José Soto, Manuela García y Manuel Cascos
Estar en c
ontacto estrecho con un positivo de covid no conlleva a día de hoy un aislamiento en caso de estar vacunado de acuerdo con la estrategia epidemiológica establecida por el Ministerio de Sanidad. Un protocolo que se traslada también al ámbito sanitario, al permitir a los
profesionales con pauta completa seguir ejerciendo frente a aquellos no vacunados, que deben guardar una
cuarentena de 10 días.
Esto, en términos asistenciales supone una
"sobrecarga añadida" para los profesionales inmunizados con la pauta completa, al tener que asumir el trabajo de sus compañeros de baja y al tensar aún más "las plantillas", ya de por sí "muy diezmadas" debido al un importante número de contagios. "El problema principal y de base es el déficit estructural de plantillas de estos profesionales en todos los servicios de salud que, en plena
sexta ola y con los contagios disparados, provoca una creciente sobrecarga y tensión asistencial", matizan desde el Sindicato de Enfermería (Satse).
No obstante, el
porcentaje de médicos y enfermeras aún sin vacunar es muy pequeño. "Casi testimonial" en el caso de los facultativos, según explica a
Redacción Médica, Manuela García, vicepresidenta segunda de la Organización Médica Colegial, y "residual" cuando se refiere al colectivo de Enfermería.
Desde Satse, aseguran que hay muchos servicios en los que "todo el personal está vacunado" por lo que la "diferenciación entre enfermeras no vacunadas y vacunadas a efectos prácticos no tendría relevancia y por lo tanto no supone un problema reseñable".
Los gestores dan fé del
bajo porcentaje de no vacunados en los hospitales, si bien reconocen que ese porcentaje de 'antivacunas' y el impacto q tiene en cuarentenas por ser contacto estrecho "tiene repercusión y coste y
es injusto en la organización". "Las cuarentenas se están produciendo por contactos comunitarios", explican, aunque la
utilización de los EPI en los centros sanitarios ha permitirdo minimizar los riesgos desde el punto de vista laboral.
Aún así, como responsables, consideran que deben "aceptar la i
ndicación de cuarentena y de libertad de elección de vacunación", al ser "decisiones que están por encima de su criterio". Desde la Sociedad Espalola de Directivos de la Salud (SEDISA), creen que los aislamientos "no deben tratarse de una forma diferente a otras bajas médicas que afectan a poblaciones concretas", obligando a "organizarse y gestionar minimizando el impacto".
Más test covid de los recomendados
No obstante, Satse es partidario de "extremar la vigilancia" en los profesionales que hayan sido contacto estrecho para garantizar la seguridad de los pacientes. Propone, en este sentido, que se les realicen "pruebas diagnósticas con mayor frecuencia que lo recomendado, es decir, una al inicio y otra a los siete días como sostiene Salud Pública. Satse ve "absolutamente imprescindible" que en todos los servicios de salud "se garantice una vigilancia y seguimiento adecuado de la salud de los sanitarios que siguen trabajando para evitar cualquier riesgo para su persona y la de los pacientes".
De la misma forma, médicos y enfermeros, piden que se evite en todo momento el contacto de estos sanitarios con pacientes "vulnerables", como las personas inmunodeprimidas, en UCI, Hematología o quemados. Aún con el equipo adecuado, "hay determinado personal sanitario vacunado o no que desarrolla su actividad con estos pacientes", advierte García. Para estos casos, la estrategia pide valorar la situación particular y el riesgo de cara a los enfermos para realizar "una u otra acción".
Dado este contacto con pacientes de riesgo, la OMC ve "imprescindible" cumplir con las cuarentenas marcadas por el ministerio cuando el facultativo no haya sido vacunado.
Riesgo de hospitalización y fallecimiento
Hace una semana, la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial del SNS modificó la 'Estrategia de detección precoz, vigilancia y control de Covid-19', eliminando las cuarentenas de los contactos estrechos de los positivos con la variante Ómicron si estaban vacunados. La normativa les permite realizar actividades esenciales con protección, reduciendo al mínimo su interacción social y vigilando la aparición de síntomas compatibles con la enfermedad.
El hecho de no estar inmunizado, afecta de hecho al propio sanitario, subraya García, al no estar protegidos en ámbitos de riesgo y pasar a formar parte de la población "más vulnerable a enfermedades graves, ingresos en UCI, ventilación mecánica e incluso de fallecimiento".
"Mientras las distintas administraciones públicas no apuesten realmente por contar con los recursos y medios necesarios, los problemas continuarán y la seguridad asistencial de más 47 millones de personas seguirá en claro riesgo", apuntan desde el sindicato enfermero.
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