A los laboratorios solo les cuesta una comida conseguir que los médicos prescriban sus medicamentos. Esa es la provocativa conclusión a la que llega un estudio de investigación publicado en JAMA, la revista de la Asociación de Medicina de EE.UU. Según el informe, los doctores que se han beneficiado de un simple almuerzo por cortesía de una compañía de fármacos son más proclives a prescribir fármacos de esa empresa.
De acuerdo con este estudio, a las farmacéuticas no les costaría ni 20 dólares conseguir influencia en los facultativos. El equipo responsable del estudio, integrado por científicos de la Universidad de California en San Francisco, ha establecido sus conclusiones cruzando pequeños pagos de la industria a médicos -que son de conocimiento público por la normativa norteamericana- con los datos de cerca de 280.000 prescripciones individuales de fármacos.
Los investigadores han estudiado cuatro fármacos de marca, tres de ellos cardiovasculares y el otro, antidepresivo. Las compañías productoras eran AstraZeneca, Pfizer, Allergan y Daiichi Sankyo. Todos ellos tenían alternativas genéricas menos costosas. Además, han evaludado comidas, viajes, pagos por conferencias y otras ofertas que las compañías farmacéuticas hacen a los doctores. Según el director del estudio, R. Adams Dudley, “se ha encontrado que incluso pequeños pagos y regalos están vinculados con la tendencia a prescribir las marcas promocionadas”.
El estudio establece, por ejemplo, que una comida pagada por AstraZeneca y asociada a la promoción de su medicamento cardiovascular Crestor conlleva un 18 por ciento más de que los doctores elijan Crestor frente a otros fármacos de la competencia. Lo mismo sucede con Pristiq de Pfizer, pero de manera incluso más espectacular: hay un 118% más de posibilidades de recectarlo entre los doctores que han recibido alguna promoción asociada al fármaco.
Desde la industria no se han hecho esperar las relaciones desfavorables al estudio. Un portavoz de Daiichi Sankyo señala que las comidas entre miembros de la industria y médicos sirven para conseguir feedback por parte de estos últimos y mejorar los productos. Ésta y otras farmacéuticas recuerdan que la interacción con los médicos les ayuda conocer detalles sobre preescripción y contraindicaciones, lo que les permite ofrecer mejores productos. También recuerdan que las autoridades sanitarias han establecido normativas para limitar y auditar los intercambios económicos entre industria y profesión médica.
Del otro lado, Robert Steinbrook, editor de JAMA, señala que quizá estaría mejor si los fabricantes de medicamentos y de equipamientos médicos invirtieran en investigadores independientes para estudiar la seguridad, la efectividad y la rentabilidad de los medicamentos, en lugar de invitar a comer a los médicos para obtener ese feedback.