¿Qué es la psoriasis?
La psoriasis es una enfermedad cutánea de carácter crónico y que en la actualidad no tiene cura. Se caracteriza por la aparición unas
placas escamosas y la
irritación de la piel que pueden producir picor, malestar e incluso dolor. La patología, de carácter inmunitario y causada por un proceso denominado recambio celular, fluctúa en
brotes de diversa intensidad y puede derivar en un tipo de
artritis conocida como artritis psoriásica.
Entre las
particularidades de la psoriasis se encuentra su amplio abanico de tipologías. De este modo, la dolencia puede aparecer en placas, uñas o gotas; o bien ser inversa, pustulosa o eritrodérmica.
Síntomas de la psoriasis
La aparición de la patología va acompañada de diversas manifestaciones. Es cierto, sin embargo, que
hay cuatro síntomas comunes a todos los casos de psoriasis:
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Piel enrojecida.
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Placas en forma de escama.
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Descamación.
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Inflamación.
Además, la lista de síntomas de la psoriasis se completa con otros como
manchas rojas, piel seca y/o agrietada hasta el punto de sangrar,
afectación en las uñas, picor, ardor o rigidez articular, entre otros.
Tratamiento de la psoriasis
El carácter crónico de la psoriasis hace imprescindible contar con tratamientos que, si bien no consiguen eliminar la enfermedad, puedan aliviar unos síntomas que pueden llegar a afectar a la salud mental de forma indirecta. A la hora de afrontar el
tratamiento de la psoriasis, es importante distinguir entre las
medidas farmacológicas y las
no farmacológicas. En lo relativo al uso de medicamentos, las terapias más utilizadas son:
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Tópicas: Los más frecuentes son los corticoides, con una potencia adaptada a la gravedad de cada caso y de aplicación directa sobre la zona afectada. Pese a su mayor incomodidad, presentan menos efectos secundarios. Retinoides tópicos, inmunomoduladores, productos hidratante, sustancias queratolíticas o incluso derivados de la vitamina D también son utilizados.
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Sistémicas: Son la alternativa más habitual en casos graves. Dentro de este grupo se encuentran la ciclosporina, el metotrexato y el acitretino.
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Biológicas: Son las últimas en incorporarse al abanico de posibilidades terapéuticas en psoriasis. Por el momento están reservadas para los casos graves que no han respondido previamente a tratamiento convencional. Se pueden aplicar de forma subcutánea o bien directamente en la vena (endovenosa), en cuyo caso el proceso se realiza en el hospital.
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Fototerapia: El uso de fototerapia consigue ralentizar el proceso de eliminación de las células muertas, además de incidir positivamente en síntomas como la inflamación. Se necesitan en torno a tres sesiones semanales.
El estilo de vida tiene también una incidencia importante en la evolución de la enfermedad. De este modo, entre las
recomendaciones más frecuentes para evitar brotes de psoriasis se encuentran:
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Evitar el estrés.
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Eliminar el consumo de tabaco y/o alcohol.
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Mantener un peso adecuado llevando un estilo de vida activo y dieta saludable.
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Evitar la exposición directa y prolongada a calefacción y aire acondicionado.
Psoriasis y sus causas
La información actual apunta a un problema de carácter inmunitario como
causa más probable de la aparición de la psoriasis, con un cada vez más aceptado componente hereditario asociado. A ella se suma además el factor ambiental, que también puede contribuir a su aparición. En cuanto a los
desencadenantes de la psoriasis, los más comunes son los siguientes:
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Infecciones bacterianas.
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Climas especialmente fríos y secos.
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Tabaco y alcohol.
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Lesiones en la piel.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.