El acné juvenil se combate con antibióticos que atacan las bacterias nocivas, pero ahora la estrategia terapéutica ha cambiado.
6 abr. 2017 9:10H
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El equilibrio general de las bacterias en la piel de una persona, en lugar de la presencia o ausencia de una cepa bacteriana particular, acaba con el acné mucho antes que si se ataca el problema a base de antibióticos. Así lo demuestra una investigación que se presenta en la Conferencia Anual de la Sociedad de Microbiología europea, que se celebra hasta el jueves en Edimburgo, Reino Unido.
El acné vulgar consiste en una afección cutánea común que afecta a entre el 80 y el 85 por ciento de las personas en algún momento de sus vidas. Aunque se trata de una enfermedad de los folículos del pelo en la piel, las causas exactas del trastorno son confusas.
Se ha vinculado la bacteria Propionibacterium acnes con el acné pero, como se trata de la especie más frecuente y abundante en el folículo también en individuos sanos, su papel en la afección no está nada claro todavía.
Los investigadores, dirigidos por Huiying Li, profesor asociado de Farmacología Molecular y Médica en la Escuela de Medicina David Geffen de la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA), han utilizado tiras de limpieza de poros para obtener muestras de folículos de 72 individuos: 38 con acné y 34 sin él.
Acto seguido, han recurrido a una técnica llamada análisis de secuenciación escopeta de ADN para identificar y comparar la composición del microbioma de la piel de los dos grupos y validar los resultados en diez individuos adicionales.
Los investigadores han sido capaces de detectar diferencias en la composición de bacterias de la piel, señalando divergencias genéticas sutiles entre las cepas bacterianas de los dos grupos clínicos. En el grupo sano, la comunidad bacteriana se ha enriquecido con genes implicados en su metabolismo que, se cree, resultan importantes para evitar que las cepas dañinas colonicen la piel.
Terapias para para el equilibrio microbiano, mejor que antibióticos
En cambio, el grupo de acné contenía mayores niveles de genes asociados a la virulencia, incluyendo aquéllos asociados con la producción y transporte de compuestos pro-inflamatorios, como toxinas bacterianas, en potencia dañinas para la piel. Con base en los perfiles de estos elementos genómicos, el equipo fue capaz de predecir el estado de salud de los individuos con alta precisión.
Este estudio proporciona nuevas ideas sobre los mecanismos microbianos detrás del desarrollo del acné y sugiere que los tratamientos dirigidos para modular la microbiota de la piel y mantener un equilibrio bacteriano saludable resultan mejores que el uso de antibióticos, que matan de manera no selectiva tanto bacterias de la piel dañinas como beneficiosas. Estos tratamientos podrían incluir suplementos probióticos o terapia fágica –virus para matar bacterias– que, de forma selectiva, se dirigen a cepas bacterianas específicas.
Emma Barnard, investigadora del Departamento de Farmacología Molecular y Médica de la Facultad de Medicina David Geffen de UCLA, encargada de presentar el trabajo en la Conferencia, ha apuntado que “entender la comunidad bacteriana de la piel es importante para el desarrollo de tratamientos personalizados. En lugar de matar a todas las bacterias, incluyendo las benéficas, debemos centrarnos en cambiar el equilibrio hacia una microbiota saludable dirigiéndonos a las bacterias dañinas o enriqueciendo las bacterias beneficiosas”.
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