El
herpes simple es un virus que produce frecuentemente infecciones de la piel, de las mucosas e infecciones de transmisión sexual y, de forma ocasional, infecciones graves localizadas en diversos órganos como el cerebro, las meninges, el pulmón, el esófago o el hígado. Estas infecciones más graves suelen producirse en personas que tienen las defensas bajas por cualquier motivo.
El virus del herpes zoster es un virus distinto del virus del herpes simple.
¿Cómo se transmite el herpes?
La transmisión del virus del herpes se realiza habitualmente
por contacto, tanto con personas que tienen lesiones ulcerativas típicas de la enfermedad, como con personas que no tienen ningún tipo de lesión visible pero que están infectadas por el virus. En este último caso, las células de sus mucosas (mucosa genital o mucosa oral) pueden estar transmitiendo virus desde su superficie. El contagio puede ser
directo (besos, contagio por vía sexual) o
indirecto, a través de utensilios intermedios (vasos, cuberterías, etc.). Tras el primer contagio pueden o no producirse manifestaciones clínicas, pudiendo quedar el virus latente es decir, como “dormido” en alguna parte del cuerpo y reactivarse en determinadas circunstancias.
Existen
2 tipos de virus de herpes, el virus herpes
tipo 1 y el tipo 2. Ambos virus pueden producir infecciones en cualquier localización. Sin embargo, las reactivaciones del herpes oral son mucho más frecuentes en las personas infectadas por el virus del herpes tipo 1 y las reactivaciones del herpes genital son más frecuentes en las personas infectadas por el virus del herpes tipo 2. Más del 90% de los adultos de la población han tenido contacto con el virus del herpes tipo 1. Por el contrario, tan solo el 20% han tenido contacto con el herpes tipo 2, siendo más frecuente este contacto cuanto mayor haya sido el número de contactos sexuales.
¿Qué síntomas producen las infecciones por herpes?
Los síntomas de la infección por herpes dependen de la localización de la infección, de las defensas de la persona afectada y de la agresividad del virus. Cuando se adquiere la infección por primera vez el tiempo de incubación (desde que se tiene el contacto hasta que aparecen los primeros síntomas si es que aparecen) es de 1 a 26 días (en general de una semana). En esta primera infección puede haber síntomas generales como fiebre, malestar general, dolores musculares, etc. junto a las manifestaciones clínicas locales. Las manifestaciones clínicas pueden ser:
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Herpes oral. Generalmente se produce una infección de las encías (gingivoestomatitis) o de la faringe (faringitis). Las reactivaciones del herpes oral se suelen manifestar como lesiones de herpes en los labios.
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Herpes genital. Produce dolor, escozor y picor en la región genital, junto a aparición de vesículas y úlceras en la zona de la vulva en mujeres, en el glande en varones y en la zona del recto cuando la transmisión es por vía anal. Suele haber ganglios aumentados de tamaño en las ingles.
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Herpes ungueal (uñero herpético, herpes de dedo). Puede ser una complicación de un herpes oral o de uno genital. Se trata de la aparición de lesiones vesiculosas en un dedo junto a dolor e inflamación, pudiendo acompañarse de ganglios en el codo.
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Herpes gladiatorum o lesión herpética de la piel. Se trata de infecciones de la piel por el herpes que pueden extenderse por todo el cuerpo.
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Herpes ocular (queratitis herpética). Es la causa más frecuente de ceguera por opacidad corneal en los países desarrollados. Se presenta como dolor de ojo de inicio rápido, visión borrosa y enrojecimiento conjuntival. Son frecuentes las recurrencias.
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Infecciones del cerebro o las meninges. Se pueden producir en personas con defensas muy bajas. El herpes puede producir:
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Una meningitis, que puede confundirse con una meningitis bacteriana, consistente en fiebre, dolor de cabeza, atontamiento, convulsiones y coma. Suelen ser debidas al herpes de tipo 2, en general después de una infección genital. Posteriormente pueden aparecer meningitis recurrentes. Para su diagnóstico se debe obtener líquido cefalorraquídeo mediante una punción lumbar y demostrar el virus en él.
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Una encefalitis (una infección de cerebro o encéfalo). El virus herpes tipo 1 es el más asociado a encefalitis. Se diagnostica también al detectar al virus en el líquido cefalorraquídeo tras hacer una punción lumbar. A pesar del tratamiento, el porcentaje de pacientes que quedan con secuelas después de una encefalitis herpética es muy alto.
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Infecciones de otros órganos. Se han descrito también infecciones del pulmón, del hígado (hepatitis) y del esófago por virus herpes, en general en personas con defensas muy bajas.
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Infecciones en recién nacidos. La infección por herpes en el recién nacido es una enfermedad muy grave que produce afectación cerebral y pulmonar y una mortalidad superior al 50% si no se pone tratamiento. Generalmente se adquiere en el transcurso de un parto natural por el contacto del recién nacido con las secreciones vaginales de una madre infectada. El riesgo de contagio es mucho mayor si la madre ha sido infectada recientemente.
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Infección en la embarazada. Durante el embarazo, las recurrencias del herpes genital son más frecuentes. Sin embargo, el riesgo para el niño suele ser pequeño, a no ser que el herpes lo haya adquirido la madre por primera vez durante el embarazo. De hecho, en estas circunstancias, puede haber incluso paso de la infección al feto antes del nacimiento, produciendo retraso del crecimiento del feto o nacimiento de un recién nacido prematuro.
¿Cómo se diagnostican estas infecciones?
El diagnóstico de la infección por herpes es en muchas ocasiones clínico, al observar las características lesiones vesiculosas o ulceradas de la enfermedad en la piel o en las mucosas. En otros casos, sobre todo cuando la infección es del cerebro o de otros órganos o cuando no se acompaña de lesiones activas en la piel, el virus puede detectarse mediante técnicas microbiológicas (PCR fundamentalmente), en secreciones, en líquidos o en biopsias en los órganos afectados.
¿Son contagiosas las infecciones por herpes?
Las infecciones por virus herpes simple son contagiosas a partir de las secreciones orales, las secreciones genitales o las propias lesiones vesiculosas o ulceradas de la piel. También se puede contagiar el niño al nacer, mientras atraviesa el canal del parto y, más raramente el feto desde la madre. En función de la localización de la enfermedad y la forma de transmisión se localizará la nueva infección en la persona contagiada.
¿Pueden prevenirse los contagios?
La prevención de las infecciones por virus herpes simple consiste en
evitar la exposición a las secreciones de personas infectadas, evitando el contacto directo (besos, relaciones sexuales no protegidas) o el contacto con instrumentos interpuestos (compartir vasos, cubertería, etc.).
Las personas con infección recurrente por herpes pueden transmitir la enfermedad aunque no tengan lesiones en ese momento, es decir, pueden transmitir la enfermedad por vía sexual aunque en ese momento no tengan
úlceras genitales o manifestaciones clínicas de infección genital. En el caso de que una madre se infecte por herpes por primera vez durante el embarazo está indicado el tratamiento de la madre y del niño una vez nacido. También en recién nacidos de madres con herpes genital recurrente en los que en el momento del parto estén liberando una cantidad importante de virus en sus secreciones vaginales, puede haber indicación de tratamiento en el recién nacido si el parto se realiza por vía vaginal.
No existe vacuna para prevenir el herpes simple.
¿Cuál es el pronóstico de los afectados?
La infección por herpes del recién nacido es grave, pudiendo llevar a la muerte o a dejar secuelas permanentes.
El pronóstico del resto de infecciones por virus herpes simple es variable en función de la localización de la infección y de las defensas de la persona que la adquiere. En general, las infecciones del sistema nervioso central y las infecciones pulmonares son graves. El resto cursa con frecuentes recurrencias que alteran la calidad de vida del paciente que las padece.
¿Cuál es el tratamiento de las infecciones por herpes?
El tratamiento de las infecciones por virus del herpes requiere la utilización de
antivirales que pueden ser administrados por vía tópica (en forma de cremas), vía oral o por vía intravenosa, en función de la localización de la infección, de su gravedad y de si afectan a una persona con defensas bajas o sin alteración en sus defensas.
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En las lesiones de la piel, de los dedos o uñas, pueden utilizarse cremas de antivirales.
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En la queratitis herpética también pueden utilizarse antivirales tópicos aplicados sobre el ojo.
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Las infecciones del sistema nervioso central, meninges, esófago y pulmón, suelen requerir tratamiento intravenoso.
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Dada la escasa transmisión de la infección hacia el feto, no existe indicación generalizada de realizar cesárea en las mujeres embarazadas con herpes genital recurrente, salvo en aquellas que estén liberando una gran cantidad de virus desde sus secreciones vaginales en el momento cercano al parto. En la mujer embarazada que se ha infectado por primera vez por herpes genital sí está indicado el tratamiento para reducir el riesgo de infección del feto, aunque las evidencias en las que se sustenta esta recomendación son escasas. En estos casos también suele tratarse al niño tras el nacimiento.
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El tratamiento específico del herpes genital y del herpes oral se realiza en los capítulos correspondientes.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.