El adulto asintomático a veces esconde una depresión diagnosticable y, por lo tanto, tratable.
Las recomendaciones de Medicina Preventiva referentes en la comunidad internacional (que emanan de la
United States Preventive Service Task Force) han incluido el cribado de la depresión a toda la población adulta
aun en ausencia de clínica observable.
Así se deduce de la lectura del
artículo al respecto publicado por la revista JAMA en enero de este año que, en meses sucesivos, ha sido objeto de
comentarios y editoriales adicionales para reflexionar sobre la decisión.
Conforme a lo que razona la propia reseña, que firma el médico
Albert L. Siu, hacer un ‘barrido’ a la población que se sitúa más allá de la frontera de la adolescencia –es decir, la población adulta en general mayor de 18 años–
debe formar parte del programa preventivo de cada sistema sanitario, pues se obtiene un balance favorable tanto desde el punto de vista económico como de mejoría global de la salud mental de los ciudadanos. Es decir, se consigue revertir la depresión y ello redunda en menores costes para la sanidad a largo plazo.
Según argumenta el facultativo, las propias escalas que utiliza la
United States Preventive Service Task Force dejan clara la coste-eficiencia del proceso, al que corresponde
la categoría B de las tablas de la asociación americana, donde se dice que ésta recomienda implantar el servicio porque “existe una elevada certeza de que el beneficio neto es, como poco, moderado”.
Asimismo y de acuerdo con Siu, el autor del trabajo, la organización estadunidense ha concluido que
existe evidencia científica de la mejoría de los resultados en depresión diagnosticada y tratada cuando se combinan los programas de cribado con la adecuada respuesta asistencial en adultos con especial atención a
embarazadas y mujeres en el momento del posparto.
A su vez, el estudio especifica otros grupos con más riesgo de depresión que el promedio, en concreto personas con
bajo nivel de estudios, casadas de forma prematura o desempleados, entre otros.
Antidepresivos y terapia cognitivo-conductual
Las conclusiones de la investigación no dudan, en última instancia, de las bondades del cribado a toda la población adulta, por medio de test específicos y otras exploraciones basadas en la entrevista clínica y la relación médico-enfermo, pues se ha probado que llevarlo a la práctica redunda en un diagnóstico mucho más preciso de la enfermedad,
un tratamiento más efectivo y un adecuado seguimiento de paciente a lo largo del tiempo.
Entre los tratamientos que se mencionan, destaca la
terapia farmacológica con antidepresivos (en concreto se citan los inhibidores de la recaptación de serotonina) pero, también, la
cognitivo-conductual y, de forma preferible, una combinación de ambas.
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