Vicente Gasull.
Cerca de
400 profesionales de Atención Primaria se han reunido recientemente en Madrid para avanzar en
el abordaje de la enfermedad mental más frecuente: la depresión. En el encuentro Avanzando en Depresión en Atención Primaria, organizado por Lundbeck, han tenido ocasión de analizar el impacto laboral de la enfermedad, las principales comorbilidades y las necesidades no cubiertas en Atención Primaria, entre otros temas, tal y como expone
Vicente Gasull, médico de Familia y coordinador del Grupo de Salud Mental de Semergen, y uno de los ponentes de la jornada.
¿Es la depresión uno de los principales motivos de consulta en Atención Primaria? ¿En qué porcentajes aproximados?
Indudablemente, sí.
Las enfermedades mentales suponen el 40 por ciento de las enfermedades crónicas y de todos los trastornos neuropsiquiátricos el 12 por ciento corresponden a depresión. Pues bien, se estima que los trastornos mentales ocupan el 30 por ciento de los problemas de salud atendidos en Atención Primaria.
Las enfermedades mentales suponen el 40% de las enfermedades crónicas
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En España, la prevalencia en adultos es del 10,5 por ciento (Estudio Esemed). Esto quiere decir que, si consideramos que
un cupo de Atención Primaria esté entre 1.500 y 1.600 SIP, cada médico de Familia tendrá en su cupo entre 150 y 160 pacientes con depresión. La prevalencia de depresión como problema de salud atendido en AP, se sitúa en torno al 19,5 por ciento.
¿Qué papel desempeña el médico de Familia en una patología crónica como la depresión?
Es fundamental.
El médico de Primaria, por sus características, conoce a sus pacientes y sus condiciones familiares y sociolaborales, y por ello ocupa una posición óptima para conocer la personalidad del paciente e identificar las situaciones de riesgo (cambios biográficos) que generan malestar emocional y pueden actuar como desencadenantes del proceso depresivo. Esto permite que pueda desarrollar actividades de promoción y prevención de la depresión y ser una pieza clave para realizar un diagnostico precoz.
El médico de AP deberá realizar el seguimiento del proceso y del tratamiento, valorando la aparición de efectos adversos (que favorecen el abandono del mismo), la adherencia y la respuesta al mismo. En caso de no alcanzar los objetivos terapéuticos (obtener la remisión) deberá realizar los cambios necesarios en el tratamiento o actuar coordinadamente con Salud Mental para adecuar el tratamiento.
Un aspecto muy importante que quiero destacar es el papel que debe jugar el médico de AP en la detección de ideación y planes estructurados de suicidio. Es también importante
la labor psicoeducativa que puede desarrollar el médico de Familia y que ayudará a que tanto el paciente como su familia se involucren en el tratamiento, eliminen falsas creencias y en general formen parte activa junto con los profesionales sanitarios de su tratamiento.
Por último, el trastorno depresivo mayor es un proceso crónico con frecuentes recaídas y recurrencias, y por ello
el médico de AP juega de nuevo un papel fundamental en su diagnóstico precoz y en la reinstauración del tratamiento, con lo cual se mejorara su pronóstico y evolución.
Los síntomas cognitivos de la depresión limitan el funcionamiento diario del paciente en todas las esferas de su vida (familiar, laboral, social). ¿Qué síntomas cognitivos son los más prevalentes?
Los síntomas cognitivos más frecuentes son la dificultad de concentración, los olvidos frecuentes, la indecisión con dificultad para tomar decisiones y priorizar y el procesamiento lento (habla y respuestas lentas). Todo esto lleva a que el paciente realice una autoevaluación negativa de sí mismo que induce a una pérdida de autoestima y a que limite las interacciones sociales.
¿Cómo inciden esos síntomas cognitivos en la recuperación funcional del paciente, objetivo terapéutico en depresión?
Inciden y mucho. Imaginemos cómo debe sentirse una persona que tiene conciencia de que es más lento en el trabajo, que le cuesta concentrarse, que rinde menos, que le cuesta “un mundo” tomar decisiones, etc. Es fácil de comprender que la percepción que tendrá de sí mismo no debe ser muy buena, llevándole a minusvalorarse y dificultándole el volver a tener la autoestima y funcionalidad previa al episodio depresivo.
La formación continuada del médico de Primaria en depresión es esencial
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No debemos olvidar que
los síntomas cognitivos son los síntomas residuales más frecuentes. Su presencia nos debe alertar sobre el hecho de que no se ha logrado la remisión del episodio depresivo y que por tanto la recaída o recurrencia del proceso es más probable, con la repercusión que tendrá sobre la salud y calidad de vida del paciente.
¿Qué se puede hacer para favorecer el diagnóstico precoz de la depresión desde AP?
Para favorecer el diagnóstico es preciso tener una actitud proactiva y buscar aquellos factores o situaciones que pueden favorecer la aparición de un trastorno depresivo. Para logarlo, indudablemente,
la formación continuada del médico de Atención Primaria es esencial. Ahora bien, más que una formación académica, en el sentido estricto, creo mucho más eficiente una buena interrelación con el psiquiatra y realizar un abordaje colaborativo del paciente (común a ambos profesionales) ya que, de este modo, se realiza un aprendizaje más práctico y sobre situaciones reales del día a día. Esto, además, creo que redunda en una mejor asistencia al paciente y da agilidad al sistema.
Otro elemento clave pienso que es
la Enfermería, parte integrante fundamental del equipo de Atención Primaria. El enfermero/a tiene una gran cercanía (al igual que al médico de AP) con el paciente y su familia y esto puede llevarle a detectar síntomas, cambios de comportamiento o conducta… que pueden hacer destapar una depresión subyacente. Así pues la buena interrelación médico-enfermero la considero muy deseable.
Por último, y como no puede ser de otro modo, la reivindicación de siempre, tiempo. Atención Primaria necesita más recursos y más tiempo para poder cumplir su cometido de dar una asistencia sanitaria de calidad.
El tratamiento farmacológico es un pilar básico, ¿de qué manera se puede mejorar la adherencia terapéutica?
La adherencia terapéutica se puede mejorar con fármacos seguros, bien tolerados, que presenten escasos efectos adversos; con pautas de tratamiento sencillas, claras y educando/empoderando al paciente. El paciente debe saber qué se le da, por qué, los efectos que se espera del tratamiento y el objetivo del mismo. Se deben explorar las barreras que tenga al tratamiento farmacológico, para abordarlas y vencerlas, porque en caso contario abandonará el tratamiento.
¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta el profesional de AP en el abordaje y tratamiento de la depresión?
Los retos que se plantea el profesional de AP son
lograr un diagnóstico precoz para de este modo iniciar un tratamiento lo más precoz posible; adquirir habilidades en comunicación para saber abordar los tabús, barreras, falsas creencias… del paciente y su familia, y de este modo lograr una buena relación médico-paciente-familia y una buena adherencia al tratamiento.
Pero también lograr el objetivo del tratamiento, que no es otro que, la remisión del proceso depresivo y la recuperación funcional del paciente. No conformarse con la respuesta al tratamiento sólo; y saber detectar los síntomas residuales que son un potencial riesgo de recaída y recurrencia.
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