La mayoría de los diagnósticos reflejaban trastornos del desarrollo de la función motora o del habla y el lenguaje.
Un grupo de investigadores ha descubierto que los
hijos expuestos al SARS-CoV-2 durante el embarazo tienen
más riesgo de sufrir patologías de neurodesarrollo. El estudio, publicado en la revista científica
JAMA, también demuestra que el 14 por ciento de las embarazadas contagiadas de Covid-19 sufren partos prematuros. Así lo explica
Andrea G. Edlow, principal autora de la investigación, que ha contado con los
datos de 222 hijos de madres infectadas por Covid-19. En estos "era más frecuente observar
diagnósticos de neurodesarrollo, sobre todo en los expuestos a la infección materna durante el tercer trimestre", tal y como explica
Andrea G. Edlow, principal autora de la investigación.
Edlow detalla que "la mayoría de estos diagnósticos reflejaban
trastornos del desarrollo de la
función motora o del habla y el lenguaje, en particular". Aún así, de forma generalizada, "el estudio identificó
mayor riesgo de parto prematuro entre las madres positivas al SARS-CoV-2". De hecho, la investigación demuestra que "el parto prematuro fue
más probable entre las madres expuestas al Covid-19 (14,4 por ciento) frente a las que no lo estaban (8,7 por ciento)". Además, "el ajuste por parto prematuro no explicó el
mayor riesgo observado de incurrir en un
diagnóstico de neurodesarrollo. Es decir, el modelo de regresión totalmente ajustado que incluye el parto prematuro sigue indicando un
riesgo significativamente elevado, con un cociente de probabilidad de 1,86 para cualquier diagnóstico de neurodesarrollo entre los hijos con exposición al
SARS-CoV-2)".
Según explica Edlow en el estudio, "estos resultados preliminares sugieren un mayor riesgo de resultados adversos en el neurodesarrollo al año entre los
hijos expuestos al SARS-CoV-2, y destacan la urgencia de realizar estudios de seguimiento en cohortes grandes y representativas. En términos más generales, este análisis indica la viabilidad de aprovechar los datos de las
HCE (historias clínicas electrónicas) para un
estudio de cohorte retrospectivo que puede
permitir la detección de señales de riesgo antes de que se disponga de tales estudios de seguimiento prospectivo a gran escala".
La investigación, que utiliza datos clínicos codificados extraídos de las HCE, "es susceptible de ser ampliada a través de múltiples sistemas de salud en los Estados Unidos. e internacionalmente", añade Edlow. Además, la investigadora señala que "dichos estudios de seguimiento serán fundamentales para confirmar las asociaciones que identificamos, y para estimar con mayor precisión el riesgo y la naturaleza potencial de las
secuelas del neurodesarrollo de la exposición al SARS-CoV-2 en el útero".
Riesgo durante el tercer trimestre de embarazo
La autora principal del estudio recalca que "la magnitud de la asociación entre el riesgo de patologías de neurodesarrollo y el
SARS-CoV-2 en el embarazo solo disminuyó modestamente entre los bebés que nacieron a las 37 semanas o más tarde, con un cociente de probabilidad ajustado de 1,68". Además, Edlow destaca que "dada la asociación conocida entre el
Covid-19 grave en el embarazo y el mayor riesgo de
parto prematuro, los excluidos en este análisis de sensibilidad son teóricamente los
individuos con mayor riesgo de sufrir efectos adversos en el neurodesarrollo, según el mecanismo propuesto".
Asimismo, la investigación aclara que "el hallazgo de que la direccionalidad y la magnitud del efecto se mantienen entre los partos a término proporciona una prueba más de que esta asociación requiere un seguimiento en estudios más amplios con la potencia adecuada para dicho análisis".
A pesar de todo esto, "todavía no se sabe si existe una conexión definitiva entre la
exposición prenatal al SARS-CoV-2 y el
neurodesarrollo adverso en la descendencia, en parte porque los niños nacidos de mujeres infectadas en la primera ola de la pandemia son menores de dos años". De hecho, un estudio de cohorte longitudinal de 57 bebés con exposición prenatal al SARS-CoV-2 en China identificó déficits en el dominio socio-emocional de las
pruebas de neurodesarrollo a los tres meses de edad, aunque el diseño del estudio no permitió controlar importantes factores de confusión, como la
separación entre la madre y el bebé, ni incluyó un grupo de comparación no infectado.
En definitiva, según detalla Edlow, "estos hallazgos, que identifican una asociación entre la
exposición prenatal al SARS-CoV-2 y los
diagnósticos de neurodesarrollo a los 12 meses, son coherentes con una gran cantidad de literatura que incluye estudios en humanos y animales que vinculan la infección viral materna y la
activación inmunológica materna con los trastornos del neurodesarrollo de la descendencia más adelante en la vida, algunos de los cuales pueden ser presagiados ya en el primer año de vida", concluye.
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