La exposición a partículas contaminantes favorece el desarrollo de episodios coronarios a corto y largo plazo

Francisco Pérez-Jiménez, doctor en Medicina y catedrático de la Universidad de Córdoba.


15 jun. 2024 12:20H
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El aire que respiramos nos quita años de vida. La polución,sobre todo la del aire, es un factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares olvidado. Por lo tanto, hay que tenerlo en cuenta a la hora de manejar a los pacientes y plantear decisiones. Es lo que ha querido transmitir Francisco Pérez-Jiménez, doctor en Medicina y catedrático de la Universidad de Córdoba, en su ponencia en el XXXVI Congreso de la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA), celebrado estos días en Castellón.

"En el mundo mueren 6 millones de personas al año por la contaminación y el 25 por ciento de los infartos e ictus cerebrales se deben a ella también", ha concretado Pérez-Jiménez en una entrevista para Redacción Médica. "La contaminación del aire afecta a la reproducción, a la placenta y al desarrollo del niño, al tubo digestivo, al corazón, al cerebro, etc. Y también puede llegar a producir cáncer, diabetes, entre otras enfermedades", ha añadido.

"La OMS dicta que un nivel de partículas contaminantes de 5 microgramos es perjudicial para la salud, pero en España se toleran 20 microgramos. Estamos ignorando un problema importante", ha detallado Pérez-Jiménez.


Sin ser conscientes, las partículas del aire se distribuyen por todo el cuerpo y ejercen efectos dañinos en todos los órganos. Respecto a las medidas puestas en marcha para frenar esta situación, el experto ha explicado que son las dirigidas a frenar el calentamiento porque tienen la misma causa: la presencia en el aire de contaminantes derivados de la quema de energías fósiles. Sin embargo, los programas de lucha contra el cambio climático "no progresan al ritmo que deberían".

"Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un nivel de partículas contaminantes de 5 microgramos es perjudicial para la salud. Los límites tolerados en España son de 20 microgramos. O sea, que lo que considera la OMS que es perjudicial a partir de 5, aquí se consideraría para la población de 20. Esto hace que se ignore un problema importante. La mentalización es escasa porque no llega a que la gente tome decisiones", ha asegurado el catedrático en esta cita anual de SEA.

Concienciación de clínicos y pacientes


Los clínicos tienen un rol importante a la hora de hacer que la población y sus compañeros sanitarios tomen conciencia de la magnitud de este problema. Tal y como ha señalado Pérez-Jiménez, una de las organizaciones sanitarias que más sensibilidad tiene en el tema es la Sociedad Americana de Cardiología que está trabajando para que los médicos recomienden al paciente cardiovascular o respiratorio que se cuide con acciones como salir a la calle con mascarilla o ventilar sus hogares.

"Los médicos tenemos que recomendar acciones concretas respecto a la polución y eso no se hace todavía. Cuando nosotros a una persona le decimos que tiene riesgo de enfermedad cardiovascular y que tiene que tratarse y cuidarse, nunca le añadimos que si está en un entorno con mucha contaminación, tiene que protegerse", ha resaltado el especialista.

El catedrático ha explicado que vivir próximo a una autovía ya es un factor de riesgo de ictus isquémico debido a la exposición crónica.


Durante su ponencia, Pérez-Jiménez ha aportado resultados de varios estudios con datos como que la exposición crónica o aguda (mínimo 7 días) a la contaminación favorece el desarrollo de episodios coronarios a corto y largo plazo. De hecho, vivir próximo a una autovía ya es un factor de riesgo de ictus isquémico por la exposición crónica. A todo ello se suma que más de la mitad de las muertes atribuibles a los contaminantes del aire son de causa cardiovascular.

Aunque no solo se trata del aire que respiramos, también de lo que comemos. Según ha especificado en su exposición este catedrático, los alimentos contribuyen en gran medida a crear esta contaminación debido a su producción, procesado, distribución y generación de residuos. Pero es que, además, los productos cultivados en ambientes con CO2 presentan menos proteínas y menos calidad nutricional.

Pérez-Jiménez ha especificado los órganos que resultan dañados con los altos niveles de contaminación de hoy en día.

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