En 2023, se registraron 3.196 nuevas infecciones por VIH en España.
Lograr cero nuevas infecciones, que el
95 por ciento de personas en riesgo de contraer Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) utilicen un método de prevención, que el 95 por ciento de personas con VIH estén diagnosticadas, que el 95 por ciento de personas diagnosticadas de VIH tengan tratamiento y que el 95 por ciento personas en tratamiento tengan una carga viral indetectable. Estos son los objetivos marcados para el año 2030 por el
Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) y por los que médicos, asociaciones, industria farmacéutica y administraciones sanitarias tienen que unir fuerzas y remar juntos de manera urgente. Sin embargo, en España todavía hay retos pendientes, y
también es necesario aumentar la inversión y asegurar el acceso a la innovación.
"Si llegáramos a esas cifras,
se reduciría drásticamente la transmisión del VIH, disminuiría la mortalidad y la morbilidad asociadas al
VIH y nos acercaríamos a una situación en la que el
virus dejaría de ser un problema de salud pública", ha explicado Pablo Ryan, presidente de la Sociedad Española Interdisciplinaria del SIDA (Seisida) y médico experto en VIH.
No obstante, hay que tener en cuenta que el fin de la epidemia no significa la erradicación del virus, sino la reducción de la incidencia y del impacto de él y esto
ya significaría un "hito epidemiológico clave". De hecho, el VIH seguirá existiendo, mientras sigan viviendo personas con VIH, y se tendrán que mantener de por vida el tratamiento antirretroviral, así como la
financiación y los recursos y cuidados requeridos para su atención.
Concretamente las últimas cifras de España, ofrecidas por el
Ministerio de Sanidad, estiman que el
92,5 por ciento de las personas con VIH están diagnosticadas, el 96 por ciento de ellas reciben ya tratamiento y de estas, alrededor del 90,4 por ciento están indetectables. A pesar de ello, en nuestro país, en 2023
se registraron 3.196 nuevas infecciones por este virus. "La mitad de los
nuevos casos son diagnósticos tardíos. Esto aumenta la probabilidad de tener SIDA, reduce la eficacia del tratamiento (dado que estas personas
tienen un peor estado inmunológico), aumenta la mortalidad, y eleva el riesgo de transmisión a otras personas porque al desconocer que tienen la infección su carga viral es alta y
aumenta la transmisibilidad previa al diagnóstico", ha destacado el especialista.
Las entidades comunitarias y ONGs tienen un gran papel tanto a la hora de
concienciar y educar a la población como en el acompañamiento de personas o en la prevención. Así nos lo ha contado Rubén Bustamante, trabajador social de la ONG In Género: "Las entidades estamos a pie de calle, conocemos la realidad en el momento y somos las primeras en detectar poblaciones vulnerabilizadas más expuestas a adquirir. También
nuestro trabajo es informar, acompañar y empoderar a las personas: les animamos a hacerse las pruebas rápidas, les acompañamos a tomar el tratamiento, les informamos de sus derechos, etc".
Colectivos especialmente vulnerables
Entre los retos pendientes para llegar a los objetivos de ONUSIDA están
evitar nuevas infecciones en personas vulnerables empleando todas las herramientas disponibles y llegar a esa población que todavía está sin diagnosticar y que está en riesgo de manera individual, pero también de forma colectiva al aumentar la propia transmisión comunitaria. No responder a estos dos retos, además puede
suponer mayores costes al sistema sanitario a largo plazo. Además, a nivel sociosanitario, supone una mayor sobrecarga del sistema sanitario y, por consiguiente, mayores costes. De hecho, los expertos insisten en que invertir en innovación que reduzca las nuevas infecciones supondría ahorros para el sistema. Se refieren ambos a colectivos que siguen teniendo
obstáculos para acceder al sistema sanitario.
¿Qué razones hacen que esto ocurra? Principalmente,
el estigma, la discriminación, el miedo al rechazo, pero también determinantes sociales de la salud, como son los factores socioeconómicos, la falta de recursos, la falta de educación,
la precariedad laboral y de vivienda. A ello se suman situaciones administrativas, por ejemplo, el tema de las personas migrantes sin regularización o la falta de información en general.
"El principio de equidad exige
garantizar un acceso universal y libre de estigma. Hay mucho margen de mejora en cuanto a que debemos reforzar las
intervenciones comunitarias, es decir, servicios que están liderados realmente por
la comunidad, por las ONGs, con apoyo psicosocial. Y promover enfoques centrados en derechos humanos", indica Ryan.
En esta misma línea, Bustamante incide en que no están llegando a
personas vulnerables que tienen dificultades de acceso a los recursos sanitarios por diferentes motivos. Al igual que también lamenta que hay una parte de la sociedad que cree que el virus está limitado a determinados colectivos. "Aunque mañana nos dijeran que se ha
descubierto una cura para el VIH, el
estigma social seguiría existiendo", afirma el coordinador de In Genero en Madrid.
En cuanto al actual Sistema Sanitario de Salud (SNS), el clínico opina que es "bueno y tiene una amplia cobertura", pero tiene desafíos pendientes como mejorar referentes
a la integración comunitaria y las intervenciones sociosanitarias. "Me refiero a integrar servicios de
salud sexual, salud mental o justicia. Pero también acelerar la implementación de nuevas modalidades terapéuticas. Yo creo que hay que llevar la innovación también al diagnóstico y la prevención del VIH. En España,
únicamente disponemos de PrEP oral, lo que deja a determinados colectivos sin alternativas, ya que hay personas que, por incompatibilidad, falta de acceso o problemas de adherencia, no pueden utilizarla y se quedarían sin opción. La
PrEP de acción prolongada es altamente eficaz y supone una alternativa para aquellas personas expuestas que no disponen de otra opción", afirma.
Otro reto que tiene España es que es el único país de la Unión Europea que todavía
no tiene especialidad en enfermedades infecciosas", argumenta. Asimismo, desde las ONGs también piden ir más unidos y "de la mano con todos los agentes implicados en la atención al VIH". "Debemos ir juntos y
tener un respaldo político y económico. El VIH puede afectarnos a todos, por ello, se necesita más información para todos y políticas más unitarias. Además, muchas veces se diseñan las estrategias para la población en general y
olvidamos a colectivos específicos. Damos por hecho que por hacer una estrategia para la población, va a llegar a todo el mundo, pero no es así", apunta Bustamante.
¿Por qué es importante actuar ahora? Aunque es cierto que cada vez
estamos más cerca de las metas de ONUSIDA, Ryan considera que existen muchas desigualdades estructurales, estigma y "leyes punitivas" que dificultan el acceso a los
servicios de prevención y de tratamiento. "Desde hace cinco años se está observando una desaceleración en la inversión, en los recursos y en la financiación global para dar respuesta al VIH", detalla el clínico. "Nos genera una profunda preocupación, ya que podría suponer un retroceso en todos los avances logrados en respuesta global frente al VIH. Cualquier
recorte y la falta de inversión en innovación pueden repercutir en un repunte de la epidemia y, por eso, es importante mantener, pero también acelerar, la respuesta frente al virus", ha concluido.
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