El número de tratamientos oncológicos va en aumento, pero las medidas de seguridad no crecen al mismo ritmo.
Una revisión de los últimos estudios sobre
contaminación por citostáticos en el hospital publicada en la revista de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) alerta de la globalidad del problema de la seguridad en el uso de estos fármacos quimioterápicos.
El equipo investigador, liderado por
Pablo Martín Lancharro, dela Unidad de Prevención del Riesgo Ocupacional del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela, ha
analizado trece trabajos publicados entre 2010 y 2015, y procedentes de Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia, España, Portugal y Alemania.
En
todos los casos se encontró contaminación en la cabina, el suelo frente a ella, en las diferentes mesas donde se depositan temporalmente los fármacos, la antecámara y zonas de almacén. La
ciclofosfamida era el fármaco que aparecía con mayor frecuencia, seguida del 5-fluorouracilo, la ifosfamida y el cisplatino.
Menor presencia de citostáticos se encontró en la
orina de los trabajadores (indicando que la contaminación había sido ya metabolizada por el cuerpo). En lo positivo, el uso de sistemas cerrados llegó a reducir hasta en un 95 por ciento la contaminación en superficies.
“En los últimos diez años he observado un
cambio en muchos hospitales respecto al riesgo de trabajar con fármacos peligrosos”, admite a Redacción Médica Martín Lancharro , “pero aún queda un largo camino por recorrer”.
Por ejemplo, los profesionales más veteranos, “que preparaban los citostáticos en las plantas de hospitalización cargando directamente el vial”, tienen
menor percepción del riesgo que los jóvenes. Según el especialista, “falta en España una formación acreditada para manipular los fármacos peligrosos, como ocurre en EEUU”.
Uso de sistemas cerrados
Rosa María Orriols, miembro de la Junta Directiva de la Comisión Internacional sobre Salud Ocupación de la OMS, advierte de que “hay que tomar conciencia de que
el número de tratamientos oncológicos va en aumento”, por lo que se ha incrementado la cantidad de población trabajadora expuesta.
Los sistemas cerrados “se están empezando a implantar en España y en el resto de Europa, pero queda mucho camino por recorrer y no se puede hacer de forma precipitada”. Por otro lado,
la robotización del proceso, que reduce notablemente la exposición a los citostáticos “no es viable en todos los hospitales por el coste, el volumen de preparados y además se desconocen si hay puntos de contaminación de los mismos”. Hay que tener en cuenta, asimismo, que “todavía no es posible robotizar todos los procesos”, explica Orriols.
Los dos especialistas explican que incluso
los viales pueden llegar contaminados desde la fábrica, teniendo que lavarlos previamente a su uso en la farmacia hospitalaria. Advierten además de que, pese a que los protocolos para embarazadas y madres en periodo de lactancia están muy implantados en los servicios de Farmacia, fuera de ellos no existe tanta conciencia del peligro que supone para una madre la manipulación de citostáticos.
“En el momento que sepan que están embarazadas,
deben comunicarlo y se les retira del puesto de trabajo”, detalla Orriols. “Hay que reubicarlas y, si no puedes hacerlo, las mandas a casa con el cien por cien del sueldo”.
No obstante, “fuera de las farmacias te puedes encontrar con que la persona no tenga conocimiento de que está manipulando un medicamento peligroso, no sea consciente o no tenga los medios”.
Lancharro, por su parte, considera que la reciente publicación de la
lista de fármacos peligrosos y recomendaciones de manejo elaborada por el
Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo supone un avance en la concienciación y manejo de estos medicamentos. “Debería estar presente en todas las farmacias hospitalarias del país y contribuirá a mejorar la seguridad de todos los afectados”.
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