La asesora de gabinete de la Secretaría de Estado de Sanidad, Alda Recas.
El secretario de Estado de Sanidad,
Javier Padilla, depositó en diciembre su confianza como asesora de gabinete en
Alda Recas, una enfermera escolar, amén de experta en gestión sanitaria y
Salud Pública, entre cuyos avales también se halla una trayectoria vinculada al activismo social. Es de verbo ágil y certero, como su trato, cercano y diáfano para no dar lugar a innecesarias dobles lecturas. Entre sus planes está el impulso de una serie de medidas que otorgue a la
Enfermería y otras categorías profesionales sanitarias, como la de
TCAEs, el lugar que, por formación, les corresponde de cara a poner todo su conocimiento y todas sus capacidades al servicio de la población. Es la base de la
Estrategia de Cuidados en la que Recas trabaja desde el departamento ministerial que dirige
Mónica García.
Recibe a
Redacción Médica en su despacho en la sede del
Ministerio de Sanidad. No escatima palabras ni argumentos para justificar los retos que su equipo y ella se han marcado -ya dijo Roberto Bolaño que nunca hay demasiados libros-. El primer paso, según avanza, es hacer una radiografía de la situación, mapa de competencias mediante, que derive en la actualización del marco legal vigente en torno a la profesión: el
Estatuto Marco y la
Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias, entre otras normativas. Reconoce que la hoja de ruta es “ambiciosa”, pero ya se sabe: nunca hay demasiados planes, nunca demasiadas propuestas de cambio.
¿Cuáles son las líneas maestras de la Estrategia de Cuidados del SNS en la que se está trabajando?
Recas critica el "vacío de información enorme" en torno a la figura de las enfermeras especialistas.
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Cuando llegamos al Ministerio, el grupo motor de la
Iniciativa Marco de Cuidados (Imacu) ya llevaba trabajando en ello un año. Pero desde la Secretaría de Estado y yo, en concreto, pensamos que faltaban algunas cosas. Cuando hablamos de Estrategia de Cuidados, lo hacemos de un modelo que va a definir la capacidad que tendrá en los siguientes años nuestro sistema para atender las necesidades de salud de la población, especialmente en cuanto a la
cronicidad de enfermedades. El hecho de que la Secretaría de Estado haya apostado por una enfermera como yo para ser su asesora no es casualidad. Al contrario, se trata de una apuesta segura, tanto de la ministra como del secretario de Estado, por dar a los cuidados la importancia que pensamos que hay que darle.
Queremos un modelo basado en el siglo XXI y, para eso, era necesario identificar otros aspectos alrededor de la estrategia que le diera más peso, por ejemplo, la ordenación profesional. Hacía falta preguntarnos cómo manejamos los recursos humanos en materia de cuidados, no sólo en cuanto a la Enfermería, sino también a otros perfiles como los TCAEs, teniendo en cuenta que los cuidados han de abordarse desde equipos multidisciplinares. Pese a que hay estudios de necesidad de médicos, en el caso de otras profesiones como la Enfermería, nos faltaban esos datos. Por tanto, lo primero que hemos hecho, para dar más peso a la Imacu, ha sido empezar a hacer esos estudios de necesidad, algo que es más complicado en una materia multidisciplinar como los cuidados. Desde el Ministerio apostamos por impulsar un mapa de competencias y hacer un análisis real de la situación: ¿cómo están las enfermeras, tanto las generalistas, como las especialistas, que tienen otros tipos de problemas?, ¿cuál es la situación de figuras emergentes como la
Enfermera de Práctica Avanzada (EPA)? A partir de ahí ya se puede diseñar un modelo de cuidados basado en toda esta información.
Las competencias de las enfermeras, nuestros roles, han ido y van cambiando según evolucionan los cuidados, y en España hemos ido caminando muy deprisa sin contar con una normativa específica que amparara ese cambio. Dar solución a eso es otro de los grandes objetivos de este Ministerio y de esta Secretaría de Estado. Tenemos una Ley del Medicamento que dejó fuera a las enfermeras como finalistas, con todo lo que eso implica, una Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias que todavía habla de diplomados, un Estatuto Marco que todavía viste un traje viejo y un sistema obsoleto con el que no conseguimos una reclasificación clara y que, por tanto, no nos permite actualizar las funciones de las profesiones. En definitiva, contamos con un marco normativo en torno a los cuidados que precisa actualizarse para que, una vez que tengamos claro el modelo de necesidades, seamos capaces de desarrollarlo en la máxima potencia y, así, dar a las enfermeras la capacidad finalista que merecen nuestras competencias. Nuestra hoja de ruta es ambiciosa: las enfermeras no estamos representadas en los lugares necesarios, y tenemos una línea estratégica para que se nos conozca y se nos valore.
"La Ley del Medicamento dejó fuera a las enfermeras como finalistas"
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¿Es demasiado pronto para hablar de fechas para alcanzar esos objetivos o ya hay un horizonte concreto?
La asesora de la Secretaría de Estado de Sanidad aboga por hacer una ratio de enfermeras "por complejidad de cuidados".
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Como ha dado la casualidad de que estaba abierta la la reforma de la Ley del Medicamento, nos hemos sentado con diferentes actores para ver cómo podemos ir adaptando al siglo XXI la
prescripción de fármacos por parte de las enfermeras y del resto de profesionales prescriptores. Estamos aprovechando esa oportunidad. Cuando se abre una puerta, hay que ir de lleno a por ello. Lo estamos negociando, además, con respaldo legal, social y de todos los actores implicados. Ocurre lo mismo con el Estatuto Marco, cuya negociación ya se ha retomado, lo cual queremos aprovechar para avanzar en la
reclasificación profesional de la Enfermería y en asuntos como que las enfermeras podamos ocupar puestos de dirección. Todos esto está ya sobre la mesa y, como digo, hay que aprovechar cualquier resquicio para ir a por ello. Hay una hoja de ruta, y aunque es verdad que los tiempos nos los marcan los grupos de trabajo, las comisiones, etcétera, les ha quedado claro que cuáles son nuestras prioridades.
Ha mencionado la mejora en la gestión de casos y la indicación de fármacos de las enfermeras, como pide la profesión, al igual que la regulación de la EPA. ¿Qué competencias se ampliarían en este caso concreto?
La enfermera es consultora, investigadora y finalista. Para conseguirlo plenamente, pensamos que lo primero que hay que hacer es una foto de la situación general, conocer las carencias que llevamos arrastrando durante treinta años y que, por lo tanto, necestiamos arreglar. Tras ello trabajaremos en al modelo de EPA. Nos parece una figura esencial, pero ahora mismo, con la normativa vigente, las enfermeras no podemos ser finalistas. La EPA está en nuestra hoja de ruta, pero un poco más adelante. Nos queda todavía un camino por recorrer.
"La Enfermera de Práctica Avanzada está en nuestra ruta, pero más adelante"
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Sobre la reclasificación, parece clara la voluntad del Ministerio por las enfermeras se enmarquen en el grupo A1. ¿Qué opina sobre la postura de los médicos de ‘escalar’ a un grupo A plus? ¿Cree que habría de existir un único grupo A sin subdivisiones?
Lo cierto es que también hay mucha desinformación al respecto. La visión del Ministerio es multiprofesional: una persona tiene que llegar al puesto que le corresponda según su formación, según la titulación que se requiera. Tenemos claro que el modelo en escalas A, B, C está obsoleto. Por ejemplo, el Plan Bolonia no encaja en ese sistema. Por lo tanto, lo que estamos valorando y en lo que estamos trabajando con diferentes actores es en una reclasificación basada en otros aspectos: si yo soy enfermera, soy especialista y tengo una tituación específica, tendré que alcanzar un estatus laboral concreto por esa formación que me avala, no por mi profesión en sí. No hablamos sólo de medicos y enfermeras, sino también, por ejemplo, de TCAEs. Ese es el cambio más importante que tenemos que conseguir.
Otra de las cosas que se viene pidiendo también desde la profesión, por ejemplo, desde el Consejo General de Enfermería (CGE), es el impulso de una Ley de Enfermería Escolar. ¿Qué planes hay al respecto en el Ministerio?
La responsable sanitaria no descarta un plan específico para solucionar los casos de enfermeras especialistas con contrato de generalista.
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No se ha planteado por ahora. Creo que tenemos mucho margen de mejora en los cuidados a la comunidad, tanto escolar como de Atención Primaria, como para que haya necesidad de una ley. ¿Nos podemos sentar a hablar? Sin duda alguna, pero me parece que justo el sistema, basado en una coordinación entre Primaria y
Enfermería Escolar, está bastante asentado y, probablemente, por ello no requiera una ley específica para desarrollarlo. Todas las comunidades autónomas están de acuerdo en que la figura de la Enfermera Escolar, más allá de la asistencial, con ese enfoque de prevención y de promoción de la salud con un modelo del siglo XXI, es necesaria, coordinándose con la Atención Primaria. Estamos evaluando el plan de Atención Primaria que ya ha terminado y vamos a hacer el siguiente, y esa conexión con la enfermera escolar desde la promoción y la prevención es uno de los de los objetivos.
Si no es con una ley, ¿cómo se articularía el modelo?
Se tendrá que ver, pero yo creo que, ahora mismo, con las herramientas que tenemos y teniendo en cuenta que el discurso social y el político coinciden en que esa figura es necesaria, vamos a ir a por ella.
¿Cómo valora el hecho de que profesionales de la Enfermería estén ocupando cada vez más puestos de gestión?
En realidad, siempre ha sido así. Dentro de la carrera tenemos unas horas lectivas que siempre nos ha dado competencias en gestión. Otra cosa es que las normativas, mal vistas, no nos hayan permitido muchas veces llegar a los lugares que, por formación, nos corresponden. Ahí tenemos también mucho trabajo que hacer, pero gestoras hemos sido siempre.
Ha mencionado la relación con las comunidades autónomas. ¿Cómo está siendo el diálogo con los gobiernos regionales, teniendo en cuenta la mayoría del PP en el mapa territorial?
No está habiendo tantas dificultades como parece. En el caso concreto del
Consejo Interterritorial, al final, cuando todas las partes se sientan, coinciden en cuáles son los problemas que hay que solucionar. Yo creo que si algo tiene este Ministerio es que puede hablar tranquilamente con todas las comunidades autónomas. Por eso, yo creo que la coordinación y la comunicación con ellas va a ser buena, y mucho más en un tema como el modelo de cuidados. El quid de la cuestión es que hay un reto, muy importante, que es dejar de hablar de falta de recursos humanos y centrarnos más en qué podemos hacer para que esos recursos no se vayan. Para eso es necesario el mapa de competencias del que hablaba antes, un modelo basado en la realidad de los determinantes sociales de la salud y todo lo que todo lo que eso implica. Tenemos que hacer que los gobiernos autonómicos lo entiendan. Y, en realidad, yo creo que lo entienden perfectamente. A todo el mundo le importa que la población esté mejor y que en este país haya un talante de diálogo y de comunicación.
"Hemos empezado a hacer estudios de necesidad de enfermeras"
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¿El diálogo con otros ministerios, por ejemplo, Derechos Sociales en el caso de avances en el modelo de cuidados de larga duración, es igual de fluido?
Es muy fluido. La clave de los avances sociosanitarios es la comunicación entre todos y el trabajo conjunto. Ambos ministerios tenemos eso claro y estamos trabajando en la estrategia de desinstitucionalización en los cuidados. En el caso de Derechos Sociales, se trata de cuidados más informales y en el nuestro, cuidados basados en la ciencia enfermera, pero, si no hay conexión, no vamos a conseguir nuestro objetivo, que es mejorar la salud de la población.
El secretario de Estado se reunió precisamente con responsables de Derechos Sociales para abordar ese modelo conjunto. ¿Qué se puso sobre la mesa?
Lo que ha quedado claro es que necesitamos sentarnos y poner los pies en la tierra porque, al final, aunque se planteen a nivel ministerial unos proyectos preciosos, cuando bajas a la tierra la cosa se complica. Estuvimos analizando los puntos fuertes del modelo de cuidados de larga duración y también los puntos débiles. Creo que estamos en un muy buen momento para poner todo eso sobre la mesa e intentar coordinarnos para solventar las carencias.
Muchos de los planes de los que me habla ya se empezaron a abordar durante la época de Carolina Darias como ministra de Sanidad. ¿Ustedes apuestan por aprovechar el trabajo previo o por hacer borrón y cuenta nueva?
Nunca. La idea del Ministerio no es llegar y romper lo que existe. Yo ya me he reunido con las compañeras de Imacu y lo que proponen coincide con parte de nuestra hoja de ruta. Lo que vamos a hacer es enriquecer todo cuanto hay alrededor de la Iniciativa Marco para dar más peso al modelo de cuidados y fomentarlo desde el Ministerio. Aquí tenemos enfermeros y enfermeras con unos conocimientos buenísimos que pueden dar soporte a toda esta hoja de ruta.
Recas afirma que los actuales responsables de Sanidad aprovecharán el trabajo previo en torno a la mejora del rol de las enfermeras..
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¿Qué iniciativas se plantean desde el Ministerio para reactivar y mejorar la gestión de las bolsas de enfermeras especialistas?
La situación es peor que la que esperábamos. Hay un vacío de información enorme sobre la situación de enfermeras especialistas. Sabemos el número que hay, porque en el Ministerio tenemos los títulos, pero ¿están trabajando como especialistas? ¿Tienen salario diferente a una generalista? ¿En qué puestos se precisan? ¿Se han creado las categorías de especialistas? ¿Se han creado unas OPE y unas bolsas específicas de especialistas? No se sabe. Por eso, lo primero que hemos hecho ha sido encargar un estudio para ver dónde están las especialistas, cómo están y poder poner solución a todos esos problemas. Si apostamos por las especialidades, hay que hacerlo de forma firme. No podemos seguir a medias, pero ¿cómo lo hacemos si nos falta información? Esperemos que obtengamos los resultados del estudio de necesidad para ver cuál es la foto concreta de la situación y buscar soluciones.
Teniendo en cuenta que esas competencias son de las comunidades autónomas, ¿qué peso tiene el Ministerio para ofrecer esas soluciones?
Algo que hemos visto a través del plan de Atención Primaria es que las comunidades se dan cuenta de qué medidas han impulsado otras y les preguntan, hablan. Hay un enriquecimiento entre todas. Esto también está muy relacionado con otro punto que quería destacar, que es el discurso social de la necesidad de enfermeras. En el caso de los médicos eso ya existe, pero, en el caso de las enfermeras, nos queda mucho camino por recorrer. Se ha trabajado mucho a la hora de visibilizar a las enfermeras. Ya tenemos datos y evidencias científicas sobre las necesidades de la población y, por tanto, lo que nos falta es dar a conocer mejor qué puede aportar la Enfermería y apostar por ello.
Según un estudio, más del 60 por ciento de enfermeras especialistas trabajan con contrato generalista. ¿Cómo valora esa situación y de qué forma se le podría poner remedio desde las competencias directas del Ministerio?
Yo diría que el porcentaje es incluso mayor, si se tiene en cuenta a las matronas. En cualquier caso, primero quiero contar con los resultados del estudio sobre las especialidades. Una vez que tengamos los datos y se confirme lo que pensamos, que
la mayoría de especialistas tienen contrato como generalistas o, lo que es peor, que hay especialistas en Familiar y Comunitaria trabajando en un hospital porque no hay sitio para ellas en el centro en el que se ha formado, habrá que hacer un plan específico para solucionarlo, sin duda alguna.
"Haremos un plan específico para solucionar la situación de enfermeras especialistas con contrato de generalista"
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¿Cabe hablar, por tanto, sobre cuál debería ser la ratio de enfermeras o, por el contrario, no se puede limitar el análisis sobre su situación a apuntar números?
Es una pregunta buenísima. Consideramos que hay que hablar de ratios enfermeras y TCAEs, pero según la complejidad de los cuidados. Ya hay escalas validadas en otros países y yo creo que esa es la clave. Ahora mismo estamos estudiando qué actores pueden llevar a cabo la investigación para saber cómo llevarlo a efecto. Esperamos tener buenos resultados a medio plazo. En definitiva, no hablemos de números, hablemos de cuidados. Pienso que esa va a ser la base del sistema durante mucho tiempo, y de ello va a depender la calidad y la seguridad de esos cuidados.
Por último, se ha empezado a abordar el diálogo social para reducir la jornada laboral a 38,5 en la empresa privada, aunque el principal objetivo sea llegar a las 37,5 en 2025. ¿En el horizonte del Ministerio está alcanzar la meta de 35 horas en Sanidad o se aspira a llegar a las 32? ¿En qué colectivos específicos es más viable reducir la jornada?
Nosotros apostamos por la
jornada laboral de 35 horas en sanitarios. Lo hemos hecho antes y lo vamos a seguir haciendo. Presionaremos para conseguirlo, aportando estudios que demuestran que las 35 horas son posibles sin pérdida de recursos humanos y sin pérdida de calidad y seguridad.
¿Se considera que sería más viable en algún colectivo específico?
Creemos que habrían de beneficiarse todos los colectivos por igual. Creo que uno de los problemas que arrastra el sistema ha sido el querer compartimentar a los profesionales. Nosotros preferimos hablar de equipos multidisciplinares y de salud, todos a una.
Alda Recas, durante la entrevista concedida a Redacción Médica.
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