Redacción. Santander
A la hora de certificar la muerte cerebral de una persona, el electroencefalograma (EEG) se ha revelado como la prueba más cómoda (se hace en la cabecera del paciente, sin necesidad de trasladarlo), más coste-efectiva (en relación con la otra prueba confirmatoria, el angioTAC) y más rápida para confirmar el fallecimiento, además de ser una de las más seguras por su bajo índice de falsos negativos y la ausencia de falsos positivos, según un estudio llevado a cabo en el Hospital Marqués de Valdecilla de Santander.
José Luis Fernández Torre y Miguel Ángel Hernández |
De acuerdo con esta investigación, el EEG ofrece el menor intervalo entre el diagnóstico clínico y el de confirmación, con una media de 5,04 horas en los pacientes sin actividad cortical, frente a las 9,50 horas de media que fueron necesarias para el diagnóstico definitivo con una segunda exploración clínica y a las 5,1 horas del angioTAC. En los pacientes que mostraban actividad eléctrica tras el diagnóstico clínico, la diagnosis con un segundo EEG se retrasó una media de 27,2 horas.
El tiempo entre el primer diagnóstico y el de confirmación es importante por sus efectos en la donación de órganos para trasplante, lo que “cobra especial relevancia en un hospital como Valdecilla, en una comunidad como Cantabria y en un país como España, referencias mundiales en la donación y el trasplante de órganos”. “Una de las fortalezas de este estudio es que está hecho en una de las comunidades con mayor tasa de donaciones”, han asegurado José Luis Fernández Torre y Miguel Ángel Hernández Hernández.
Según los resultados de esta investigación, un intervalo mayor de seis horas está relacionado con una mayor tasa de negativas a la donación por parte de las familias. Así, de los 266 pacientes que fueron considerados aptos para la donación, se obtuvo el 8,6 por ciento de negativas familiares cuando el diagnóstico definitivo se hizo antes de seis horas, mientras que en aquellos pacientes en los que el intervalo fue mayor las negativas se duplicaron (16,2).
Los autores del estudio consideran que la investigación –primera en España de estas características–, además de sus buenos resultados, sirve para “respaldar la forma de hacer las cosas en los servicios de Cuidados Intensivos y de Neurofisiología Clínica de Valdecilla y demuestra la estricta aplicación de la ley, lo que refuerza el modelo español de donación y trasplantes”.
Publicado en Clinical Neurophysiology
De todo ello se deduce que el electroencefalograma constituye una prueba válida y útil para acortar el tiempo de diagnóstico de muerte cerebral, a pesar del pequeño porcentaje de pacientes que mantiene actividad eléctrica cortical tras el diagnóstico clínico de muerte, lo que adquiere especial relevancia por su efecto en la donación, pues un retraso en la confirmación del fallecimiento puede aumentar el número de negativas familiares.
Estas son algunas de las conclusiones de un estudio realizado por el grupo de Neurofisiología en Epilepsia y Neurointensivos, asociado al Instituto de Formación e Investigación Marqués de Valdecilla (Ifimav), que ha sido publicado por la revista Clinical Neurophysiology, firmado por José Luis Fernández Torre, Miguel Ángel Hernández Hernández y Cristina Muñoz Esteban, del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla.
Los investigadores, pertenecientes a los servicios de Neurofisiología Clínica y de Cuidados Intensivos, estudiaron a los 389 pacientes en los que se realizó un diagnóstico de muerte cerebral por criterios clínicos entre 2001 y 2011, con el fin de describir las causas y el destino de aquellos que conservaban actividad eléctrica en la corteza así como el efecto que esto puede tener en la donación de órganos.
La legislación española permite diagnosticar muerte cerebral completa mediante la realización de una exploración clínica y un test de apnea repetidos ambos con un intervalo de seis horas cuando la lesión es conocida y produce un daño cerebral severo, por ejemplo, una hemorragia subaracnoidea masiva.
En el resto de casos (lesión del tronco encefálico o cuando la exploración clínica no es posible –por traumatismo facial grave, por ejemplo–), el diagnóstico de confirmación de muerte cerebral exige la realización de una prueba instrumental que descarte cualquier actividad cortical: electroencefalografía (EEG) o pruebas de flujo cerebral (angioTAC).
Prueba rutinaria complementaria
Sin embargo, en Valdecilla, como en el resto de los hospitales españoles, esa prueba complementaria se realiza de rutina, en la gran mayoría de los casos, para diagnosticar de forma más rápida la muerte cerebral completa, tal como recomienda -que no exige- el Real Decreto 1723/2012, de 28 de diciembre, por el que se regulan las actividades de obtención, utilización clínica y coordinación territorial de los órganos humanos destinados al trasplante y se establecen requisitos de calidad y seguridad.
Los resultados de la investigación llevada a cabo por el grupo de Neurofisiología en Epilepsia y Neurointensivos justifica plenamente la utilización de una prueba instrumental para acelerar el diagnóstico definitivo de muerte encefálica, frente a la tendencia de algunos países como Estados Unidos, contraria a la realización de este tipo de pruebas.
Además, demuestran la utilidad y las ventajas de la EEG sobre las pruebas de flujo, por las que se inclinan otros hospitales españoles y europeos, según informa la Consejería de Sanidad del Gobierno de Cantabria en un comunicado de prensa.
De los pacientes analizados en Valdecilla, 289 fueron diagnosticados mediante examen clínico completo seguido de EEG como prueba complementaria –a 22 se les practicó un angioTAC y otros 18 fueron diagnosticados únicamente según criterios clínicos–. Solo diez de estos pacientes (el 3,5 por ciento) mostraron actividad eléctrica cortical en la primera electroencefalografía, y de ellos siete presentaban una lesión del tronco del encéfalo. En todos ellos la actividad cortical cesó en las siguientes 57 horas tras el primer diagnóstico de muerte encefálica.
Cuando el tronco encefálico, donde residen los reflejos básicos (respiración, frecuencia cardiaca), está dañado, las señales no se transmiten a la corteza cerebral, por lo que la exploración clínica es muy difícil, razón por la cual la ley exige una prueba instrumental que confirme el fallecimiento en estos casos.
Según Clinical Neurophysiology, que además de publicar el artículo sobre esta investigación le dedica su editorial, ese pequeño porcentaje de pacientes que presentan actividad cortical es suficiente para justificar el empleo sistemático de una prueba complementaria que permita un diagnóstico de muerte encefálica completa (whole brain death).