Antonio Fernández-Pro, José Antonio López Trig y Francisco José Sáez.
Un estudio reciente ha puesto en evidencia la
falta de protocolos comunes de actuación entre Atención Primaria y Atención Hospitalaria para el manejo del
dolor que afecta a las
articulaciones, uno de los motivos más frecuentes en las consultas. Así lo ha manifestado el 78 por ciento de los médicos encuestados procedentes de los dos niveles asistenciales, quienes además han constatado la ausencia de información necesaria en los
informes clínicos para el seguimiento de
pacientes con dolor crónico articular.
Son datos extraídos del
‘Estudio RADAR: Ruta de Atención al paciente con Dolor Articular en España’ cuyos resultados han sido dados a conocer estos días en Sevilla por
Fátima Santolaya durante la celebración del
II Foro de Cronicidad organizado de forma conjunta entre la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG).
Esta investigación ofrece una visión de cómo se está realizando la valoración y seguimiento del dolor articular en nuestro país, tras haber realizado una
encuesta a 363 profesionales de Atención Primaria y Atención Hospitalaria. “Lo que nos da una visión mucho más amplia de la situación que, por ejemplo, nos permite saber que el 58 por ciento de los participantes consideraba que conocía el fenómeno de sensibilización central en el dolor crónico, aunque no de forma suficiente para tener repercusión clínica en su práctica diaria, y sólo el 38 por ciento de los profesionales lo conocen y manejan en su práctica diaria”, ha destacado Santolaya.
Especialistas consideran que la historia clínica electrónica y la utilización de protocolos conjuntos mejorarían el nivel de comunicación
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Además de la
falta de protocolos comunes entre ambos niveles, el 46 por ciento de los médicos de AP participantes en este trabajo de investigación afirma tener dificultades para comunicarse con el nivel hospitalario. En este sentido, consideran que la
historia clínica electrónica y la utilización de protocolos conjuntos mejorarían el nivel de comunicación.
Del RADAR también se desprende que sólo el 49,5 por ciento de los profesionales de Primaria que participaron en el estudio utilizaba escalas o cuestionarios para valorar el nivel de dolor en las personas con dolor crónico articular, siendo la
Escala Visual Analógica (EVA) la más usada. En cuanto a
cuestionarios de calidad de vida, sólo se utilizan por el 22 por ciento de los participantes, con más frecuencia en los hospitales, posiblemente por la falta de tiempo en las consultas de los centros de salud, señala el estudio.
Del mismo modo, los médicos encuestados consideran que existe un pobre seguimiento de guías de manejo de dolor articular, siendo la más utilizada la
guía de dolor de la OMS. Asimismo, se ha puesto también de manifiesto en este trabajo la falta de protocolos de seguimiento del paciente con dolor articular; sin embargo, en los centros donde éstos si existen, su utilización es del 76 por ciento.
La necesidad de un abordaje temprano del dolor
Otra de las conclusiones que se ha sacado del estudio es la
necesidad de un abordaje temprano del dolor, el cual debe ser
multiprofesional ya que debe implicar a enfermeras, fisioterapeutas y otros profesionales, además de los médicos, y con diferentes opciones complementarias (fármacos, ejercicio físico, descarga articular, etc.).
También otra idea es que casi la totalidad de los participantes utilizaba el ejercicio como
tratamiento no farmacológico para abordar el dolor articular, seguido por la educación del paciente sobre el dolor crónico. En el tratamiento farmacológico es donde se ve el mayor nivel de acuerdo entre los participantes: se reconoce que el tratamiento temprano del dolor articular tiene gran impacto sobre la funcionalidad del paciente y que debe adaptarse el tratamiento analgésico al tipo de dolor.
Según han manifestado los encuestados en el Estudio RADAR, los
criterios de derivación más frecuentes de pacientes con dolor articular desde Atención Primaria a la especialidad de Traumatología son para valorar cirugía o medidas orto-protésicas; mientras que a Rehabilitación se mandan por control inadecuado de dolor o para mejora de la funcionalidad de la articulación. Las listas de espera a Traumatología y Rehabilitación suelen oscilar entre 1-3 meses, aunque pueden demorarse por encima de los 6 meses.
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