así como la docencia para poder ofrecer la mejor formación a los nuevos médicos.
¿Qué papel juega el Hospital de Valladolid en la sanidad de Castilla y León?
Es referencia para varios hospitales, referencia directa para cuatro provincias y además es centro de referencia para toda Castilla y León. Para nosotros es muy importante poder ofrecer estas técnicas a todos los centros que nos mandan sus pacientes, y además darles un
feedback de las últimas novedades en tratamientos, que sepan lo que estamos haciendo y que conozcan nuestros resultados. En ese sentido hacemos un gran esfuerzo por transmitir esa información a los centros referidores. Eso es la principal característica de nuestro centro.
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