Blanca Fuentes.
El
ictus, que suele conocerse también como infarto cerebral o accidente cardiovascular, es en realidad un conjunto de enfermedades que afectan a los vasos sanguíneos que suministran la sangre al cerebro. Se trata de una patología grave –después de un ictus, sólo un tercio de los pacientes se recupera totalmente, otro tercio queda con secuelas y otro tercio fallece– y además, mucho más prevalente de lo que parece: en España es la mayor causa de muerte en mujeres y la tercera en hombres.
La posibilidad de superar un ictus con mayor o menor éxito depende en gran manera de la rapidez con que se trate. “El ictus es una epidemia y es muy importante que sepamos que es un problema de todos”, ha asegurado
Blanca Fuentes, responsable de la Unidad de Ictus del Servicio de Neurología del Hospital La Paz (Madrid) y presidenta de
la Asociación Madrileña de Neurología en una nueva edición de
Aula Inidress organizada en colaboración
con Ictus Asociación Madrileña (ICAM).
Solemos pensar que el ictus solo lo sufren personas mayores –y es cierto que la posibilidad de padecerlo aumenta con la edad– pero Fuentes insiste en transmitir una idea clave:
le puede pasar a cualquiera. Y para muestra un botón. “Apunté a mi hijo a un campamento de verano, y el primer día había una niña tirada en el suelo, de 12 años. Creían que se había mareado, cuando mi marido fue a echarle una mano vio que tenía la mano torcida y se le caía un brazo”, explica la neuróloga. “Era un ictus. Afortunadamente como en mi casa lo conocen, llamaron al 112 y lo identificaron. Se recuperó bien, pero porque lo trataron rápido”.
Ismael Sánchez, director general de Inidress, durante el aula.
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Un solo síntoma es suficiente
La posibilidad de superar un ictus con mayor o menor éxito depende en gran manera de la rapidez con que se trate: si se aborda en una unidad especializada en las cuatro horas posteriores al accidente las posibilidades de tratarlo con éxito son elevadas.
Según va aumentando el tiempo todo se complica. Por eso es tan importante saber identificarlo.
Es muy importante reconocer los síntomas a tiempo y llamar al 112 de inmediato. Como ha explicado Fuentes, “
cada persona tiene un ictus diferente” y hay que conocer todos los posibles síntomas, pues uno de ellos es suficiente para pedir atención médica urgente. “Solo la mitad de las personas llaman al 112”, asegura Fuentes. “Hay algunos que cogen el coche y llevan a la persona al hospital. Esto es un error, porque no se activa el código ictus, y se atrasa el tratamiento, porque en la ambulancia activan directamente el protocolo y trasladan al paciente al hospital con la Unidad de Ictus operativa y un neurólogo esperando en la puerta”.
Vida tras el ictus
El ictus es una enfermedad que deja marcado a quien la sufre de por vida. Tras el ataque y su tratamiento queda el camino más largo y costoso: la neurorehabilitación y neurorreparación. La vida sigue, pero requiere de un cambio de mentalidad. “El 30 por ciento de los ictus se pueden volver a repetir, y el segundo siempre es más difícil”, ha explicado en el Aula Inidress
Mª Isabel Egocheaga, responsable del área vascular de la Sociedad Madrileña de Medicina General y de Familia (
SEMG) y miembro del Comité Técnico de la Estrategia en Ictus del Sistema Nacional de Salud.
Los pacientes de ictus presentan una gran comorbilidad, para cuyo manejo es necesario estar preparado. “Los pacientes tienen que estar informados para tener una actitud activa y autocuidarse”, explica Egocheaga. “Hay que hacer partícipe a los pacientes de sus decisiones. Tienen que saber lo que hacemos, porque si no lo entienden no lo van a hacer bien. Podemos hablarles de todos los tratamientos, pero si no se adhieren a estos en el tiempo no sirve de nada”.
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