La
hepatitis C es una
inflamación del hígado producida por la infección por el virus de la hepatitis C (VHC). Hasta el descubrimiento del VHC en 1989, a esta enfermedad se la llamaba hepatitis noA-noB. La variabilidad del virus, cuyo material genético está constituido por RNA, es muy elevada y se conocen al menos 6 variantes distintas (genotipos). La identificación del genotipo es importante porque la respuesta al tratamiento de cada uno de ellos es distinta.
¿Cómo se adquiere el virus C?
El virus de la hepatitis C puede entrar en el organismo a través de:
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La sangre. Antiguamente el VHC se podía adquirir por transfusiones de sangre, pero ahora esta vía de transmisión es excepcional porque todas las unidades de sangre destinadas a transfusión se analizan para ver si están infectadas por el virus. Actualmente, los drogadictos que comparten material de venopunción constituyen el principal grupo de riesgo de infección por VHC. También puede haber transmisión nosocomial, es decir, la adquirida en el hospital como consecuencia de exploraciones invasivas, cirugía o seguimiento en unidades de hemodiálisis, y transmisión durante procedimientos odontológicos, en el dentista. Sin embargo, todas estas vías de transmisión son excepcionales.
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Las inyecciones intramusculares han llevado en el pasado a que muchas personas hayan contraído la hepatitis C. Dado que la enfermedad habitualmente no produce síntomas, puede haber muchas personas infectadas sin conocerlo que podrían desarrollar en el futuro una cirrosis o un cáncer de hígado.
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La transmisión de madre a hijo y la transmisión por vía sexual son poco importantes en la transmisión del virus de la hepatitis C (riesgo inferior al 5%), si bien se han producido varios brotes de hepatitis aguda por virus C en varones homosexuales en diferentes partes del mundo.
¿Qué síntomas produce la hepatitis C?
El periodo que transcurre desde el contacto con una persona infectada por el virus de la hepatitis C hasta el inicio de la enfermedad (periodo de incubación) oscila entre 15 y 160 días, generalmente 50 días.
La infección por virus C puede:
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Producir una hepatitis aguda, indistinguible de otras hepatitis agudas pero habitualmente con menos síntomas. De hecho, los casos de hepatitis agudas C con ictericia son muy raros y los casos de hepatitis aguda fulminante por virus C apenas existen.
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Producir una hepatitis crónica, bien después de haber padecido una hepatitis aguda clínicamente manifiesta o, con más frecuencia, en pacientes sin hepatitis aguda previa aparente que sin saberlo han sido infectados en algún momento de su vida, generalmente a edades tempranas. La mayoría de pacientes que tienen una hepatitis aguda por virus C desarrollan posteriormente una hepatitis crónica, entre el 70% y el 85%. Se han descrito factores genéticos en la persona infectada que facilitan el que se desarrolle o no una hepatitis crónica posteriormente. Las manifestaciones clínicas son similares a las de cualquier otra hepatitis crónica.
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Producir una cirrosis. La cirrosis aparece en 1 de cada 5 sujetos infectados después de que pasen al menos entre 10 y 20 años desde la infección.
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Desarrollar un hepatocarcinoma (cáncer de hígado). Es importante señalar que el virus de la hepatitis C es la primera causa de cáncer de hígado en el mundo occidental. Suele asentar sobre un hígado con cirrosis pero excepcionalmente puede aparecer en un hígado no cirrótico. Suelen pasar más de 25 o 30 años tras la infección para que se manifieste.
A pesar de todas estas posibles evoluciones, la hepatitis C no suele tener un mal pronóstico porque su progresión suele ser muy lenta.
¿Cómo se diagnostica la enfermedad?
Los anticuerpo frente al virus de la hepatitis C (anti-VHC) son detectables en la sangre pero no permiten saber si existe o no una infección activa por el virus. La única manera de saberlo es
determinar la presencia del RNA VHC en la sangre, realizando una técnica denominada PCR. Con esta técnica se puede detectar la presencia del virus en la sangre pocos días después de haberlo adquirido y mucho antes de que sean positivos los anticuerpos frente al VHC. La técnica de PCR también es útil para identificar el genotipo del virus. Recientemente se han identificado también variantes de genes humanos (polimorfismos) que se relacionan estrechamente con la probabilidad de curación espontánea de la infección o tras tratamiento antiviral.
¿Puede prevenirse la hepatitis C?
La infección por el virus de la hepatitis C puede prevenirse
evitando conductas de riesgo (no compartir jeringuillas, evitar el contacto con la sangre de otras personas). Los contactos de personas con infección por virus C deben evitar compartir todos aquellos utensilios o instrumentos que puedan contener restos de sangre, como maquinillas de afeitar, peines, cepillos de dientes, cortaúñas, etc. Dado el escaso riesgo de transmisión sexual, no se recomienda la protección mediante métodos de barrera (preservativos) en parejas heterosexuales monógamas en las que uno está infectado por el VHC. Sin embargo, la protección sí se recomienda en las personas con contactos sexuales frecuentes con distintas parejas, en las que tienen enfermedades de transmisión sexual y en los varones homosexuales. No existen recomendaciones especiales para los niños nacidos de madres positivas para el virus.
Es recomendable estudiar la presencia de una posible infección en los siguientes colectivos:
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Drogadictos.
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Infectados por el VIH.
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Pacientes en hemodiálisis.
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Hemofílicos.
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Pacientes con elevación crónica de transaminasas.
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Pacientes que hayan recibido transfusiones o trasplantes antes de 1992.
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Niños nacidos de madres con infección por el virus C.
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Contactos sexuales de personas infectadas por el virus C.
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Personas que hayan tenido contacto con sangre o que han tenido un pinchazo accidental con una aguja utilizada por un sujeto infectado por el virus C.
No se dispone de vacuna frente al VHC. Tampoco se ha demostrado útil la inyección de gammaglobulina en personas que han tenido una exposición reciente al virus.
¿Cuál es el pronóstico de la hepatitis C?
La mayoría de pacientes con infección por virus C o hepatitis aguda por virus C sin tratamiento, evolucionan hacia la cronicidad y desarrollan una hepatitis crónica de intensidad variable que puede evolucionar hacia una cirrosis y complicarse con un hepatocarcinoma.
¿Cuál es su tratamiento?
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Hepatitis aguda. Dada su frecuente evolución hacia la cronicidad, se recomienda el tratamiento con interferón en las hepatitis agudas por VHC. Este tratamiento es muy eficaz y cura la infección en más del 90% de los casos, reduciendo drásticamente la evolución hacia las formas crónicas.
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Hepatitis crónica y cirrosis. El tratamiento de la hepatitis C ha evolucionado mucho en los últimos años y la tasa de curación ha aumentado espectacular y significativamente con la aprobación de los nuevos antivirales administrados por vía oral. El tratamiento antiviral a seleccionar depende del genotipo del virus y de las características del paciente. Los tratamientos actuales no suelen llevar interferón, lo que facilita que puedan tratarse un mayor número de pacientes, incluso aquellos con enfermedad más avanzada (el interferón con frecuencia es mal tolerado y puede producir descenso de las plaquetas y glóbulos blancos, anemia y depresión, por lo que está contraindicado en los enfermos con cirrosis avanzada). Actualmente es posible pensar que a medio plazo podamos asistir a su erradicación.
Otras recomendaciones
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Los pacientes con hepatitis C deben ser vacunados frente al virus de la hepatitis A y de la hepatitis B.
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Los pacientes con hepatitis crónica no deben consumir nada de alcohol dado que el alcohol daña al hígado.
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No existe ningún alimento o dieta que sea especialmente beneficioso o perjudicial en esta enfermedad, si bien es recomendable mantener un peso cercano al ideal para evitar que un exceso de grasa se deposite en el hígado.
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Algunos medicamentos pueden hacer daño al hígado. Otras muchas medicinas son destruidas por este órgano, por lo que si el hígado funciona mal, pueden permanecer más tiempo del deseable en la sangre y producir efectos adversos. Por todo ello, los pacientes con problemas del hígado deben consultar a su médico antes de consumir cualquier medicamento.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.