Aureli Torné, Xavier Bosch, Federico Martinón y el periodista especializado en salud Emilio de Benito.
La tasa de vacunación del
virus del papiloma humano (
VPH) en España refleja desigualdades en las comunidades autónomas, cuatro de las cuales lideran el ranking con
porcentajes de cobertura superiores al 90 por ciento: La Rioja (93,4), País Vasco (91,7), Castilla y León (91,4) y Canarias (91,6) –más la ciudad autónoma de Ceuta con un 93 por ciento–.
Y aún las autonomías con los dos porcentajes más bajos superan el 50 por ciento, caso de Andalucía (65,6) y Asturias (59,2).
Estas diferencias se deben a que
no existe un programa uniforme para el territorio nacional, sino que cada gobierno regional decide cómo lleva a la práctica el consenso fijado en los plenos del Consejo Interterritorial por el Ministerio de Sanidad, según ha puntualizado a Redacción Médica Xavier Bosch, director de Relaciones Institucionales del
Instituto Catalán de Oncología (ICO), durante una mesa formativa organizada por Sanofi Pasteur MSD.
“Hay regiones donde lo frecuente es que los padres acudan a los centros de salud a poner la vacuna y otras donde se hace en los centros escolares”, ha aclarado; en todo caso,
la media de cobertura vacunal del VPH se sitúa en un 79 por ciento y, en la gran mayoría de los casos, “los padres superponen su beneficio preventivo a los posibles riesgos, aspecto que se ha abordado en el foro a raíz de la alarma social que, a veces, suscita.
De esto último, las conclusiones de la comunidad científica apuntan a que
no hay motivos de peso que desaconsejen la vacuna del VPH en mayor grado que cualquier otra que lleva más tiempo integrada en los programas de salud pública.
Según ha dado a conocer el propio Bosch,
dos grupos internacionales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se han reunido, desde 2006, para examinar los efectos secundarios descritos o asociados, en mayor o menor medida, a la vacuna del VPH (en concreto
el Comité Global sobre la Seguridad en la Vacunación en relación con la vacuna del VPH –Gacvs–, en el periodo 2007-2015, y el Grupo de Expertos de Asesoramiento Estratégico –SAGE, por sus siglas en inglés–).
De izq. a dcha.: Emilio de Benito, periodista sanitario que moderó la mesa; Aureli Torné, Xavier Bosch y Federico Martinón.
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“Solamente el síncope vasovagal se identificó como síntoma frecuente relacionado con la vacuna”, ha revelado, una manifestación que, en su opinión y en la de otros expertos como
Federico Martinón, pediatra del Clínico de Santiago de Compostela, y Aureli Torné, consultor en Ginecología Oncológica en el Clínic de Barcelona, bien puede atribuirse a una reacción psicógena cuando se inyecta la vacuna a un colectivo, fenómeno que se repite en estudios de países con diferentes culturas.
En cambio, ninguno de los dos grupos de trabajo confirmó que la vacuna se asociara a enfermedades como fracaso ovárico, vasculitis, síndrome de Guillain-Barré o esclerosis múltiple (que, se deduce, se hubieran manifestado en los pacientes con independencia de la vacunación) y ni tan siquiera a otros síntomas comunes como la taquicardia postural orstostática.
“Discernir la señal en medio del ruido”
En este contexto, Bosch ha llamado a “identificar la señal en medio del ruido” cuando se le ha preguntado por la causa inmediata del efecto secundario de la vacuna del VPH: “No es fácil
discernir si los síntomas se deben a la vacuna o se producirían igualmente en ausencia de ésta”, ha razonado.
“Si hay un efecto secundario genuino de la vacuna, debería reproducirse de forma idéntica en todos los casos”, ha dirimido. “El síncope, en este sentido, es el único síntoma identificado como más frecuente en los efectos secundarios descritos tras la vacuna en niñas del virus”, ha recalcado.
Según ha insistido, 10 años de seguimiento y millones de mujeres vacunadas, que son los datos de que disponemos ahora, habrían permitido descubrir si hay un efecto secundario reconocible y genuino que a la vacuna.
Su distribución en España, igual que en el resto
Por otra parte,
en un estudio del ICO con más de 6.000 casos de cáncer de cérvix desde los años 40 del siglo pasado a la actualidad, se revela que no ha habido variaciones significativas en España de la incidencia y formas del cáncer de cuello uterino causado por el VPH que la distingan de otros países (por el contrario, la distribución tiende a ser uniforme).
“Entre el 70 y el 80 por ciento de la población entrará en contacto con el virus a lo largo de su vida”, ha precisado Torné. “En España, un 14 por ciento como promedio de las mujeres padece la infección”, ha añadido citando el estudio ‘Cleopatra’, que indaga sobre la prevalencia del agente infeccioso en el país.
Además,
la aparición de test de cribado a partir de los 30 años supone una novedad –ha explicado– muy relevante en la prevención del cáncer derivado de la infección; por otra parte, el 16 y el 18 son los subtipos que provocan más del 70 por ciento de los tumores de cuello uterino.
Por último, preguntados los ponentes por el precio de la vacuna, cada dosis cuesta, en España, 28 euros y se ponen dos en menores de 13 años.
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