Las carótidas son dos grandes arterias que salen desde la arteria aorta en el pecho y suben por ambos lados del cuello para llevar la sangre hasta el cerebro. Están situadas en la parte delantera del cuello, una a cada lado, y frecuentemente las notamos latir cuando hacemos un esfuerzo. La mayor parte de sangre que llega al cerebro y a la cara lo hace a través de estas arterias.
Una
estenosis carotídea es un
estrechamiento de la arteria carótida como consecuencia de la presencia de arteriosclerosis, es decir de la formación de placas de grasa (placas de ateroma) en el interior de la arteria carótida que la van obstruyendo por dentro progresivamente. En cualquier paciente con estenosis carotídea hay que considerar si ésta es:
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Sintomática: el paciente ha tenido un ictus o un ataque isquémico transitorio (AIT) previamente en el mismo lado del cerebro donde se encuentra la estenosis carotidea.
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Asintomática: el paciente no ha presentado ningún antecedente de ictus o AIT.
Además, es importante determinar el porcentaje de estenosis, es decir, el grado de obstrucción de la arteria, que puede ir del 0% (sin obstrucción) al 100% (totalmente obstruida).
¿Cuáles son las causas de la estenosis carotídea?
Las causas que llevan a la producción de una estenosis carotídea son las mismas que las que favorecen el desarrollo de arteriosclerosis y el resto de enfermedades cardiovasculares, es decir, la
presencia de factores de riesgo cardiovascular, entre los que se encuentran el tabaquismo, la hipertensión arterial, el colesterol elevado, la diabetes y la edad avanzada.
¿Qué síntomas produce la estenosis carotídea?
La estenosis carotídea es asintomática, no produce ningún síntoma. En ocasiones es descubierta casualmente al hacer una exploración física rutinaria y escuchar un soplo al auscultar el cuello.
Sin embargo, las personas con estenosis carotídea tienen un
riesgo muy elevado de presentar un AIT o un ictus, riesgo que aumenta cuanto mayor es el grado de estenosis, es decir el grado de obstrucción. Por este motivo, las estenosis carotídeas suelen diagnosticarse al estudiar las causas de un AIT o un ictus. Se estima que 1 de cada 10 ictus son debidos a la presencia de una estenosis carotídea.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de una estenosis carotídea se suele realizar mediante una
ecografía-doppler de la arteria carótida (dúplex). Una ecografía permite observar si existe estenosis y cuantificar el grado de obstrucción. La obstrucción se puede confirmar mediante una angiorresonancia, la cual también permite ver el recorrido y la forma de la arteria.
¿Puede prevenirse?
La estenosis carotídea puede prevenirse de la misma forma que se previenen las enfermedades cardiovasculares, es decir,
controlando adecuadamente los factores de riesgo, mediante el mantenimiento de un peso adecuado, la realización de una dieta adecuada y ejercicio físico habitual, el abandono del tabaquismo y el tratamiento, si fuera preciso, de la hipertensión arterial, del colesterol elevado y de la diabetes.
Pronóstico
Los pacientes con estenosis carotídea que no son sometidos a cirugía tienen un elevado riesgo de padecer un ictus. Se estima que, por cada año que pase, 13 de cada 100 pacientes con estenosis carotídea sintomática y 2 de cada 100 pacientes con estenosis carotídea asintomática, tendrán un ictus. Además, como cualquier paciente con manifestaciones de arteriosclerosis en un determinado territorio vascular, estos pacientes tienen un riesgo elevado de sufrir complicaciones vasculares en una zona distinta, como por ejemplo un infarto agudo de miocardio.
¿Cuál es el tratamiento de la estenosis carotídea?
Todo paciente con estenosis carotídea debe recibir
tratamiento enérgico para controlar sus factores de riesgo cardiovascular, es decir, bajar su colesterol-LDL (malo) por debajo de 70 mg/dL con estatinas, controlar su presión arterial, controlar el azúcar si es diabético y abandonar el tabaquismo. Además debería realizar una dieta para prevenir las enfermedades cardiovasculares ajustada para llevar su peso al ideal, ejercicio físico diario y debería tomar una aspirina cada día. Estas acciones no solo retrasan la progresión de la obstrucción carotídea sino que reducen la posibilidad de presentar un AIT, un ictus, una angina de pecho o un infarto de miocardio.
El tratamiento específico de la obstrucción depende de si la estenosis carotídea es o no sintomática y del grado de la obstrucción. Las obstrucciones completas (del 100%) no precisan operación.
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Estenosis sintomática. Es decir detección de una estenosis carotídea en un paciente que ha tenido un AIT o un ictus del mismo lado de la obstrucción. Siempre se recomienda cirugía cuando la obstrucción es igual o mayor al 70% y menor o igual al 99%. Se recomienda una endarterectomía (intervención quirúrgica para quitar la placa que obstruye la arteria) o la colocación de un stent en el interior de la carótida. En varones y en personas de edad avanzada (en quienes el riesgo de ictus es muy superior) el beneficio es mayor cuanto antes se realice la intervención.
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Estenosis asintomática. Si bien estudios antiguos habían demostrado que realizar una endarterectomía (intervención quirúrgica para quitar la placa que obstruye la arteria) era beneficioso con obstrucciones iguales o superiores al 60% y menores o iguales al 99%, la disponibilidad de medicamentos que controlan muy bien los factores de riesgo cardiovascular pone actualmente en duda el beneficio de operar a estas personas. En general la decisión depende de la experiencia del equipo quirúrgico, del grado de estenosis (mayor indicación para operar cuanto más grave sea ésta), la presencia de otras enfermedades en el paciente y la decisión del propio paciente.
Existen 2 tipos de tratamientos posibles:
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Endarterectomía. Consiste en abrir el cuello, abrir la arteria y limpiar su interior. Es una intervención importante que se realiza con anestesia general.
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Colocación de un stent en el interior de la arteria carótida. Consiste en realizar un cateterismo y colocar un stent en el interior de la arteria obstruida. No precisa anestesia general, aunque precisa anestesia local.
Es posible que ambos tratamientos sean similares en cuanto al pronóstico, si bien actualmente la colocación de stent se limita a pacientes con riesgo quirúrgico elevado o que tienen dificultades en la anatomía del cuello que recomiendan no operar.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.