Jorge Martínez Solano, número 1 del MIR 2017.
Aunque ya atesora algunas ‘cicatrices’ propias de la experiencia de trabajo en un hospital,
Jorge Martínez Solano aún se reconoce en aquel joven que en 2017 logró la gesta de ser
número 1 en el proceso de selección MIR. “Aún no me lo he terminado de creer”, asegura este especialista en Cardiología al que le restan apenas días para concluir su etapa como residente. A las puertas de iniciar una nueva aventura profesional, el cartagenero reconoce que, aunque el futuro está “lleno de incertidumbres”, sí tiene clara su intención de seguir ligado al
Gregorio Marañón.
“Quiero estar aquí, seguir en la unidad de Cardiología del Hospital Gregorio Marañón”, recalca el aún médico residente, que cerrará esta etapa de aprendizaje el próximo martes. En declaraciones a
Redacción Médica, Martínez Solano afirma que mantiene la
“ilusión del primer día” para seguir trabajando de la mano de sus actuales compañeros, “profesionales con mucha experiencia” de los que, afirma, tiene aún “mucho que aprender”.
El plan del joven MIR es compaginar el trabajo en Cardiología con su labor investigadora, que continuará una vez concluya su tesis doctoral. “Y a partir de ahí, vendrá lo que tenga que venir, pero estoy
muy contento e ilusionado con lo que tengo por delante”, concluye.
Asegura Martínez Solano que sus prioridades profesionales no se han tambaleado desde que hace cinco años fuera
reconocido como el principal candidato MIR. Una noticia que primero celebró “
como un premio Nobel” y que a día de hoy aprecia como algo “simbólico”. “Cuando llegas al hospital, te conviertes en un residente más, y empiezas en el mismo punto que los otros”, concede.
Lecciones de la etapa como residente en el hospital
Este es, de hecho, el mensaje que transmitió a las nuevas generaciones MIR en el acto de despedida de residentes celebrado esta semana en el hospital madrileño. “Lo que les recomiendo es
que aprovechen al máximo cada día, que no se olviden nunca de que tienen que venir con la ilusión de estar haciendo lo que les gusta”. Y sobre todo, añade el cardiólogo, “que recuerden que aunque tengan un mal día, los pacientes lo estarán teniendo aún peor, y
su tarea es ayudarles”.
Esta última es una de las principales
lecciones que ha aprendido durante estos años de residencia. Una etapa en la que ha conocido “el lado bueno” del oficio sanitario, que es “ver cómo gente que llega muy mal consigue mejorar y recuperarse”, pero también el malo. “En los libros y los exámenes no se aprende a asumir la
desgracia de perder a un paciente, especialmente si es joven”, destaca.
En este sentido, afirma que el hecho de “enfrentarse a un paciente enfermo,
una persona que tiene nombre y apellidos”, fuerza a los residentes a abordar la profesión desde un punto de vista “mucho más humano”.
El Gregorio Marañón, una "segunda casa"
Pese a las horas que dedica en el hospital, al que ya considera
“una segunda casa”, lo cierto es que este médico de raíces murcianas afirma que también saca tiempo para dedicarse a sí mismo. “Es cuestión de organizarse”, asevera Martínez, que durante estos años no ha dejado de lado a su familia y sus amigos, ni tampoco sus aficiones. “Me gusta el cine y hacer deporte, por supuesto, y también
me encanta viajar. Lo he hecho muchísimo en estos cinco años”, afirma.
“Lo que hay que intentar es
dar el 120 por ciento en cada cosa que hagas, ya sea en el hospital o jugando con los amigos al pádel. Si no tienes tiempo, tendrá que ser otro día, pero en lo que estés tienes que ofrecer lo máximo”, concluye.
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