La estimulación del cerebro con electrodos se utiliza en pacientes con párkinson o trastorno obsesivo-compulsivo grave.
5 ene. 2017 17:50H
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La estimulación cerebral profunda (ECP) para tratar el párkinson (o enfermedades psiquiátricas como el trastorno obsesivo-compulsivo extremo), entre otros desórdenes neurológicos, apenas incluye variaciones de intensidad y frecuencia a la hora de aplicarla a los pacientes. Ahora, un nuevo estudio demuestra que un simple cambio en el ritmo con que se aplica el estímulo consigue iguales o mejores resultados con menor gasto de energía.
La investigación, que se ha publicado en Science Translational Medicine, la ha llevado a cabo un grupo de científicos de la Universidad Duke en Carolina del Norte (Estados Unidos).
En ella se experimenta al utilizar nuevos patrones temporales en el uso de la ECP y se comprueba ese menor coste energético para un mismo resultado de control y alivio de los síntomas.
En la ECP, un pequeño dispositivo llamado neuroestimulador envía regularmente impulsos eléctricos y bloquea los desórdenes que provocan los síntomas del párkinson, como los temblores, la rigidez y la inestabilidad.
Aplicado con un procedimiento quirúrgico, el aparato es similar al marcapasos cardíaco, pero sus señales eléctricas están dirigidas a las zonas del cerebro que controlan el movimiento.
El problema, de acuerdo con el estudio, es que la eficacia de esta técnica depende del tipo de frecuencia de la estimulación. “Desafortunadamente, las frecuencias altas de estimulación también causan efectos secundarios más fuertes y consumen más energía que las bajas, lo que lleva a un reemplazo quirúrgico frecuente de las baterías”, se explica en el artículo.
El cambio de batería del neuroestimulador
Agotadas las baterías del neuroestimulador, hay que volver a someter al paciente a una cirugía, con los riesgos que ella conlleva. Por ese motivo, los investigadores decidieron buscar una forma más eficiente de aplicar este tratamiento.
Diseñaron un modelo computacional para identificar un nuevo patrón temporal de estimulación que lograra ajustar el intervalo entre los impulsos eléctricos. “Por lo tanto, disminuye el requisito energético de la estimulación y sus consecuentes riesgos asociados a reemplazos frecuentes”, han subrayado los autores del estudio.
El modelo diseñado por los investigadores logró, a su vez, mantener la eficacia de la ECP y ahorrar la cantidad de energía gastada. Además, para los autores de este estudio, los resultados abren la posibilidad de que cada paciente tenga un modelo específico para su tratamiento.
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