Sesión de protonterapia.
El
Gobierno de España y la
Fundación Amancio Ortega Gaona acordaron recientemente prorrogar hasta 2029 su convenio, vigente desde octubre de 2021, para
impulsar la protonterapia en el Sistema Nacional de Salud (
SNS) con un presupuesto de 280 millones de euros. Pero, a pesar de la notable envergadura del proyecto, lo cierto es que la evidencia científica no asegura que esta terapia sea eficaz -en su relación seguridad-coste- para todos los tipos de
cánceres. Es, al menos, lo que se concluye en un informe elaborado por diversos expertos para el
Ministerio de Sanidad: de los 16 tipos de tumores analizados, sólo en tres se considera que la protonterapia es igual o mejor que la
radioterapia convencional con fotones en tanto en cuanto están demostrados sus buenos resultados en términos de seguridad y de rentabilidad.
El estudio, titulado
La protonterapia en el tratamiento del cáncer, lo ha impulsado el propio
Ministerio de Sanidad, a través de la
Red Española de Agencias de Evaluación, en colaboración con expertos de la Agència de Qualitat i Avaluació Sanitàries de Catalunya, la Generalitat catalana y los hospitales Vall d’Hebron, Clínic de Barcelona y 12 de Octubre de Madrid.
Según la web ministerial, los informes de evaluación son “documentos técnicos” que analizan la viabilidad de una
tecnología sanitaria mediante “una revisión sistemática” de la literatura científica para conocer “su eficacia, efectividad y seguridad”. Además de ello, en algunos casos contextualiza y se valora su impacto en el
sistema sanitario teniendo en cuenta “aspectos legales, éticos, económicos, sociales u organizativos”.
Efectividad de la protonterapia: tipos de cáncer
En el caso del informe sobre la
protonterapia, se han revisado 77 estudios, todos los cuales se centran en la población adulta excepto uno, que analiza el impacto de este tratamiento en el ámbito pediátrico. En ninguno de los 16 cánceres evaluados, los expertos pueden asegurar al cien por cien que, “como mínimo”, la
protonterapia “no disminuye la aparición de toxicidad grave” frente a la radioterapia con fotones. Sin embargo, sí han identificado tres indicaciones para las que existe “certeza suficiente” tanto de seguridad como en eficacia-efectividad, algo que permite valorar la protonterapia “como estrategia equivalente o mejor” que la radioterapia. Se trata de la metástasis leptomeníngea cerebral, el
cáncer de pulmón y el
cáncer anal, todas en adultos.
En cuanto a otros tumores cerebrales -como gliomas, glioblastomas y gliosarcomas-, el
cáncer de esófago y el
cáncer de próstata en adultos, también se han encontrado evidencias de certeza suficiente en cuanto a su seguridad o en cuanto a su eficacia-efectividad, pero no en ambos. Además, en el resto de aspectos la certeza es “muy baja”.
En lo referente al
cáncer de cavidad oral y faríngeo, el cáncer de cavidad nasal y senos paranasales, el
cáncer de páncreas, el hepatocarcinoma -cáncer de hígado- y el
cáncer de mama, todos en adultos, los estudios vienen a indicar que la protonterapia puede ser equivalente o mejor que la radioterapia en términos de seguridad y eficacia-efectividad, pero la evidencia de ello es “muy baja”: “Los hallazgos se deben tomar con mucha precaución, valorando en cada caso de dónde proviene y cuáles son las limitaciones de la misma”. En cualquier caso, se indica que, tomando como base los estudios actuales, “puede ser probable encontrar resultados favorables en el futuro”.
En el resto de cánceres estudiados -cinco-, o bien no se ha encontrado evidencia científica de los efectos de la protonterapia -como en el
cáncer testicular en adultos-, o bien sí se hallaron resultados acerca de la seguridad, pero no de la efectividad, o viceversa -como en el cáncer de cavidad oral y faríngeo pediátrico, el
neuroma acústico o schwannoma vestibular en adultos, el
cáncer uterino en adultos y el meduloblastoma en adultos-. Por tanto, no se ha podido valorar el balance entre los beneficios y posibles riesgos de la protonterapia en comparación con la radioterapia con fotones.
En cualquier caso, los expertos consideran “de interés” que este informe se actualice “periódicamente” para evaluar la nueva
evidencia científica que se vaya publicando de aquí en adelante y que “puede ayudar a cubrir las lagunas identificadas” en el estudio.
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