Aunque la
esperanza de vida sea un indicador usado para medir la salud de una población, una mayor longevidad puede suponer un número superior de
años vividos en mala salud. Por ello, como es importante medir también los años que se espera pasar en condiciones óptimas, el
Centro de Estudios Demográficos de la Universitat Autònoma de Barcelona (CED-UAB) ha publicado un estudio que destaca que
La Rioja y
Navarra son las comunidades autónomas que cuentan con
una mayor esperanza de vida en buena salud a los 50 años, como consecuencia de la inversión del gasto sanitario público.
En concreto, los
resultados del estudio muestran que
La Rioja es la región de España en la que los hombres gozan de una esperanza de vida en buena salud más elevada, con 15 años, seguida de
Islas Baleares (14,8);
Cataluña (14,3);
Aragón (13,3); y
Cantabria (13,2). En el caso de las
mujeres,
Navarra es el territorio con el indicador más elevado, con 16,9 años, a la que siguen
Cataluña (15,9);
Aragón (14,4);
País Vasco (14,1); y
Castilla y León (13,7).
A la cola de territorios que gozan de más años vividos en buena salud a los 50 años se encuentran, en hombres,
Murcia, con 9,9 años, seguida de
Castilla-La Mancha (10,1) e
Islas Canarias (10,2). En mujeres, los territorios que destacan a la baja son
Islas Canarias (9,1),
Murcia (9,1) y
Galicia (9,3).
Este análisis arroja que aquellas comunidades que presentan mayor esperanza de vida
no siempre son las que muestran más años de vida en buena salud. Por ejemplo, la comunidad con una mayor esperanza de vida a los 50 años entre los hombres es
Madrid (con 33,5 años), que se sitúa en séptimo lugar en la clasificación de años de vida vividos en buena salud (con 12,2 años).
Dado el contexto de heterogeneidad regional y de
descentralización del sistema sanitario público, los impulsores del estudio analizaron la esperanza de vida a los 50 años y los años vividos con y sin alguna de las
condiciones crónicas de salud más prevalentes y limitantes consideradas ya en análisis previos: asma, cáncer, diabetes, dolor de espalda crónico, enfermedades coronarias, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, hipertensión, ictus e infarto de miocardio.
Los datos de salud provienen de seis encuestas de salud nacionales y europeas (2006, 2009, 2012, 2014, 2017 y 2019) y los datos de mortalidad son los facilitados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Más gasto sanitario público, menos años vividos en mala salud
Según los autores, la evolución de la esperanza de vida en buena y mala salud y la diferencias entre comunidades autónomas se entienden a partir de las fluctuaciones en el gasto sanitario público desde 2006, marcado por los
recortes que sufrió el sistema a raíz de la crisis económica entre 2009 y 2014.
Los niveles de gasto per cápita difieren mucho según la región, ya que
los valores más altos superan a los más bajos en un 50 por ciento. Sin embargo, precisan, las tendencias temporales son similares, mostrando dos puntos de inflexión claros. “Aunque el inicio de los cambios puede diferir un algunos años para cada comunidad autónoma, el gasto público aumentó hasta alrededor de 2008-2010 y luego disminuyó hasta 2013- 2014, cuando volvió a aumentar hasta la actualidad”, explican, destacando que las dos
excepciones a esta tendencia son La Rioja y Cantabria, donde el descenso del gasto sanitario per cápita se observa desde 2006, aunque son dos regiones pequeñas en las que los indicadores son más
sensibles a los cambios poblacionales.
Según lo observado en estos 14 años, el modelo analizado estima que
gastar 800 euros más por persona en salud pública se tradujo en, al menos, 1,5 años más de vida en buena salud a los 50 años para los hombres y 1,2 años para las mujeres. En el caso de la esperanza de vida en mala salud, 800 euros más implicarían 1,7 años menos de vida en mala salud para los hombres, y 1,6 años menos para las mujeres.
Así, estos resultados muestran que el
gasto sanitario público per cápita es uno de los componentes que más explica las diferencias de salud entre regiones, y que un mayor gasto sanitario público implica más años vividos en buena salud y menos años vividos en mala salud.
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