Cada año, más de 9.000 médicos son investigados en Reino Unido.
26 nov. 2017 14:00H
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El Consejo General de Médicos de Reino Unido (GMC por sus siglas en inglés) tiene potestad para supervisar a sus médicos y puede, incluso, limitar o retirar su derecho al ejercicio profesional. Precisamente, en torno a 9.000 médicos al año son investigados por el GMC, y alrededor de 160 son suspendidos del ejercicio médico. Además del GMC, los hospitales del NHS pueden investigar formalmente o informalmente las quejas de los pacientes sobre los médicos, lo que significa que un médico podría ser investigado varias veces por el mismo problema.
Ahora, una nueva investigación del Imperial College de Londres ha demostrado por primera vez una correlación entre las quejas que reciben estos médicos y una serie de síntomas que padecen posteriormente, como la ansiedad y la depresión. También afecta directamente a su trabajo, dado que se ha demostrado que los médicos que se ven sometidos a este estrés prescriben medicamentos de forma excesiva, solicitan más pruebas de escáner o realizan procedimientos clínicos innecesarios. Estos médicos también pueden evadir tratamientos difíciles o no aceptan pacientes de alto riesgo ante la inseguridad que esto les provocaría.
Diferentes estudios previos han demostrado tasas altas de depresión, ansiedad y pensamientos suicidas en médicos que están siendo investigados, pero este es el primer estudio que asocia estos síntomas con aspectos específicos del expediente abierto por una organización médica derivada de una queja.
Tom Bourne, responsable del Departamento de Cirugía y Cáncer de Imperial, asegura que “las quejas de los pacientes son importantes y deberían de emplearse para mejorar la atención que prestan los médicos. Sin embargo, los procesos utilizados para investigarlos deben ser coherentes y ajustados a los principios de justicia. La cultura del miedo hace que los médicos practiquen una postura defensiva ante estas quejas".
“Las autoridades competenciales pueden ayudar a reducir el impacto de estos procedimientos en el bienestar de los médicos, al imponer límites de tiempo a las investigaciones y hacerlos más transparentes y menos agresivas”, concluye Bourne.
Conclusiones
El estudio ha contado con las respuestas de 6.144 médicos que han sufrido diferentes quejas por parte de los pacientes. Todos ellos han respondido un cuestionario anónimo para intentar medir sus percepciones ante estas reclamaciones. Los autores del informe compararon estas respuestas con sus niveles de práctica defensiva, ansiedad y depresión.
Los investigadores constaron que el 61 por ciento de los médicos se sintieron respaldados por sus compañeros y el 31 por ciento se sintió respaldado por la dirección del hospital, ante cualquier queja de los pacientes.
Los médicos que respondieron que se sentían apoyados por sus compañeros tenían un 36 por ciento menos de probabilidades de experimentar depresión y un 31 por ciento menos de probabilidades de experimentar ansiedad.
Del mismo modo, los médicos que informaron que se sentían respaldados por la dirección tenían un 13 por ciento menos de probabilidades de experimentar depresión y un 20 por ciento menos de probabilidades de experimentar ansiedad.
El 78 por ciento de los médicos creen que las investigaciones se alargan demasiado en el tiempo. Estos médicos tenían un 16 por ciento más de probabilidades de experimentar depresión, un 20 por ciento más de probabilidades de experimentar ansiedad y un diez por ciento más de probabilidades de mostrar signos de rechazo en su desarrollo profesional.
Además, el 39 por ciento respondió sentires intimidado durante el proceso del expediente. El 32 por ciento consideró que la dirección uso esas presiones para intentar obtener una respuesta, y el 24 por ciento sintió que sus compañeros habían usado las quejas para obtener ventajas financieras o profesionales.
Los autores instan a los directivos de la Salud que manejan las quejas de los pacientes a brindar un mejor apoyo a los médicos, lo que incluya permitirles contactar con sus compañeros durante el periodo en el que están suspendidos. Las autoridades también deben cumplir de forma estricta con los plazos de la investigación, dando mayor rapidez a la resolución de la misma.
El estudio también concluye que suspender a los médicos del trabajo debería ser el último recurso, y que mientras tanto los médicos deberían ser transferidos a otras áreas donde no estén en contacto con pacientes, en el caso de que la integridad de los mismos esté en peligro.
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