La Airef apunta a un peso cada vez mayor de las partidas 'no demográficas', como innovación o la organización del SNS

 Cristina Herrero, directora de la Airef, constata que el gasto en sanidad evoluciona a diferente ritmo en función de la comunidad autónoma.
Cristina Herrero, directora de la Airef.


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La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) constata que el gasto en sanidad evoluciona a diferente ritmo en función de la comunidad autónoma. El organismo que dirige Cristina Herrero diferencia entre dos grupos: por un lado, las regiones que experimentaron un aumento del 5 por ciento o más en la partida destinada a salud; y por otro, las que presentaron un promedio cercano al 4 por ciento.

Cataluña, Canarias, Andalucía, Baleares, Castilla-La Mancha, Madrid, Aragón, Murcia, Comunidad Valenciana, Cantabria y Navarra conforman el primer grupo, según se desprende de este informe de la Airef sobre la metodología de los modelos de sanidad, educación y cuidados a largo plazo. En estas autonomías, el crecimiento promedio del gasto sanitario entre los años 2016 y 2023 fue cercano o superior al 5 por ciento. En Castilla y León, Galicia, Asturias, Extremadura y País Vasco, la inversión fue algo más contenida, con un índice del 4 por ciento.

En cuanto a la contribución de la demografía, se aprecia que en las comunidades autónomas con más aumento de población (Canarias, Baleares, Madrid, Comunidad Valenciana y Cataluña) las variaciones demográficas en el período han supuesto más del 1 por ciento en el crecimiento promedio del gasto sanitario. Por el contrario, en Castilla y León, Extremadura, Asturias y Galicia, a pesar del envejecimiento de la población, la pérdida de habitantes menores de 65 años ha conllevado un impacto más bajo del factor demográfico (entre un 0,1 y un 0,3 por ciento) al aumento de esta partida.

Crecimiento del gasto sanitario por CCAA. Promedio 2016-23.


Otra de las claves que señala la autoridad fiscal es la evolución del gasto sanitario en función de los llamados factores ‘no demográficos’, que tienen que ver tanto con el crecimiento del PIB per cápita (cuando aumentan las rentas, lo hace también la partida de salud en mayor proporción) como con el uso más o menos frecuente de servicios sanitarios (desde consultas hasta pruebas e ingresos), la innovación tecnológica y farmacéutica (tratamientos, fármacos de alto coste, técnicas avanzadas) o patrones de morbilidad y esperanza de vida saludable. También influyen la organización del sistema sanitario y los costes laborales que representan sus profesionales.

En este sentido, la Airef detalla que los factores no demográficos han supuesto un crecimiento del gasto sanitario superior a la media en Cataluña, Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Cantabria, y Canarias. En la media (4,2 por ciento) se mueven Islas Baleares, Castilla y León, Región de Murcia y Navarra; y por debajo del 4 por ciento están las demás regiones, “siendo País Vasco la comunidad en la que dichos factores han contribuido menos (3 por ciento)”.

Factores que determinan el gasto sanitario


Por otro lado, el citado informe revela que la relativa a los servicios hospitalarios y especializados es, con diferencia, la partida que más peso tiene en el gasto sanitario público español, pues representa el 62,9 por ciento del total (con datos de 2022). Los otros dos grandes conceptos son los que representan la Farmacia (15,4 por ciento) y la Atención Primaria (14,1 por ciento).

Respecto a la proyección del gasto en Farmacia, este análisis muestra que las mujeres a partir de los 55 años presentan un mayor consumo de medicamentos, especialmente en el caso de los que no tienen receta. Aproximadamente un 48 por ciento de los fármacos los consumen los hombres.

Distribución del gasto en Farmacia.


“A partir de esta distribución de personas que consumen medicamentos debe tenerse en cuenta el diferente gasto farmacéutico que generan las personas activas y los pensionistas, factor muy relevante a la hora de distribuir el gasto”, continúa el estudio, que apunta a que el promedio de una persona activa es de 89,97 euros y el de un pensionista, 546,8 euros.

En lo que se refiere al gasto general de las administraciones públicas, la Airef destaca que existe un perfil “similar para ambos géneros” excepto en dos rangos. El primero es el de edades comprendidas entre los 20 y los 45 años, “franja en el que el gasto unitario de las mujeres es mucho mayor por los gastos asociados a la maternidad”. El segundo tramo de divergencia se da a partir de los 75 años, “en donde el gasto per cápita de los hombres es superior”. “Quitando esas diferencias, el perfil decrece después de pasar el primer año, se estabiliza, y a partir de los 30 comienza una senda moderadamente creciente que se acentúa después de los 50 años. Para el grupo de mayor edad el gasto per cápita se reduce”, apunta.
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