Sandra Melgarejo. Madrid
Cuando, después de una cirugía de la espalda (hernia de disco, estenosis, etc.), el dolor crónico persiste, los especialistas hablan de síndrome de espalda fallida, un problema de salud que afecta a entre el 15 y el 60 por ciento, según las estadísticas, de los pacientes que se someten a una operación de este tipo. “Aunque es una patología relativamente frecuente después de la intervención, esto no quiere decir que la cirugía esté mal hecha, ni siquiera que esté mal indicada, sino que el dolor no se ha solucionado”, matiza Concha Pérez, jefa de la Unidad del Dolor del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid y portavoz de la Sociedad Española del Dolor (SED).
Concha Pérez.
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Pérez dirige un estudio multicéntrico pionero en España con el objetivo de conocer cuál es el coste real de esta enfermedad, tanto sanitario (fármacos, visitas médicas, hospitalizaciones, etc.) como no sanitario (funcionalidad del paciente, impacto en su vida laboral, etc.). Los datos de la investigación que ya han sido analizados revelan que, durante los tres meses previos a la visita a una unidad del dolor, un paciente con esta patología ha gastado más de 900 euros en tratamientos, ambulatorios u hospitalarios, de los cuales más del 58 por ciento ha sido en fármacos, un 25 por ciento en rehabilitación o terapias intervencionistas y el resto, en visitas sanitarias.
Según otros resultados del estudio, el 35 por ciento de los pacientes está de baja laboral debido a la patología y el 40 por ciento necesita ayuda para llevar a cabo actividades cotidianas, durante una media de 4,5 horas al día. “Repercute no solamente a quien lo sufre, sino a todos los que están en su entorno”, recalca la especialista.
¿Cuál es el origen del síndrome de espalda fallida? Existen muchas causas que pueden producir este síndrome, y el tratamiento dependerá cada una de ellas. Una de las más conocidas es la fibrosis que provoca la cirugía. Esta fibrosis se produce no solo en la piel, sino en el espacio que ocupan las raíces nerviosas. Este tejido comprime los nervios y, en consecuencia, se produce el dolor. “Una nueva intervención quirúrgica en general no soluciona el problema sino que, incluso, puede aumentar la incidencia de fibrosis”, comenta Pérez.
Así, el estudio también valorará qué tratamientos son más eficaces y coste-efectivos. “Debe ser un abordaje multidisciplinar y precoz –según estudios europeos y americanos los pacientes llegan tardíamente a las unidades del dolor–. Concretamente, en este estudio los pacientes llevaban una media de más de seis años con dolor. Entre los tratamientos ofrecidos en las unidades del dolor y que se deben emplear en este síndrome están los fármacos y otro tipo de técnicas intervencionistas: infiltraciones, radiofrecuencia, neuroestimulación… El tratamiento se valora en función de la causa del dolor, porque no siempre es la misma”, detalla la jefa de la Unidad del Dolor de La Princesa.
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