¿Qué es la toracoscopia?
La
toracoscopia sirve para diagnosticar enfermedades de la pleura o del
pulmón, permitiendo ver a través de una cámara estos dos órganos y obtener biopsias de diversos lugares. Permite también introducir medicamentos en el interior de la cavidad pleural. Más recientemente la toracoscopia se está utilizando para realizar intervenciones quirúrgicas en el pulmón, la pleura, el mediastino o el esófago.
¿En qué consiste la toracoscopia?
La toracoscopia consiste en la
introducción en el tórax de un tubo flexible (toracoscopio) que lleva en su punta una luz y una cámara de vídeo. Mientras se introduce, las imágenes son visualizadas en un monitor de televisión. Por el tubo pueden introducirse una serie de pinzas para obtener biopsias y medicamentos para que alcancen la cavidad pleural.
¿Cuándo se solicita una toracoscopia?
La toracoscopia se solicita en personas en las que se ha detectado un
derrame pleural, una
tumoración o
ganglios anormales en un TAC torácico, y en las que el diagnóstico no puede obtenerse por otros métodos menos molestos. Generalmente se trata de enfermedades inflamatorias, infecciosas o tumorales.
Indicaciones para la toracoscopia
La toracoscopia suele realizarse con
anestesia local. Se debe permanecer en ayunas al menos 8 horas, no pudiendo haber ingerido comida durante este periodo. No debe beberse ningún líquido desde 2 a 4 horas antes. Se debe haber realizado un
análisis de coagulación de la sangre para que, en caso necesario, puedan tomarse biopsias sin riesgo de sangrado. Los pacientes deben acudir sin lentes de contacto ni dentadura postiza. Cuando se realiza una intervención quirúrgica por toracoscopia puede requerirse anestesia general.
Contraindicaciones
El médico que realiza la toracoscopia debe conocer las enfermedades importantes y los fármacos que toma el paciente para que determine si la prueba está cotraindicada o no. El médico debe estar informado de posibles alergias a anestésicos. Antes de la realización de la toracoscopia se deben retirar los medicamentos que alteran la coagulación de la sangre (aspirina, sintrom, etc.) a los pacientes que reciban este tratamiento.
En los pacientes que hayan sido operados previamente del corazón, del mediastino o de los pulmones, que hayan recibido radioterapia o que hayan tenido neumotórax o derrames pleurales previamente, puede existir tejido fibroso que dificulte la entrada del toracoscopio, por lo que el médico debe estar informado de estos antecedentes.
¿Cómo debe realizarse la prueba?
La toracoscopia la realiza un cirujano torácico con
anestesia local. Se coloca una vía venosa para administrar líquidos y medicación. Posteriormente se abre una incisión en un lado del pecho, entre 2 costillas, lugar por donde se introduce el toracoscopio. En ocasiones se precisa realizar más de una incisión. La apertura de la cavidad pleural lleva a que el pulmón de ese lado se colapse al entrar aire en su interior.
Una vez terminada la exploración, se deja un tubo que conecta el interior de la cavidad pleural con un dispositivo con agua (drenaje pleural). Este dispositivo permite extraer el aire, el líquido o la sangre que haya en la cavidad pleural y permite que el pulmón se reexpanda. El tubo suele dejarse uno o más días, periodo durante el cual el paciente debe permanecer en la cama o sentado. Pasado este tiempo el drenaje se retira, suturándose la herida. Generalmente una toracoscopia requiere un ingreso de entre 2 y 4 días.
¿Existe algún efecto adverso?
La toracoscopia puede tener diversas complicaciones, aunque son infrecuentes. Puede haber sangrado en las zonas donde se toman biopsias. También puede haber infección de los puntos de sutura o, muy raramente, una infección de la cavidad pleural denominada pleuritis. A veces, el pulmón u otras zonas pueden dañarse con el
toracoscopio. También existe la posibilidad de que la apertura inicial no cierre bien y que el aire regrese a la cavidad pleural colapsando de nuevo al pulmón, o que el aire se extienda por debajo de la piel.
Cuidados y recuperación posterior
No es recomendable realizar ejercicio vigoroso los días posteriores a la realización de una toracoscopia.
Después de una toracoscopia, la presencia de fiebre, dolor importante en el pecho, inflamación de la garganta, dificultad para tragar, dificultad respiratoria o sangrado por la herida, requieren consulta inmediata con el médico.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.