José Miguel Seguí y Juana Carretero.
La importancia del
diagnóstico activo para detectar la obesidad en los pacientes de alto riesgo y con otras patologías asociadas
no cala entre los profesionales sanitarios. Un hecho que está provocando un
infradiagnóstico de una enfermedad que acaba de obtener su reconocimiento de crónica en Europa, pero aún no en España, por lo que su detección no está incluida en las guías clínicas.
“
Llegamos tarde al diagnóstico de la obesidad porque no hacemos una búsqueda activa. Salvo que el paciente entre a la consulta con una obesidad que nos sale por los ojos, no la vemos”, reclama la vicepresidenta de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI),
Juana Carretero, durante la Mesa redonda de Obesidad celebrada en la
XVI reunión del Grupo de Trabajo de Diabetes, Obesidad y Nutrición de la SEMI.
En una mesa moderada por
José Miguel Seguí, adjunto al Servicio de Medicina Interna en el Hospital Universitario de San Juan de Alicante, y en la que también ha participado
María Isabel Pérez Soto, adjunta al Servicio de Medicina Interna del Hospital General Universitario de Elche, se ha puesto de manifiesto el cambio de enfoque que deben acometer los sanitarios.
“La obesidad no es un problema de peso del individuo, sino de
exceso de adiposidad, el cual
eleva el riesgo de padecer o empeorar otras enfermedades como fibrilación auricular, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) u otros problemas metabólicos”, reivindica Carretero. Un sentir que también comparte Pérez Soto: "Debemos creernos y estar convencidos de que la obesidad es una enfermedad crónica con un exceso de adiposidad".
Un traje a medida para el paciente obeso que llega a Interna
Para la internista, en la era de la “Medicina personalizada” el médico debe hacerle al paciente el mejor traje a medida posible. “Debemos pararnos a
medirlos, pesarlos, tallarlos y ver cómo afecta esto al resto de sus enfermedades. La obesidad debemos diagnosticarla y clasificarla por el Sistema de Estatificación de la Obesidad de Edmonton
(EOSS), midiendo el
perímetro abdominal y realizando el
test de sarcopenia”, resalta la vicepresidenta de la SEMI.
Pérez: "Debemos creernos y estar convencidos de que la obesidad es una enfermedad crónica con un exceso de adiposidad"
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Estos hábitos clínicos se tornan especialmente determinantes en las consultas de Interna, ya que los pacientes que reciben suelen ser mayores, con otras comorbilidades y alto grado de obesidad. “La obesidad es
muy superior a la media en los pacientes mayores de 65 años, que son los que recibimos. Además, también tienen una alta obesidad abdominal”, detalla Carretero, quien también recuerda que suelen estar en un estadio avanzado de EOSS con gran daño metabólico, muchas comorbilidades y enfermedades asociadas. “Los pacientes que recibimos
son de alto riesgo y, por ello, debemos tener la curiosidad de ver cómo influye la obesidad en ellos”, reivindica.
¿Cómo lograr que el paciente baje peso?
Según Pérez Soto, la clave para que el paciente baje peso y lo mantenga radica en
enseñarle a comer y a realizar ejercicio diariamente, ya que las dietas no son efectivas. “Al primer año de concluir un tratamiento,
el individuo recupera hasta un 30 por ciento del peso perdido. Solo uno de cada diez pacientes obesos es capaz de mantener un año después la pérdida de peso”, explica la especialista, quien cree que
se debe dejar hablar de dieta porque el día que termina es el día que empieza la recuperación de peso.
Carretero: "Los pacientes que recibimos son de alto riesgo y, por ello, debemos tener la curiosidad de ver cómo influye la obesidad en ellos"
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La internista entiende que la única estrategia no farmacológica que tienen es comer saludablemente y hacer ejercicio, especialmente, de resistencia. Por ello, considera que el único responsable es el individuo, que no está haciendo las cosas bien. Aunque, en estas malas prácticas influyen muchos factores. “En la obesidad influyen
factores biológicos, cambios que se heredan o diferencias entres sexo;
genéticos, heredamos una susceptibilidad a padecerla; de
entorno, aquí influyen pautas de conducta que marcan la toma de decisiones que nos llevan a comer aunque estemos llenos; y
psicológicos”, detalla Pérez Soto.
En cuanto a hábitos más efectivos, la evidencia científica marca una
reducción similar de peso en la dieta mediterránea y una baja en hidratos de carbono. “La mediterránea aporta un mejor control glucémico y la baja en hidratos crea un efecto favorable sobre lípidos y síndrome metabólico, además, no tiene restricción calórica”, detalla la internista.
Respecto a los medicamentos, hay aprobados tres fármacos para la obesidad. Entre ellos, destaca la l
iraglutida. “Es el más potente. Incrementa la saciedad y reduce el apetito. Da buenos resultados también en pacientes que no han funcionado la cirugía bariatrica”, detalla Pérez Soto. Unos fármacos efectivos a los que se prevé que se sumen más en el corto plazo, sin embargo, estos no se pueden prescribir. “Los fármacos para este tipo de pacientes
deberían estar financiados y para eso se debería considerar la obesidad como enfermedad crónica. Podemos hacerles perder grasa sin reducir el músculo”, reivindica Carretero.
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