Las visitas regulares al ginecólogo son importantes para asegurar la salud de la madre y del bebé y certificar que el embarazo transcurre correctamente. Además de la atención médica, las visitas prenatales incluyen educación para el embarazo y el parto así como asesoramiento y apoyo. Mediante la atención prenatal se:
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Determina la fecha probable de parto.
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Supervisa la salud materna para detectar complicaciones.
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Supervisa la salud del bebé para comprobar que se está desarrollando correctamente.
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Instruye a la madre sobre el embarazo y el parto.
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Realizan pruebas médicas para determinar la salud materno-fetal.
¿Cómo será la primera consulta prenatal?
La primera visita prenatal se debe concertar desde el momento en que se sospeche que se puede estar embarazada. La mayoría de las pruebas de embarazo caseras pueden detectar la gestación desde la primera semana de retraso menstrual. Si el resultado es negativo o débilmente positivo conviene esperar una semana y repetir la prueba.
El mejor momento para la primera visita al ginecólogo es a la
sexta semana de embarazo contando desde la última menstruación. Si la primera visita se realiza antes de esta fecha, el embrión será demasiado pequeño para obtener información útil mediante la ecografía, y tampoco se podrá detectar el latido fetal.
En la primera visita se confirma el embarazo y se determina el estado de salud de la madre. Esta visita suele ser algo más larga que las siguientes, y en ella el ginecólogo:
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Determina la fecha probable de parto; para ello debe conocer la fecha del primer día de la última menstruación. Le preguntará sobre sus menstruaciones y cuándo tuvo su primera regla.
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Realiza la historia clínica de la futura madre. Le preguntará sobre embarazos previos, cirugías, enfermedades y exposición a enfermedades contagiosas. También preguntará sobre tratamientos médicos, medicinas y suplementos nutricionales que se hayan tomado desde la última menstruación. También si fuma, si bebe alcohol o toma drogas o si ha estado expuesta a productos tóxicos.
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Investiga el historial médico de otros miembros de la familia para saber si existen enfermedades crónicas o defectos genéticos en cualquiera de las dos ramas familiares ya que muchos problemas de salud son hereditarios y, cuanto más conozca del historial, mejor podrá planificar el cuidado del embarazo.
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Determina si existen factores de riesgo para la gestación en base a la edad, la historia clínica y los antecedentes familiares.
En esta visita, el ginecólogo realiza algunas pruebas que incluyen:
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Examen físico completo. Se pesa a la embarazada y se le determina la tensión arterial. También se exploran las mamas y se auscultan el corazón y los pulmones.
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Examen ginecológico. Se realiza una prueba (test de Papanicolau) tomando una muestra de células del cuello del útero con un bastoncillo de algodón (hisopo) para saber si hay células anormales que podrían indicar la existencia de un cáncer de cuello de útero y para la detección de enfermedades de transmisión sexual. También se explora el interior de la vagina con los dedos para determinar el tamaño del útero y de la pelvis.
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Doppler. Mediante este instrumento se escucha el latido del corazón del bebé. El doppler no suele detectar el latido fetal antes de la semana 10 del embarazo.
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Ecografía. Se puede realizar una ecografía para verificar el tiempo de embarazo transcurrido y comprobar la frecuencia del ritmo cardiaco.
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Análisis de sangre y de orina. En los análisis de sangre se solicitará un contaje hematológico (para detectar posibles anomalías en la sangre y anemias), pruebas para detectar VIH, sífilis, rubéola, varicela, toxoplasma, hepatitis B, hepatitis C, grupo sanguíneo y Rh de los padres y determinaciones para identificar si existen defensas maternas frente a enfermedades de mucho riesgo, sobre todo si se contraen al inicio del embarazo. El análisis de orina se realiza para descartar enfermedades del riñón o del tracto urinario, infecciones de la vejiga, diabetes gestacional, preeclampsia, etc.
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En función de la historia médica familiar pueden solicitarse pruebas genéticas. Estos estudios pueden dar información sobre el riesgo de síndrome de Down y otros problemas genéticos y defectos del nacimiento.
El ginecólogo aconsejará a la futura madre sobre la nutrición durante el embarazo. También le informará sobre la ganancia de peso que se considera normal, así como de los síntomas más comunes al comienzo del embarazo.
Informará sobre los peligros de fumar, beber alcohol y tomar drogas o algunas medicaciones. También sobre la actividad física a realizar (ejercicio, viajes, trabajo, relaciones sexuales…) y sobre las vacunas durante el embarazo.
Hay que tener en cuenta que, en muchas ocasiones, la primera visita no es tan completa como la anteriormente expuesta. No obstante es muy importante informar al ginecólogo de todas las preocupaciones y consultarle todas las dudas.
¿Cómo serán el resto de visitas al ginecólogo?
En el resto de visitas prenatales,
el ginecólogo continuará controlando el transcurso del embarazo, el estado general de la madre, el peso y la tensión arterial (la tensión arterial alta puede producir problemas en el embarazo, entre ellos un padecimiento grave llamado preeclampsia). A partir de la semana 20, en cada visita se escuchan los latidos del corazón del bebé.
También se determinará el tamaño del útero y se revisará la posición del bebé en el mismo. Durante el tercer trimestre de la gestación, el ginecólogo o la comadrona verificarán la posición del bebé en cada consulta para saber qué parte del bebé está más cerca de la vagina (la cabeza o las nalgas).
¿Qué otras pruebas forman parte de la atención prenatal?
Durante el embarazo se solicitan determinadas pruebas. Unas son de rutina y se les realizan a todas las mujeres embarazadas, y otras se realizan de forma opcional.
Estas pruebas pueden incluir:
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Prueba de O’Sullivan. Sirve para detectar la posibilidad de una diabetes gestacional (el desarrollo de diabetes durante el embarazo). Consiste en beber una bebida muy azucarada y realizarse un análisis de sangre minutos u horas después. Se realiza durante el segundo trimestre de la gestación, entre las semanas 24 y 28.
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Análisis de sangre para determinar si existe anemia y para detectar infecciones que podrían contagiarse al bebé y ocasionarle daños como son la rubéola, la varicela, la hepatitis B, hepatitis C, la sífilis, la toxoplasmosis, etc.
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Ecografías. Mediante la ecografía se puede observar el desarrollo del bebé y su entorno (los líquidos y la placenta). Puede realizarse por vía vaginal y/o abdominal según el momento del embarazo y otras condiciones. No causa ningún daño al feto y permite detectar posibles malformaciones fetales, aunque los resultados ecográficos normales no garantizan que el niño vaya a nacer sin alteraciones. En los embarazos normales se suelen realizar 3 ecografías (entre las semanas 11-14, 20-22 y 32-36). No obstante, son el ginecólogo y el ecografista los que deciden el número de ecografías a realizar en función de las condiciones de cada embarazo.
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Pruebas de rastreo o cribado para confirmar si existen defectos genéticos o malformaciones del bebé (test combinado o Triple o Cuádruple screening). Mediante la ecografía y diversos análisis de sangre realizados a la madre, se puede sospechar la presencia de un niño con síndrome de Down.
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Pruebas confirmatorias. En función de los resultados de las pruebas de rastreo o en otras circunstancias, las mujeres podrán optar a realizarse (amniocentesis, biopsia de las vellosidades coriónicas).
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Si el grupo sanguíneo de la madre es Rh negativo y el del padre Rh positivo, puede ser necesario administrar una inyección de inmunoglobulinas.
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Pruebas de flujo vaginal para saber si hay alguna infección.
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Hacia el final del embarazo se realiza una prueba en vagina y ano para la detección de una bacteria llamada Estreptococo del grupo B, cuya presencia obliga a administrar antibiótico durante el parto para evitar que el bebé se infecte.
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Al final del embarazo y de forma opcional a partir de la semana 40, puede ser necesario realizar una monitorización fetal para valorar el bienestar del feto.
¿Con qué frecuencia se debe acudir a la consulta de atención prenatal?
Existen pocos datos que permitan asegurar cual es el número ideal de visitas prenatales;
en España se suele acudir a la consulta de atención prenatal cada 4 semanas hasta alrededor de las 36 semanas de embarazo y después se aumente la frecuencia (cada semana o cada 2 semanas) hasta el parto.
Las mujeres con problemas de salud pueden precisar visitas más frecuentes. También pueden requerir la realización de más pruebas que las anteriormente expuestas para el correcto seguimiento del embarazo.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.