Redacción. Madrid
Inhibidores de la bomba de protones (IBP), que se utilizan comúnmente en los medicamentos para reducir el ácido en el estómago, parecen estar relacionados con un mayor riesgo de enfermedad renal crónica, pero se necesita más investigación para determinar si el uso de IBP causa daño renal, de acuerdo con un artículo publicado en la edición digital de 'JAMA Internal Medicine'.
Morgan E. Grams.
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Los IBP son uno de los medicamentos más comúnmente prescritos en Estados Unidos y se estima que entre el 25 y el 70 por ciento de estas prescripciones puede no tener una indicación apropiada sobre su uso. Otros estudios observacionales han vinculado los IBP a resultados de salud adversos graves, pero los autores señalan que no existen estudios basados en la población, a su conocimiento, que hayan examinado la asociación entre el uso de IBP y el riesgo de enfermedad renal crónica (ERC).
La doctora Morgan E. Grams, de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Maryland, Estados Unidos, y coautores cuantificaron la asociación entre el uso de IBP e incidentes de ERC en la población en general a partir de datos sobre el uso de IBP informados en el estudio 'Atherosclerosis Risk in Communities' (ARIC), en el que participaron 10.482 personas que fueron seguidas durante una media de casi 14 años o una prescripción de IBP ambulatoria en el Sistema de Salud Geisinger en Pennsylvania, con 248.751 participantes seguidos durante una media de seis años.
Los resultados fueron replicados en Geisinger. Al inicio de la investigación, los usuarios de IBP en ambos grupos fueron más propensos a presentar un índice de masa corporal mayor y tomar antihipertensivos, 'Aspirina' o estatinas.
En el grupo de ARIC, hubo 56 incidentes con eventos de ERC entre 322 usuarios de IBP del punto de referencia (14,2 por cada mil personas al año) y 1.382 eventos entre 10.160 no usuarios (10,7 por 1.000 personas al año). El uso de IBP se asoció con un riesgo de incidencia de ERC en los análisis no ajustados y ajustados. Los 10 años estimados de riesgo absoluto de ERC entre los 322 usuarios de IBP fue de 11,8 por ciento, mientras que el riesgo esperado de los que no tomaban IBP fue del 8,5 por ciento, según los resultados.
En el grupo de replicación en Geisinger, hubo 1.921 eventos con incidente de ERC entre 16.900 usuarios de los fármacos (20,1 por mil personas al año) y 28,26 eventos entre los 231.851 que no tomaban el medicamento (18,3 por mil personas al año). Tomar IBP se asoció con un riesgo de incidencia de ERC en los análisis. El riesgo absoluto de diez años de ERC entre los 16.900 usuarios PPI basales fue de 15,6 por ciento y el riesgo esperado en los que no tomaban IBP fue un 13,9 por ciento.
Los autores de esta investigación señalan varias limitaciones del estudio, incluyendo que los participantes a los que se prescriben los IBP pueden estar en mayor riesgo de ERC por razones no relacionadas con su uso del medicamento.
"Tomamos nota de que nuestro estudio es observacional y no proporciona evidencia de causalidad. Sin embargo, una relación causal entre el uso de IBP y ERC podría tener un efecto sobre la salud pública considerable dada la extensión generalizada de su uso", concluye el estudio.
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