Nabil Daoud, presidente de Lilly España; Mª José Lallena, directiva de Lilly; Miguel Martín, presidente de GEICAM; y Mª Purificación Martínez, jefa de Oncología del Hospital de Basurto.
8 may. 2023 16:30H
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Después de 20 años sin novedades, un fármaco “made in Spain” de Lilly está disponible en España como primer y único inhibidor de ciclinas para el tratamiento adyuvante del cáncer de mama HR+ y HER2- en estadios iniciales con alto riesgo de recaída. Se trata de un hito en el abordaje de esta patología oncológica, ya que es el primer tratamiento de su clase disponible en adyuvancia, es decir, que se administra de manera complementaria tras el tratamiento principal o cirugía con el objetivo de evitar la recaída.
La importancia de este hito reside en que es la primera vez en más de dos décadas que se logra reducir el número de recidivas en este tipo de pacientes con alto riesgo. Además, el cáncer de mama con receptores hormonales positivos (HR+) y receptor 2 de factor de crecimiento epidérmico humano negativo (HER2-) es el más frecuente, ya que afecta al 70 por ciento de las mujeres con cáncer de mama en España. Dentro de este grupo, un 15 por ciento de pacientes tiene un alto riesgo de recaída, lo que significa que tienen el doble de posibilidades de que el tumor reaparezca después del tratamiento.
En total, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), se estima que en 2023 se diagnosticarán más de 35.000 nuevos casos de cáncer de mama, siendo este el tumor más prevalente entre las mujeres. De esta cifra, la mayoría se encontrará en estadios iniciales, pero a pesar de ello, una de cada cinco de las pacientes sufrirá una recaída a lo largo de su vida. Estas recaídas ocurren en los primeros dos años tras la cirugía o la quimioterapia y la gran mayoría se corresponden con pacientes con criterios clínicos de alto riesgo de recidiva. El otro 50 por ciento tiene lugar en los siguientes siete u ocho años tras la operación.
La financiación de Verzenios (abemaciclib) en dicha indicación por parte del Servicio Nacional de Salud (SNS), tras la aprobación de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), se basa en los resultados del estudio monarchE que ha demostrado que el inhibidor de ciclinas, en combinación con una terapia hormonal, reduce el riesgo de recaída en un 33,6 por ciento a los cuatro años con tan solo dos primeros años de tratamiento. Un beneficio que se incrementa con el tiempo de seguimiento a los tres e incluso cuatro años. Además, ha demostrado reducir el riesgo de metástasis en un 34,1 por ciento en el mismo periodo y mejorar la supervivencia libre de enfermedad invasiva, es decir, el tiempo que transcurre desde que una persona inicia el tratamiento y aparece la primera recaída de la enfermedad.
El beneficio se mantiene en el tiempo
En palabras de Miguel Martín, presidente del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (GEICAM) y jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, “tras un seguimiento de cerca de cuantro años, la tasa de reducciones de recidivas invasivas se aproxima ya al 40 por ciento. Un beneficio que se mantiene en el tiempo. Por todo ello, este hito marca un antes y un después en el manejo del cáncer de mama de alto riesgo”.
Los beneficios clínicos de abemaciclib fueron demostrados en toda la población y subgrupos preespecificados. Concretamente, se ha mostrado su efectividad y seguridad en mujeres jóvenes, mujeres premenopáusicas, perimenopausicas y postmenopausicas, y en hombres con esta patología oncológica1.
El mecanismo de acción se basa en inhibir las ciclinas dependientes de kinasas CDK cuatro y seis, moléculas que potencian la división de las células tumorales. Gracias a ello, se fomenta que estas células tumorales sufran un envejecimiento prematuro y mueran. Mientras, las células sanas, cuya división no depende de este mecanismo, permanecen inmutables. “Se trata de una importantísima novedad en el ámbito del cáncer de mama, ya que es el único avance que hemos tenido en el campo de la terapia adyuvante de los tumores hormono dependientes desde la llegada de los inhibidores de aromatasa, que ocurrió hace ya más de veinte años”, explica el oncólogo, quien ha liderado la investigación llevada a cabo.
Para Nabil Daoud, presidente de Lilly España, Portugal y Grecia, “conseguir poner esta innovación terapéutica, en la que ha habido una colaboración esencial del equipo de I+D de Lilly España, al servicio de los pacientes es un orgullo y refuerza nuestro compromiso con la investigación oncológica. Disponible desde 2019 en España para la indicación metastásica, ahora podemos llegar a más pacientes desde los estadios iniciales con el objetivo, siempre, de mejorar el pronóstico del cáncer de mama”.
La mitad de las recaídas, tras dos años
Tal y como explica María Purificación Martínez, oncóloga médica, jefa del Servicio de Oncología Médica del Hospital Basurto de Bilbao, “la etapa de seguimiento tras la finalización del tratamiento principal es esencial. Las pacientes pueden sentirse desprotegidas al ver cómo se amplía el periodo entre consultas y muchas veces experimentan miedo al resultado de las pruebas porque saben que el riesgo de recaída, sobre todo en esa ventana de dos años, es real”.
Tanto en consulta clínica como en el desarrollo del estudio MonarchE, se consideran pacientes con alto riesgo de recaída cuando tienen cuatro o más ganglios afectos, o entre uno y tres ganglios afectos y al menos una de las siguientes características: grado histológico tres, lo que significa que las células de la mama están ya muy mutadas; o que el tumor sea igual o mayor de cinco centímetros.
Dadas las posibilidades de recaer y el impacto emocional que esto supone, “es muy importante ofrecer una correcta información y conocimiento del proceso a las pacientes para fomentar su participación en la toma de decisiones y que estas sean consensuadas. Esto es lo que denominamos empoderamiento del paciente. Con la incorporación de este tratamiento a este abanico de herramientas confiamos en que cambiará su percepción ante la posible recaída, ya que el nuevo fármaco será visto como una mayor posibilidad de curación para ellas”, explica esta experta. En este sentido, se ha comprobado que el uso a largo plazo de estos tratamientos en adyuvancia tiene una intención curativa.
Para conseguirlo, ambos oncólogos resaltan la importancia de una buena adherencia al tratamiento para obtener así el máximo beneficio. “Hay datos de que existe un porcentaje de hasta el 40 por ciento de no adherencia a los tratamientos hormonales en pacientes con diagnóstico de cáncer de mama precoz. Si no se toma la medicación, como es obvio, esta no hace efecto y no conseguiremos el objetivo, que no es otro que la curación de las pacientes”, argumenta Martínez.
En relación con la adherencia, otro de los beneficios del fármaco es su perfil de seguridad como terapia oral. Debido a su baja toxicidad, se puede tomar de forma continua, sin necesidad de descanso, y no interfiere con el funcionamiento de la terapia hormonal. Así mismo, sus principales efectos adversos son, como indican las guías clínicas, reversibles, previsibles, manejables y limitados en el tiempo. Entre ellos, los que más se detectaron en los pacientes fueron la diarrea y la fatiga. Junto con esto, puntualiza Miguel Martín, “una cosa muy importante del medicamento es que una vez que se deja de tomar, no persiste ningún efecto secundario. No es como otras medicinas que pueden dejar secuelas persistentes”.
España, papel clave en el desarrollo clínico
Abemaciclib es un fármaco “Made in Spain”. El centro de Investigación y Desarrollo de Lilly España ha liderado la investigación de este inhibidor de CDKs, desde la identificación de la primera entidad química, pasando por todas las modificaciones en la molécula necesarias, hasta llegar a convertirse en fármaco. El desarrollo cínico de este tratamiento se inició a finales de la década de los 2000. Durante los ensayos clínicos, 63 de los 111 centros de investigación clínica han sido españoles y, en ellos, participaron 460 pacientes en ensayos en fase dos y fase tres.
En palabras de María José Lallena, directora del Centro de Investigación y Desarrollo de Lilly España, “llevamos más de 35 años trabajando para desarrollar medicamentos que ayuden a mejorar la vida de las personas y cada paso que damos, como este, nos acerca más a la meta común de todos de curar el cáncer.
Tenemos además la fortuna de que, gracias al ecosistema que estamos creando entre empresa privada, la clínica y la académica, en cuyo triángulo de investigación cada uno aportamos lo mejor, podemos contar con una investigación de excelencia en España. El año pasado Lilly España invirtió 56,9 millones de euros en investigación clínica, preclínica y otras actividades investigadoras y la fuerza en investigación clínica en Oncología supuso para Lilly en España casi el 50 por ciento sobre el total”.
Asimismo, ha resaltado que “el centro de I+D de Lilly en Alcobendas es uno de los más importantes de los siete que posee Lilly en todo el mundo; con una gran especialización en Oncología aunque también trabaja en el descubrimiento e investigación de proyectos en otras áreas terapéuticas como Endocrinología, Neurociencias o Inmunología”.
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