16 may. 2017 13:20H
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POR REDACCIÓN
Las bacterias en el microbioma intestinal llevan a la creación de malformaciones cavernosas cerebrales (conocidas por sus siglas en inglés CCM), que pueden causar accidentes cerebrovasculares y convulsiones. Esta es la conclusión de un estudio llevado a cabo por la Escuela de Medicina Perelman de la Universidad de Pennsylvania, en Estados Unidos, y que ha sido publicado recientemente en la revista especializada 'Nature'.
El equipo de investigación, dirigido por el profesor de Medicina Cardiovascular Mark Khan, sugiere que la alteración del microbioma en pacientes con CCM es la terapia más eficaz para tratar esta enfermedad que afecta aproximadamente a una de cada entre 100 y 200 personas. Esta patología se puede presentar de forma esporádica (en el 80% de los casos y más frecuente en personas mayores) o hereditaria (en el 20% restante).
El laboratorio de Khan había descubierto en 2016 el mecanismo molecular en las células endoteliales que subyace a la formación de CCM. Sobre esa base han detectado que esta vía molecular es activada por TLR4, un receptor de la molécula bacteriana lipopolisacárido (LPS). Al experimentar con ratones han comprobado que con la activación de TLR4 en células endoteliales cerebrales por LPS se aceleró enormemente la formación de CCM, mientras que si eliminaban genéticamente el TLR4 de las células endoteliales o si se trataban con fármacos para bloquear su función se evitaba la formación de las mismas.
Pacientes humanos
Los científicos probaron los resultados en pacientes humanos, por lo que analizaron varios cientos de casos que llevaban una mutación idéntica en un gen CCM, pero mostraban un curso de enfermedad ampliamente variable. En un trabajo conjunto con el equipo de la Universidad de Nuevo México (UNM) y la Universidad de California, San Francisco (UCSF), ambas en Estados Unidos, dedujeron que las variaciones genéticas que aumentan la cantidad de TLR4 que se produce están asociadas con un mayor número de lesiones CCM, lo que sugiere que el papel clave de la señalización LPS-TLR4 identificado en roedores está presente en los seres humanos: “Esto sugiere que se pueden emplear los tratamientos diseñados para bloquear la señalización TLR4 o alterar el microbioma con la finalidad de tratar esta enfermedad”.
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