Una
demencia es una
pérdida, generalmente progresiva, de las capacidades y habilidades intelectuales de una persona (función cognitiva), lo que le impide realizar normalmente las actividades habituales de su vida diaria. En la demencia se
afectan preferentemente la memoria, la capacidad de juicio y/o la capacidad para controlar las emociones. El paciente con demencia puede darse cuenta o no de la situación que está viviendo.
Existen múltiples tipos de demencia, algunas de causa conocida y otras de causa desconocida, algunas reversibles y, la mayoría irreversibles. La capacidad cognitiva que se altera con más frecuencia es la memoria, si bien pueden afectarse también el lenguaje, la capacidad de cálculo, la capacidad de juicio, la capacidad para resolver problemas y las habilidades de destreza y movilidad. Estas alteraciones llevan a dificultades de relación y a problemas psiquiátricos que conllevan estados de
depresión, cambios en el estado de ánimo, agitación, desinhibición, alucinaciones e insomnio.
A partir de los 50 años puede haber una pérdida moderada de la memoria que es intrascendente para realizar una vida normal y que se manifiesta con olvidos frecuentes. En el momento en que estas alteraciones interfieren en el normal funcionamiento diario se considera un deterioro cognitivo leve, el cual se asocia al riesgo futuro de desarrollar una demencia, fundamentalmente una
enfermedad de Alzheimer.
Causas de la demencia
Los motivos que llevan a una demencia o deterioro cognitivo son la
pérdida de neuronas y/o de las conexiones entre ellas. El factor que más se relaciona con el desarrollo de demencia es, indudablemente, la edad.
Las causas más frecuentes de demencia son:
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Enfermedad de Alzheimer. Representa más de la mitad del total de los casos de demencia en los países industrializados.
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Demencia de origen vascular. Por falta de riego, generalmente en personas con antecedentes de ictus.
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Enfermedad de Parkinson.
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Alcoholismo.
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Algunas demencias por medicamentos o drogas.
Otras formas de demencia mas infrecuentes incluyen los
déficits de vitaminas, las enfermedades endocrinológicas
(hipotiroidismo), las infecciones
(sífilis, SIDA, enfermedad de las vacas locas), las enfermedades crónicas
(insuficiencia renal o hepática), las debidas a tóxicos
(intoxicaciones crónicas), los traumatismos u otro tipo de daño cerebral
(hematoma cerebral, hidrocefalia), las causas psiquiátricas
(esquizofrenia, depresión), las enfermedades degenerativas
(esclerosis múltiple, enfermedad de Huntington) y otras muchas causas aún mas infrecuentes.
¿Qué síntomas produce la enfermedad?
Los síntomas de las demencias pueden ser más o menos intensos y pueden afectar una o varias de las áreas del conocimiento. Entre ellos se encuentran:
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La pérdida de memoria. En general es una pérdida de memoria progresiva, a lo largo de varios años, llevando a no recordar hechos del pasado inmediato o distante o a no reconocer a las personas de su entorno o familia.
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La dificultad para la resolución de problemas simples o para realizar tareas cotidianas. Por ejemplo contar o manejar el dinero, comprar, conducir, seguir unas instrucciones.
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Alteraciones en la capacidad de juicio.
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Dificultades en la marcha o en la capacidad manual (No saben vestirse o se ponen prendas equivocadas).
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Dificultades en el lenguaje (no encuentran las palabras adecuadas o las sustituyen por otras).
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Dificultades en su capacidad de orientación (pueden perderse en la calle o en la casa).
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Alteraciones en el comportamiento como apatía, agitación, agresividad, insomnio, etc.
Estos síntomas se manifiestan más o menos en las personas en función del tipo específico de demencia.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de las demencias más importantes se realiza por exclusión dado que
no existe ninguna prueba que diagnostique inequívocamente la enfermedad. Sin embargo es fundamental saber si el paciente tiene o no una forma de demencia potencialmente tratable, por lo que es importante descartar las demencias que tienen un posible tratamiento.
En estos pacientes debe evaluarse la presencia de otras enfermedades frecuentemente asociadas que pueden mejorar con un tratamiento concreto como la depresión.
Además, deben identificarse los síntomas potencialmente tratables, como la agitación, el insomnio, etc.
Para establecer un diagnóstico es necesario realizar una serie de pruebas, como una historia clínica y exploración física completas,
análisis de sangre que incluyan, además de los análisis básicos, la concentración de determinadas vitaminas en sangre, el funcionamiento del tiroides, y la posible infección por VIH o por sífilis. Además se debe solicitar un
TAC o un RMN cerebrales. En situaciones concretas puede ser necesario realizar otras pruebas como una
punción lumbar, búsqueda de tóxicos en sangre, orina o cabello si se sospecha una intoxicación, un
electroencefalograma, una
PET o SPECT cerebrales o incluso una biopsia cerebral.
Para conocer el alcance del deterioro se deben realizar también pruebas que permitirán conocer, en el futuro, la velocidad de progresión de la enfermedad. La prueba más utilizada es el
mini-mental test.
¿Cuál es el pronóstico de los afectados?
El pronóstico varía en función de la causa de la demencia.
¿Se puede prevenir?
Algunas formas de demencia pueden prevenirse, sobre todo las demencias vasculares si se controlan adecuadamente los factores de riesgo cardiovascular como la hipercolesterolemia, la hipertensión arterial y el tabaquismo.
Para prevenir globalmente el desarrollo de una demencia se recomienda seguir una
dieta sana, rica en frutas, cereales y verduras y pobre en grasas de origen animal,
abandonar el consumo de tabaco, realizar ejercicio físico regular y
mantenerse intelectualmente activo, participando en reuniones sociales y realizando actividades que exijan cierto grado de actividad mental.
¿Son hereditarias?
En general las demencias no tienen un patrón hereditario salvo enfermedades muy concretas, como una forma especial de enfermedad de Alzheimer hereditaria, la
enfermedad de Huntington, etc.
Tratamiento de las demencias
El tratamiento difiere en función de la causa de la demencia. Además del tratamiento específico (si existiera), se debe realizar un tratamiento adecuado de los factores asociados, como la depresión, la agitación, el insomnio, etc.
Otras recomendaciones para pacientes con demencia
En estos pacientes, sus limitaciones para conducir son muchas veces difíciles de establecer. Con un informe favorable del psicólogo o del psiquiatra, el periodo de vigencia del
carnet de conducir puede prolongarse durante un año, siempre que no se trate de una actividad profesional.
Algunas medicaciones pueden tener un efecto mayor del esperado en estos pacientes, produciéndoles una agitación exagerada o, por el contrario, una somnolencia exagerada.
El consumo de alcohol debe limitarse dado que puede reducir su grado de atención.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.