Los autores del estudio, Jodi A. Hadden y Juan Perilla.
Investigadores de la
Universidad de Delaware (Estados Unidos), en colaboración con colegas de la Universidad de Indiana, han descubierto nuevas características del
virus de la hepatitis B que podrían ayudar a mejorar los tratamientos.
En el trabajo, publicado en la revista
eLife, ha revelado detalles previamente desconocidos sobre la
cápside, o caparazón de
proteína, que encierra el
modelo genético del
virus. A juicio de los expertos, la cápside es un objetivo clave en el desarrollo de fármacos para tratar la
hepatitis B.
Simulación por ordenador
"Con la hepatitis B, la estructura de la cápside se conoce desde hace años, pero queríamos
estudiar su movimiento y su influencia en su entorno", ha dicho el autor principal del trabajo, Jodi A. Hadden, que, junto con Juan Perilla, ha usado simulaciones por ordenador para aprender más sobre la cápside, la cual encierra el modelo genético del virus de la hepatitis B.
Las simulaciones de dinámica molecular permiten a los investigadores estudiar la forma en que las moléculas se mueven para aprender cómo llevan a cabo sus funciones en la naturaleza. Las
simulaciones por computadora son el único método que puede revelar el movimiento de los sistemas moleculares hasta el nivel atómico y, a veces, se lo denomina "microscopio computacional".
Cápside flexible
En el caso de las simulaciones del virus de la hepatitis B, los investigadores encontraron que
la cápside no es rígida como se pensaba, sino que es muy flexible y, además, observaron que puede distorsionarse en una forma asimétrica, lo que podría permitir que se escurra a través de una abertura en el núcleo de una célula infectada por el virus.
"Creemos que la cápside podría necesitar esa
capacidad de distorsionarse para empaquetar correctamente su plano genético y llevarlo al núcleo para generar nuevas copias del virus durante el proceso de infección", ha explicado Hadden.
Colas de proteínas
Los investigadores también han descubierto que
pequeñas aberturas triangulares, o poros, en la superficie de la cápside son probablemente el lugar donde atraviesan sus "colas" de proteínas, enviando una señal que es esencial para el proceso de infección.
"Todos los hallazgos tienen el potencial de conducir a tratamientos farmacológicos. Por ejemplo, si la cápside se pudiera volver rígida e incapaz de distorsionar o si se pudiera encontrar un camino para bloquear los poros triangulares en su superficie, el proceso de infección podría detenerse", han zanjado los expertos.
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