Un informe del Cgcof revela que, sin embargo, el consumo nacional de estos fármacos aún es superior al de la UE

España reduce su consumo de antibióticos a mayor ritmo que la media de la UE
Jesús Aguilar, presidente del Cgcof.


15 nov. 2024 16:30H
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España se encuentra entre los países que más han reducido el uso de antibióticos, con una caída del 6,7 por ciento, frente a un 2,5 por ciento en el conjunto de la Unión Europea en el periodo 2019-2022. Sin embargo, se sitúa como el séptimo país con un mayor consumo de estos medicamentos. Mientras el último dato disponible de la media europea, de 2022, era de 19,4 Dosis Diarias Definidas por mil habitantes y día (DHD), en España alcanzaba las 23,2 DHD. Estas son las principales conclusiones del informe Panorama de las resistencias microbianas y nuevos antibióticos que ha elaborado el Consejo General de Colegios Farmacéuticos (Cgcof) coincidiendo con la celebración, el próximo lunes 18 de noviembre, del Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos.

El documento del Cgcof revisa la situación actual de las resistencias microbianas y la disponibilidad de nuevos antibióticos. Aunque se ha avanzado para solucionar estos problemas, tal y como confirma la reducción de las cifras de consumo desde que se implementó el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), para los farmacéuticos continúa siendo "una de las mayores amenazas a la salud pública global en el siglo XXI".

En este escenario, el desarrollo de nuevos antibióticos ha sido hasta ahora insuficiente para compensar la creciente aparición de resistencias. En el último lustro –desde el 1 de enero de 2020–, en España únicamente se han incorporado cinco nuevos fármacos antibióticos –oritavancina, delafloxacino, cefiderocol y las combinaciones de meropenem/vaborbactam e imipenem/cilastatina/relebactam– de los siete últimos autorizados en la Unión Europea, que incluyen también a lefamulina y cefepima/enmetazobactam.

Entre las estrategias para evitar el problema de las resistencias antimicrobianas hay que destacar la importancia de la vacunación y de enfoques farmacoterapéuticos innovadores, por ejemplo, a partir de anticuerpos monoclonales o la terapia con fagos o fagoterapia, un enfoque terapéutico que emplea bacteriófagos, que son virus que infectan y destruyen bacterias, con el objetivo de tratar infecciones bacterianas.

En cuanto a las vacunas, el informe destaca que son otro elemento fundamental en la lucha contra las enfermedades infecciosas, dado que van mucho más allá de su función primaria de prevención individual y también contribuyen a la inmunidad colectiva, reduciendo la transmisión de patógenos dentro de la comunidad.

Además, más allá del aspecto sanitario, las vacunas son una estrategia extremadamente coste-eficiente. En un reciente estudio realizado en España citado por el Cgcof, se ha estimado que cada euro invertido en el Calendario Común de Vacunación reporta entre 2,91 y 4,58 euros, con un beneficio económico total de alrededor de 800 millones de euros.

Papel del farmacéutico en el uso de antibióticos


El farmacéutico, desde sus múltiples ámbitos de actuación –que va desde la investigación hasta la dispensación y optimización del uso de fármacos– asume una "inequívoca responsabilidad y oportunidad de actuación en el control de las resistencias antimicrobianas", según el Cgcof.

Rita de la Plaza, tesorera del Consejo General y directora de la revista Panorama Actual del Medicamento (PAM) en la que se publicará el informe, destaca que los farmacéuticos se encuentran en "una posición privilegiada" para influir directamente en el uso adecuado y el seguimiento de los tratamientos antibióticos. "Este rol va más allá de la dispensación de medicamentos y se extiende a aspectos como la educación sanitaria a la población, la participación en equipos de salud multidisciplinarios o la innovación en el desarrollo de nuevos antibióticos”, añade.

Recomendaciones en la dispensación de antibióticos


Para el Cgcof, uno de los papeles fundamentales de los farmacéuticos, en el marco del desarrollo de los Servicios Profesionales Farmacéuticos Asistenciales, es la educación sanitaria. En este sentido, la farmacia comunitaria constituye "un establecimiento sanitario de especial relevancia" en el que se ofrecen una serie recomendaciones básicas en relación a la dispensación de antibióticos, entre otras:
  • Derivación al médico ante un síntoma que identifique con alguna enfermedad infecciosa. Alertar del peligro del autodiagnóstico que pueda conducir a una errónea automedicación.
  • Negación de la dispensación de un antibiótico sin la correspondiente prescripción médica, tanto por motivos legales como sanitarios. 
  • Insistir a la población en que muchas enfermedades comunes de causa microbiana, como la gripe o el resfriado, no son producidas por bacterias sino por virus o, en todo caso, por otros microorganismos diferentes de las bacterias y, por tanto, el uso de antibióticos resulta completamente inútil y además facilita la selección y proliferación de bacterias resistentes al antibiótico improcedentemente utilizado.
  • Informar de que la utilización de restos de tratamientos antibióticos previos supone un grave riesgo para la salud, tanto por su uso inadecuado como por la posibilidad de que estén deteriorados -caducados o estropeados por un almacenamiento en condiciones improcedentes-. Por ello, tales restos deben ser llevados a la farmacia, para que a través de ella se proceda a su recogida en los puntos SIGRE en las condiciones ecológicas adecuadas.
  • Insistir al paciente en la necesidad de cumplir el tratamiento completo, aunque mejoren antes los síntomas. Si se interrumpe el tratamiento antes, se corre el riesgo de que la bacteria patógena vuelva a reproducirse y desarrolle mecanismos de resistencia frente al antibiótico utilizado, produciendo así una infección potencialmente más grave y facilitando la diseminación de cepas resistentes.
  • Recordar que los antibióticos son fármacos generalmente seguros, aunque, como todo medicamento, pueden producir efectos adversos en algunos casos: la alergia a determinados antibióticos (particularmente, a los betalactámicos) es uno de los efectos adversos más conocidos y habituales, y por ello, el paciente debe estar informado si es alérgico; además, la persistencia de diarrea durante más de dos días consecutivos durante o inmediatamente después de un tratamiento antibiótico hace aconsejable la consulta al médico.
Además, desde la Agrupación Farmacéutica Europea se ha reclamado la implementación de una serie de políticas públicas a nivel europeo con el objetivo de reforzar el papel de la farmacia frente a las resistencias antimicrobianas.
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