Hernández Medrano (izquierda), Tabernero (centro) y Díez Tejedor.
Dividir el ejercicio profesional entre la
práctica clínica y la
investigación normalmente se plantea como un ejercicio de suma 100: 50 por ciento del tiempo en una, el otro 50 por ciento en la otra. Pero a la actividad investigadora suele estar ligada otra no tan agradable y que ocupa mucho más tiempo del que se esperaba: la búsqueda de
financiación para las investigaciones.
Científicos muy distinguidos y premiados reconocen que dedican
casi la mitad de su tiempo en este asunto.
Redacción Médica ha hablado con investigadores reconocidos en el campo de la Medicina para preguntarles cuánto tiempo dedican a la búsqueda de financiación, y los resultados son significativos. “No es algo que hagas todos los días, sino que son picos de trabajo”, explica
Exuperio Díez Tejedor, jefe de Neurología de La Paz y vocal del Instituto de Investigación del hospital (Idipaz). En ocasiones no hay convocatorias de ayudas públicas o privadas; en otros momentos, se acumulan. “En total, entre un
10 y un 15 por ciento del tiempo de los investigadores se va en la búsqueda de financiación”.
El neurólogo reconoce que “hay más competencia a la hora de buscar financiación en las agencias públicas porque sus convocatorias se difunden más. En las privadas, en cambio, suelen concurrir investigadores con más trayectoria: hay
menos competidores pero más calidad”. La estructura del centro de investigación es muy importante: unas oficinas que van rastreando las convocatorias, que dan apoyo administrativo, que son conscientes de la innovación y ayudan en el campo de las patentes, etc. “Tener este tipo de apoyo es fundamental”.
Díez Tejedor apunta al cambio que han introducido en España los institutos de investigación, como el propio Idipaz. “La idea de que la investigación básica la hacía la universidad y los hospitales se dedicaban a la clínica ya está superada. Los institutos con mixtos y permiten agrupar a todos los investigadores, favoreciendo la investigación traslacional”.
Focalizar, buscar un nicho y perseverar
“Uno de los motivos para crear el Vall d’Hebron Institut of Oncology (VHIO) fue el garantizar tener toda una estructura de soporte a la gestión científica”. Su director,
Josep Tabernero (que además es presidente electo de la Sociedad Europea de Oncología Médica, ESMO) subraya la importancia de esta estructura independiente del hospital Vall d’Hebron como forma de soporte para acceder a fondos competitivos y a “la posibilidad de tener
patronos privados en la gobernanza que nos ayudaran a la financiación estructural”.
Tabernero apunta que “un buen investigador, que consiga mucha financiación, consume
entre un 25 y un 30 por ciento de su tiempo” en la gestión de los proyectos de investigación. Destaca la rigurosidad de las fuentes de financiación privada internacionales, a las que hay que dar parte de resultados frecuentemente, pero que “si tienes una estructura que te ayude, el tiempo se reduce a menos de la mitad”.
Exuperio Díez y Josep Tabernero coinciden en la necesidad de focalizar tu línea de trabajo y buscar un nicho donde uno pueda ser competitivo, que no esté saturado de grupos investigadores. El neurólogo de La Paz destaca la “
documentación, la búsqueda bibliográfica” para determinar el potencial del proyecto. El oncólogo, por su parte, señala que el investigador debe ser “curioso, perseverante, y a largo plazo es bueno evitar los egos, la arrogancia y la falta de ecuanimidad”. Y, coinciden los dos, escribir la memoria del proyecto con sumo cuidado.
Pensar en el 'cliente' final
Una visión totalmente distinta del asunto la ofrece
Ignacio Hernández Medrano, neurólogo del Ramón y Cajal, y graduado en Emprendimiento en tecnologías exponenciales de la Singularity University de Silicon Valley (EEUU). Esta experiencia le ha llevado a pensar de forma distinta en su labor investigadora.
“
Tu mejor beca de investigación es tener usuarios, gente que se beneficie de la tecnología que tú has generado y que le cambies tanto la vida que esté dispuesta a pagar por ello”. Hernández Medrano no dedica tiempo a pedir fondos de investigación “porque los proyectos son tan lentos y tan burocráticos que, probablemente, si lo hiciera ya habrían fracasado”.
Esa experiencia en uno de los motores creativos del mundo le ha llevado a ver en la
aplicación práctica de la ciencia el gran problema de la investigación española. “Un científico norteamericano te habla con total naturalidad de
start-ups,
spin-offs, de clientes… Lo que él hace no es para quedarse en un paper”.
Por eso, su consejo es: “Antes de ponerte a investigar en algo, piensa en
cuánto va a cambiar esto la vida de la gente en los siguientes tres o cinco años. Si eres capaz de hacer algo que consiga ese cambio, tu posibilidad de obtener financiación va a ser mayor”.
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