La fiebre tifoidea es una infección caracterizada por fiebre y dolor abdominal, producida por una bacteria llamada
Salmonella entérica typhy y
partyphi (anteriormente
Salmonella typhi). El único reservorio de
S. typhi es el hombre. Se estima que esta enfermedad causa 21,6 millones de casos al año y unas 160.000 muertes en todo el mundo.
Es una enfermedad poco frecuente en países industrializados. Es más frecuente en países en vías de desarrollo, en áreas sobrepobladas con malas condiciones de higiene. La mayor incidencia se encuentra en Asia central, sur de Asia, sudeste asiático y sur de África. En zonas endémicas,
la fiebre tifoidea es más frecuente en niños y adultos jóvenes que en personas mayores.
En los países industrializados la mayoría de los diagnósticos de fiebre tifoidea (80 %) se realizan en viajeros que han visitado países en donde esta enfermedad es endémica. El mayor riesgo se encuentra en destinos dentro del
Subcontinente Indio.
Muchos de los viajeros que desarrollan fiebre tifoidea no han sido vacunados, a pesar de las recomendaciones existentes.
Se debe sospechar fiebre tifoidea en
pacientes con fiebre que vivan, hayan visitado o viajado a zonas endémicas, especialmente
si la fiebre dura más de tres días y se acompaña de síntomas gastrointestinales.
¿Cómo se produce la infección por fiebre tifoidea?
La infección se suele adquirir tras el
consumo de agua o comida contaminada con S. typhi. A través del intestino, las bacterias se propagan al resto del cuerpo.
También se puede contagiar por el contacto cercano con una persona infectada.
Síntomas de la fiebre tifoidea
Los síntomas de la fiebre tifoidea son
dolor de cabeza, dolor abdominal, fiebre y escalofríos entre los días 5 y 21 tras la ingestión de la bacteria. El antecedente de vacunación no elimina esta posibilidad diagnóstica.
La fiebre va aumentando según progresa la enfermedad, pudiendo alcanzar los 40,5º C. Puede producirse
diarrea profusa (aunque también puede cursar con estreñimiento). Los pacientes pueden presentar una
erupción rosada en tronco y abdomen. Otros síntomas que pueden producirse son: dolor muscular, sudoración, pérdida de apetito, aumento de tamaño de hígado y bazo, agitación, confusión, delirio y fatiga intensa.
Las
complicación más grave de la fiebre tifoidea es el sangrado intestinal (heces con sangre) y la perforación del intestino. Esto puede producir una infección en la cavidad abdominal (peritonitis) o puede pasar al resto del cuerpo a través de la sangre (sepsis).
Algunas personas pueden convertirse en
portadores crónicos de Salmonella, es decir, continúan con la bacteria en su interior incluso después del tratamiento antibiótico. Se considera portador crónico a aquella persona asintomática que continúa eliminando la Salmonella en heces y orina un año después de la infección aguda. Suelen ser mujeres y pacientes con piedras en la vesícula biliar o con alteraciones en el tracto biliar. Estos portadores crónicos transmiten la enfermedad si no se lavan bien las manos después de ir al baño.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de la fiebre tifoidea se realiza mediante el cultivo microbiológico de sangre, heces, orina, piel con erupción, contenido duodenal o médula ósea. Sin embargo, los cultivos no son sensibles e incluso si son positivos, requieren varios días de incubación, por lo que, en muchos casos, se realiza un diagnóstico de presunción en pacientes con fiebre prolongada que no pueda explicarse por otro motivo.
Es por esto por los que se suele iniciar el tratamiento con un antibiótico empírico, esto es, se inicia un tratamiento por probabilidad.
Tratamiento de la fiebre tifoidea
La realización de tratamiento en base a una elevada sospecha de fiebre tifoidea, sin un diagnóstico definitivo, está aceptada debido al riesgo elevado de sufrir secuelas graves si no se trata a tiempo.
El tratamiento de la fiebre tifoidea se ha complicado debido a la aparición de
resistencias a los antibióticos. Así pues, la elección del antibiótico a usar depende de la gravedad de la infección, de las resistencias, de si existe la posibilidad de realizar el tratamiento por vía oral, del contexto clínico y de la disponibilidad de recursos.
Los pacientes en estado grave deben tratarse con
medicación intravenosa.
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Si la infección se ha adquirido fuera de Paquistán (país donde las resistencias a antibióticos son muy elevadas) pueden utilizarse ceftriaxona, cefotaxima o una fluorquinolona.
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Si la infección se ha adquirido en Paquistán, se recomienza iniciar el tratamiento con un carbapenem.
Cuando los síntomas no son de gravedad, se debe elegir el antibiótico en base a la
resistencia a las fluorquinolonas, que es más elevada en el sur de Asia. Cuando no se sospeche la existencia de resistencia a las fluorquinolonas se recomienda comenzar el tratamiento con ciprofloxacino. Si se sospecha la existencia de resistencia a fluorquinolonas se recomienda comenzar con
azitromicina. Una alternativa podría ser la ceftriaxona (excepto para los casos adquiridos en Paquistán).
Los tratamientos iniciados de forma empírica pueden cambiarse cuando se disponga de los resultados del antibiograma. En los pacientes graves, además del tratamiento antibiótico se debe añadir tratamiento con corticoides. La perforación intestinal requiere tratamiento quirúrgico.
En los casos no complicados, la eficacia del tratamiento puede comprobarse por la mejoría sintomática en 3-5 días, desapareciendo la fiebre entre los días 4-6.
Pueden producirse
recaídas en las dos o tres semanas siguientes a la curación. Estas deben tratarse con un nuevo ciclo de antibiótico en función del antibiograma.
Los portadores crónicos de salmonella pueden infectar a otras personas, sobre todo si se dedican a profesiones en las que deban manipular alimentos. En caso de no ser resistentes a fluorquinolonas, deben recibir tratamiento con dicho fármaco durante cuatro semanas.
¿Puede prevenirse?
Sí. Se recomienda la vacunación cuando se vaya a viajar a zonas con fiebre tiroidea. Existen
tres vacunas disponibles, pero ninguna ofrece protección completa y es preciso revacunar si se mantiene el riesgo de exposición.
Es muy importante tomar precauciones en cuanto a la comida y bebida ya que la fiebre tifoidea se transmite a partir de alimentos contaminados. Al viajar a zonas con fiebre tifoidea solo se debe beber agua hervida o embotellada y comer alimentos bien cocidos. Es necesario lavarse las manos antes de comer y se debe evitar comer frutas y verduras crudas.
¿Cuál es su pronóstico?
En general los síntomas suelen mejorar una vez instaurado el tratamiento, aunque pueden producirse recaídas si la infección no ha curado por completo.
Un pequeño porcentaje de pacientes puede fallecer debido a complicaciones.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.