Las personas que
viven con espectro autista (TEA) viven barreras adicionales e incluso discriminación o estigmas en sus respectivos ambientes de trabajo. Dentro de una profesión como la
Medicina, acostumbrada a tratar con todo tipo de
pacientes, también hay quienes se ponen otras 'gafas' a la hora de mirar el autismo cuando es
un compañero quien tiene dicha condición.
Como
residente en Anestesia y bajo el usuario
@TEA_Anestesista en X (antiguo Twitter), un MIR ha decidido plasmar su día a día en esta plataforma sin revelar su identidad, ya que
prefiere preservar el anonimato frente a sus compañeros por un doble miedo: “Que me traten como si fuera inferior a las demás por el mero hecho de
reclamar adaptaciones; o que piensen que soy una especie de Shawn Murphy - de la serie ‘The Good Doctor’- y que soy un genio o algo parecido”, sostiene.
"Tengo miedo de que me traten como si fuera inferior por reclamar adaptaciones (...) o de que piensen que soy un genio o algo parecido".
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Este residente sí que nota diferencias, sin embargo, a la hora de
socializar con el resto de profesionales en ambientes extralaborales, ya que los planes de ocio que realizan son para él una “gran sobrecarga sensorial” y un
desgaste físico y mental muchas veces inasumible. “Esta exclusión fomenta más aún el sentimiento de extrañeza o de ‘extraterrestres’ que ya tenemos muchas personas en el espectro”, asegura.
Ponerse lo que él mismo llama “
el traje de neurotípico” frente a sus compañeros es para él lo más complicado, ya que el esfuerzo que supone para él comunicarse con ellos hace que sea “prácticamente incapaz de realizar tareas cotidianas al salir del hospital”, y
condiciona por ende su vida personal, además de la profesional.
Experiencias desagradables siendo médico con autismo
De hecho, las
experiencias más desagradables que ha vivido en el plano laboral han tenido lugar al confeccionar de cero esta indumentaria ficticia y
presentarse ante un nuevo equipo médico en las
rotaciones externas. También es especialmente complicado para él, en estos casos,
adaptarse a la rutina de un nuevo hospital: horarios, pasillos, tareas, planillas… Así como una especialidades diferentes a la suya: “
Sobrepasa mis niveles de ansiedad resultando en sobrecargas frecuentes, más torpeza en las técnicas manuales y más agotamiento al salir del hospital, no pudiendo descansar”, relata.
El
trato con los pacientes es más ‘sencillo’, dentro de lo que cabe. Fundamentalmente porque
eligió la especialidad de Anestesia por ofrecerle la posibilidad de tener menos contacto con ellos, pero al mismo tiempo
salir del laboratorio y experimentar otros ambientes laborales. Mirando al futuro, cree que es la rama ideal “para que el ejercicio profesional pudiera ser sostenible en el tiempo”.
Adaptaciones para médicos con TEA
Quienes sí son conscientes de su condición en el centro no le han ofrecido las adaptaciones que considera necesarias. Al comunicarlo, la única respuesta que recibió fue, tal y como recuerda, la siguiente: “Si has llegado hasta aquí, puedes conseguir lo que te propongas”. Desde ese momento no ha vuelto a hablar de esta cuestión en el trabajo: “Lo dije con la creencia de que el
Servicio de Salud Laboral servía para establecer
adaptaciones para los profesionales y que contarían con algún tipo de protocolo, pero no fue así”, recuerda.
"Creía que el Servicio de Salud Laboral servía para establecer adaptaciones a los profesionales y que contarían algún protocolo, pero no fue así".
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Él mismo tiene en mente algunas medidas que echa en falta y que facilitarían su trabajo. Una de ellas es
reducir el número de guardias, o al menos dar a elegir al profesional con
TEA la posibilidad de hacerlo, debido al
desgaste adicional que suponen estas jornadas para él. También considera que el Servicio en su conjunto debería “
evitar lenguaje confuso y dar las órdenes de forma clara”. Además, propone a los propios hospitales proporcionar “un espacio al que acudir cuando necesitáramos regularnos”.
Día a día como médico con TEA
Su principal objetivo en Internet es mostrar las
dificultades adicionales que añade el autismo a su trabajo de manera realista, sin “caer en victimismos” ni maquillar la realidad. No obstante, tiene sentimientos encontrados respecto al impacto de sus publicaciones, ya que por un lado recibe mensajes de madres de niños autistas que comprenden mejor a sus propios hijos gracias a su contenido y "tienen esperanza en que sus hijos puedan encontrar un trabajo y ser independientes", algo que según explica le hace sentir un enorme orgullo.
Pero analizando con perspectiva estas muestras de cariño, teme generar 'falsas expectativas' a sus seguidores dado que
"cada persona en el espectro es un mundo y única a su forma. Al igual que los neurotípicos, no todo el mundo por desgracia va a tener trabajo ni una vida independiente, y si tiene trabajo, no tienen por qué tener el mismo nivel de vida". Añade además que "el neurotipo de una persona
no marca su inteligencia o su éxito en la vida".
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