En su opinión, disponer en una técnica que resincroniza los ventrículos y evita arritmias mortales ha sido uno de los desarrollos más significativos de los últimos 15 años



23 abr. 2014 17:07H
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Redacción. Madrid
En 2014 se cumplen 30 años de la colocación en España del primer desfibrilador implantable. Jerónimo Farré, el jefe del Servicio de Cardiología de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, fue quien realizó los primeros implantes. “El desfibrilador automático implantable surgió como una necesidad para evitar el fallecimiento repentino como consecuencia de taquiarritmias ventriculares mortales en pacientes con alto riesgo de sufrirlas”, detalla el especialista.

Jerónimo Farré.

La Fundación Jiménez Díaz fue uno de los nueve hospitales europeos que, junto a 11 centros de Estados Unidos, contribuyó a crear la base de datos de casos que pidió la agencia americana del medicamento (FDA) para la aprobación del dispositivo, una aprobación que llegó en 1985. Desde entonces, explica Farré, “se extendió en todo el mundo el uso de esta modalidad terapéutica y se ampliaron sus indicaciones, no solo para pacientes que ya habían presentado arritmias ventriculares malignas, sino para grupos de población con riesgo muy alto de sufrirlas”.

Según el jefe del Servicio de Cardiología del hospital madrileño, el desfibrilador implantable es “una modalidad de tratamiento cuyo beneficio ha sido bien documentado a través de ensayos clínicos aleatorizados”. Farré afirma que esto ha sido “un desarrollo muy importante porque las evidencias en este campo son más sólidas que para otras opciones terapéuticas”. En su opinión, el otro gran desarrollo de la técnica ha sido la combinación de la capacidad de interrumpir las arritmias ventriculares con la de resincronizar el corazón.

“Es curioso que fueran los mismos inventores del desfibrilador, los doctores Michel Mirowski y Morton Mower, quienes concibieron la idea de estimular ambos ventrículos al tiempo para resincronizarlos en pacientes que han perdido esta sincronía y presentan fracaso cardiaco. Ambos problemas van unidos, el fracaso cardiaco con falta de sincronía ventricular y la muerte súbita por arritmias ventriculares. Disponer en un dispositivo de ambas funcionalidades –resincronizar los ventrículos y terminar arritmias mortales–, ha sido sin duda uno de los desarrollos más significativos de los últimos 15 años”, asegura Farré.
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