¿Qué es una lesión por electricidad?
Las
lesiones por electricidad son aquellas que se producen por la exposición directa a la corriente eléctrica. Son relativamente frecuentes, casi siempre se deben a accidentes y, en general, son prevenibles. “Hay que diferenciar entre dos tipos de descargas: artificiales y naturales. En el primer caso se dividen entre doméstica, urbanas e industriales, y en el segundo, se trata de fulguraciones o lesiones por rayo”, explica el intensivista Félix Zubia Olascoaga.
La mayoría de descargas eléctricas son de carácter leve y no revisten gravedad. Sin embargo, cuando producen
quemaduras en la piel hay que tomarlas muy en serio, ya que el daño no se produce únicamente en el lugar del contacto sino que puede afectar a otros tejidos u órganos por el paso de la corriente eléctrica a través del cuerpo. Este tipo de
lesiones abarca desde un discreto enrojecimiento en la zona expuesta a la lesión, hasta una
destrucción masiva de los tejidos o incluso la
muerte fulminante. La totalidad de las lesiones pueden tardar en aparecer hasta 10 días después de que se produjera la quemadura.
Las fuentes que con más frecuencia producen este tipo de lesiones son la doméstica e industrial y la atmosférica (rayo).
Este tipo de lesiones suele afectar principalmente a dos grupos de edad:
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Adultos jóvenes debido a accidentes relacionados con el trabajo (trabajadores de la construcción y electricistas).
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Niños pequeños que chupan y se ponen en la boca los enchufes y los cables de la electricidad.
¿Por qué mecanismos se producen las lesiones?
Las lesiones por electricidad se producen por:
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Efecto directo de la corriente eléctrica en el cuerpo humano, el cual actúa como conductor. Produce contracciones bruscas del sistema músculo-esquelético (como convulsiones epilépticas) y daño en distintos órganos.
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Transformación de la energía eléctrica en calor, produciendo quemaduras.
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Traumatismos y fracturas al ser despedidas las víctimas a distancia.
Tipos de lesión por electricidad
Zubia Olascoaga concreta que las lesiones derivadas del contacto con una corriente eléctrica artificial son las que se producen por un voltaje conocido: “En las de origen doméstico la corriente es alterna, es decir, tiene poco voltaje. Sin embargo, como va y viene continuamente hay más riesgo de quedarnos pegados a esa corriente y la lesión puede ser continuada en el tiempo”.
Por el contrario, en las lesiones por rayo el voltaje concreto no se conoce, mientras que la duración de la exposición es corta. En este sentido, e experto añade: “No existe el riesgo de que la persona afectada se quede pegada a ninguna corriente, pero la fuerza es tan grande que cabe la posibilidad de salir despedido y sufrir alguna lesión por traumatismo”.
¿Qué factores intervienen en el riesgo de lesiones por electricidad?
Las lesiones dependen de:
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Tipo de corriente. Existen dos tipos de corriente, la alterna y la continua o directa. La corriente alterna suele producir más accidentes y es más peligrosa que la continua. En general, la corriente alterna produce espasmos musculares, convulsiones y alteraciones del ritmo cardiaco, no pudiendo separarse la víctima del contacto eléctrico, con el riesgo subsiguiente de perder el miembro con el que sujeta el contacto.
La corriente continua suele producir una contracción muscular única e intensa, que hace que la víctima salga despedida, alejándose del contacto con la corriente. Esto disminuye el tiempo de exposición a la corriente, pero aumenta la probabilidad de sufrir traumatismos.
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Intensidad de la corriente. Es el factor más importante en la producción de las lesiones eléctricas y depende del voltaje de la corriente y de la resistencia de los tejidos.
Las lesiones por electricidad pueden clasificarse en:
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Lesiones de alto voltaje (> 1.000 V)
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Lesiones de bajo voltaje (< 1.000 V)
El voltaje de las líneas de alta tensión es mayor de 100.000 V, mientras que el que llega a las casas es de 220 V (en Europa y Asia) o de 110 V (en América del Norte).
Las lesiones por electricidad son más graves cuantos mayor voltaje tenga la corriente y menor oposición (resistencia) presenten los tejidos atravesados (la piel seca, los huesos y la grasa tienen resistencias altas, mientras que los nervios, los músculos y la sangre tienen menores resistencias). Clínicamente, una corriente con intensidad de 1 miliamperio (mA) es imperceptible para casi todo el mundo, 3 mA producen un ligero cosquilleo, 10 mA producen dolor, y 100 mA a través del corazón pueden causar arritmias muy graves.
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Tiempo de exposición. A mayor duración del paso de la corriente por el cuerpo humano, mayor grado de destrucción de los tejidos.
La fulguración por el rayo constituye un caso especial, es una corriente continua de altísimo voltaje (puede causar descargas de hasta 100.000.000 V) y cortísima duración. La mayor parte de la corriente transcurre por la superficie del cuerpo, siendo solo una pequeña parte la que penetra en el organismo y que es la responsable de la afectación del corazón. Provoca graves daños en los tejidos y alta mortalidad.
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Trayecto de la corriente por el cuerpo humano. Las consecuencias dependen de los órganos del cuerpo que hayan sido atravesados por la corriente. Las alteraciones son más graves cuando la corriente atraviesa el tórax o entra por la cabeza. En general son peores los trayectos horizontales (brazo-brazo) que los verticales (hombro-pierna).
Síntomas de las lesiones eléctricas
Las lesiones por electricidad se diferencian de las
quemaduras térmicas (por calor) en que aunque la extensión de la quemadura sea pequeña, pueden existir
lesiones internas.
Los principales órganos afectados por la electricidad son:
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Piel. La piel es el órgano en el que se producen las lesiones más graves por electricidad, sobre todo cuando está húmeda o mojada. Las lesiones en la piel no deben utilizarse para determinar los daños internos, especialmente con intensidades bajas de corriente (< 1.000 V). Las lesiones típicas son las quemaduras que pueden ser:
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Superficiales. Son las más frecuentes, se producen como resultado del paso de la corriente por la piel o por la propia ropa ardiendo. Pueden ser más graves de lo que aparentan en la superficie y cubrir zonas amplias de músculo y otros tejidos desvitalizados. Las quemaduras en la zona de la boca pueden alterar la dentición definitiva en los niños, así como producir defectos estéticos, especialmente si afectan a la comisura de los labios. Los rayos suelen producir mínimas quemaduras superficiales en la piel en forma de araña.
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Lesiones de entrada y de salida. Se ven como un área de destrucción de tejidos poco aparente al principio, que posteriormente se transforma en zonas carbonizadas, deprimidas, coaguladas e hinchadas.
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“Quemaduras por arco”. Se producen cuando la corriente sigue la superficie de la piel. Estas quemaduras suelen ser muy graves, pero la corriente no atraviesa el cuerpo humano y no produce lesiones internas.
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Corazón. Es muy sensible al paso de la corriente eléctrica. El paso de la corriente a través del corazón puede producir arritmias de diferentes grados de gravedad, afectación del músculo del corazón (poco frecuente) o infarto agudo de miocardio. El rayo produce con frecuencia paro cardiaco.
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Vasos sanguíneos. Los vasos pequeños pueden coagularse por la electricidad; estas lesiones son frecuentes tras la exposición al rayo. También se han descrito trombosis y formación y rotura de aneurismas.
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Respiratorios. Aunque los pulmones no suelen afectarse, se puede producir asfixia por el paso de la corriente a través del cerebro o de los músculos respiratorios.
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Neurológicos. Afectan al Sistema Nervioso Central y a la médula espinal. Pueden producir alteración del estado de conciencia y del comportamiento, debilidad de las extremidades o parálisis, depresión respiratoria, alteraciones de la memoria, convulsiones, hemorragias, cefalea (dolor de cabeza) persistente, alteraciones en la sensibilidad o en la movilidad. Las manifestaciones neurológicas por exposición a voltajes elevados pueden aparecer días o meses después de la lesión. Las lesiones neurológicas debidas al alcance por un rayo incluyen: pupilas fijas y dilatadas o asimétricas (que en este caso no poseen valor diagnóstico ni pronóstico), alteración cerebral, hemorragias intracerebrales, infarto cerebral, roturas de la médula espinal, cataratas, hemorragias oculares, roturas timpánicas, pérdida de audición, vértigo, percepción de sonidos que no proceden del exterior, lesión del nervio facial, etc.
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Músculo-esqueléticos. El trayecto de la corriente produce destrucción muscular y de los tejidos, destrucción de los huesos, fracturas, luxaciones, lesiones vertebrales, etc. También pueden producirse contracciones musculares tetánicas que impiden que el afectado pueda separarse del punto de contacto y que pueden provocar fracturas y luxaciones.
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Digestivas. Vómitos, hemorragia digestiva, úlceras de yeyuno e íleon, perforación intestinal, etc.
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Renales. Insuficiencia renal aguda.
¿Qué hacer después de una descarga eléctrica?
Según Zubia Olascoaga, “la primera medida que hay que tomar es
retirar a la persona afectada de la toma de corriente”. “Si no se puede, hay que retirar la propia toma usando un elemento no conductor para que quien socorre no se electrocute”, añade.
“Es importante tener que cuenta que, en las lesiones por electricidad, siempre va a haber un punto de entrada o contacto y otro de salida o de tierra. En ese trayecto puede haber lesiones añadidas a estas dos que son, incluso, más peligrosas que las quemaduras de entrada y de salida. Como
casi siempre el punto de entrada son las manos, es habitual que la lesión afecte al corazón”, concreta el experto. Normalmente
una arritmia genera dolor en el pecho o en el brazo izquierdo, además de mareos e incluso pérdida de consciencia.
En consecuencia, la valoración de una persona víctima de una descarga eléctrica ha de empezar con el abecé médico: “Comprobando la consciencia, la respiración eficaz y el pulso.
El principal riesgo es que la descarga haya afectado al corazón y genere una parada cardiaca por arritmia, generalmente por fibrilación ventricular. Si se diera ese caso, habría que usar un desfibrilador y hacer la reanimación cardiopulmonar”, indica Zubia Olascoaga.
Tratamiento para las lesiones eléctricas
Primeros auxilios. La primera medida a tomar en el lugar del accidente, es separar a la víctima de la corriente eléctrica con cuidado de no tocar el conductor.
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Accidentes por baja tensión:
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Cortar la corriente eléctrica utilizando guantes de goma o un objeto no conductor de la electricidad (ej. madera, papel de periódico, plástico, cerámica, goma, cartón, telas o cintas aislantes, etc.).
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Evitar separar al accidentado personalmente, especialmente si se está húmedo.
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Si el accidentado está pegado al conductor, se debe cortar el conductor con una herramienta con el mango aislante.
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Accidentes por alta tensión:
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Cortar la subestación correspondiente.
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Prevenir la posible caída si la víctima está en un lugar elevado.
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Separar a la víctima con guantes y calzado aislantes y actuando sobre banqueta aislante.
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Una vez liberada la víctima se debe comenzar inmediatamente con la resucitación cardio-pulmonar hasta que se recupere; se han conseguido reanimaciones tras 4 horas de parada. Si estuviera ardiendo se le debe hacer rodar por el suelo o utilizar mantas.
Traslado urgente al hospital. Durante el traslado se debe controlar la función cardiaca y mantener permeable la vía aérea; también se deben buscar los puntos de entrada y salida de la corriente eléctrica y abrigar al paciente para evitar la
hipotermia.
Tratamiento en el hospital. Los pacientes graves deben ir a la
Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Si las quemaduras son extensas deben tratarse en
Unidades de Quemados.
La exposición a voltajes elevados (> 1.000 V) requiere un control de la función cardiaca durante 12-24 horas, independientemente de que existan síntomas o no.
Tras exposiciones a corrientes de bajo voltaje (< 1.000 V), los pacientes sin sintomatología y con una
exploración física normal pueden ser dados de alta. Los que tienen sintomatología moderada o pequeñas quemaduras, deben permanecer en observación durante unas horas y ser dados de alta citándoles para un seguimiento de sus lesiones.
Tratamiento de las heridas. Sobre las heridas se debe realizar:
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Limpieza quirúrgica.
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Curas tópicas.
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Si se precisase amputar, se debe esperar de 5 a 7 días a que la lesión quede bien definida.
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Cobertura antibiótica.
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Debe administrarse la vacuna antitetánica si el estado vacunal del paciente no es correcto.
Secuelas de electrocutarse: la importancia de la vigilancia
En el caso de que no hubiera una lesión cardiaca tras la descarga, sería necesario comprobar qué lesiones se han producido en el trayecto entre la entrada y la salida: “Es habitual que existan
quemaduras musculares que pueden producir destrucción muscular y
fracaso renal en entre 24 y 48 horas, lo cual se evita con reposición de volumen y alcalinización. Además, es necesario vigilar que no haya
síndrome compartimental en las extremidades en las que se haya producido la lesión”, detalla el médico intensivista.
“También hay que comprobar que no haya lesiones abdominales como
perforaciones intestinales, que pueden aparecer tres o cuatro días después de la descarga. Por eso es fundamental la vigilancia al paciente. Por último, cabe destacar que las quemaduras en los puntos de contacto los trata la cirugía plástica”, concluye Zubia Olascoaga.
Pronóstico
El pronóstico de las lesiones por electricidad depende de los factores de riesgo. El recorrido más peligroso es el que cruza el tórax por la posible afectación del corazón. La duración también es importante; la
contractura tetánica que impide la liberación del accidentado empeora el pronóstico de las quemaduras y de las
lesiones neurológicas.
¿Pueden prevenirse?
En la gran mayoría de las ocasiones estos “accidentes” se pueden evitar. El tratamiento más eficaz y económico sigue siendo la prevención. Algunas normas básicas para el uso correcto de la electricidad son:
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Tapar los enchufes con tapones de plástico si hay niños pequeños en la casa.
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Evitar utilizar utensilios eléctricos (ej. secador de pelo) en el cuarto de baño con las manos húmedas, estando mojado o descalzo.
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No utilizar JAMÁS utensilios eléctricos estando dentro de la bañera.
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No tocar artefactos eléctricos estando descalzos.
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Mantener el cableado eléctrico de la casa en buenas condiciones.
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No sobrecargar los circuitos; no colocar más de un aparato eléctrico en el mismo enchufe.
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No utilizar adaptadores que anulen la descarga a tierra de los enchufes.
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No dejar los cables de los aparatos eléctricos colgando al alcance de los niños.
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Instalar un relé (disyuntor, regulador, distribuidor) que interrumpa el suministro de electricidad ante un cortocircuito.
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En caso de electrocución, desconectar la electricidad y avisar a Urgencias.
Algunas medidas para disminuir el riesgo de fulguración por el rayo son:
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En acampadas, se debe evitar instalar las tiendas de campaña bajo árboles altos, cerca del agua o en la colina más elevada de la zona.
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Si la tormenta estalla estando a la intemperie, se debe buscar refugio en alguna zona cubierta, como dentro del coche. Si no hay ningún lugar disponible, es mejor tumbarse en el suelo de una cuneta o en una arboleda espesa donde no sea probable que el rayo alcance a un solo árbol.
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Evitar el manejo de objetos metálicos o eléctricos que puedan atraer a los rayos.
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Parar el funcionamiento de máquinas a la intemperie.
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Alejarse del agua y de los barcos.
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Meter a los niños en las casas cerrando puertas y ventanas durante las tormentas.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.