¿Qué es el bruxismo?
El bruxismo es una patología asociada en la mayoría de los casos al estrés y la ansiedad que se define por el
acto involuntario de apretar, rechinar o hacer crujir los dientes. Se trata de una
disfunción de la articulación temporo-mandibular, aquella que permite masticar, tragar y hablar y que permite que movamos la mandíbula. Esta articulación se altera y daña la estructura muscular de la boca y los dientes provocando molestias en los casos leves que pueden derivar en problemas graves de salud si no recibe el tratamiento adecuado.
Tipos de bruxismo
El bruxismo se clasifica según el momento del día y el estado de consciencia en el que ocurre con mayor frecuencia, así como según su intensidad y si se rechinan o aprietan los dientes:
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Bruxismo diurno: este tipo de bruxismo se asocia generalmente a estímulos externos y ambientales que provocan tensión o estrés en el individuo que responde forzando la mandíbula y apretando los dientes.
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Bruxismo nocturno, del sueño o de vigilia: igualmente de forma involuntaria, la persona afectada por bruxismo nocturno o del sueño rechina o hace crujir los dientes mientras duerme debido a una disfunción central neuromotora que provoca movimientos mandibulares sin control sobre su ritmo, frecuencia o intensidad.
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Bruxismo céntrico: es el que se relaciona con apretar los dientes. Los premolares suelen ser las piezas dentales más dañadas.
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Bruxismo excéntrico: el relacionado con frotar o rechinar los dientes. Afecta más a los dientes incisivos.
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Bruxismo grado 1: es un trastorno incipiente, no agresivo que se presenta en situaciones concretas y que puede ser tratado y que desaparezca de forma total en el paciente.
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Bruxismo grado 2: en este grado la ansiedad ya juega un papel determinante y suele considerarse que el hábito está establecido, aunque el bruxismo se manifiesta de forma inconsciente y desaparece cuando el paciente es consciente de que lo está haciendo. En este grado ya pueden presentarse lesiones considerables en la boca y en la cara, aunque puede revertirse si existe un tratamiento integral de la patología y todos los factores implicados.
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Bruxismo grado 3: cuando no se logra controlar el bruxismo en grado 2 es común que se pase a este nuevo estadio en el que el bruxismo ya es un hábito fuertemente implantado y difícil de corregir. Ya se trata de un problema en el que el paciente es consciente de cuándo lo hace pero no puede frenarlo. Las lesiones en la estructura dentofacial ya son de significativa magnitud y en algunos casos irreversibles.
Síntomas derivados del bruxismo
Los síntomas son múltiples y su gravedad depende del tipo de bruxismo y la intensidad del trastorno. Entre los posibles síntomas del bruxismo destacan los siguientes:
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Dolor de cabeza, cefalea.
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Dolor en la sien.
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Migraña.
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Dolor sinusal.
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Dolor al tocar el pelo o el cuero cabelludo.
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Dolor o incomodidad al masticar.
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Limitación a la hora de abrir la boca.
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Desviación de la mandíbula o incapacidad para abrirla suavemente.
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Dolor en la mandíbula.
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Dolor o movilidad en los dientes.
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Rigidez en el cuello.
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Dolor cervical.
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Dolor en hombro o espalda.
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Brazo o manos entumecidas.
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Dolor detrás de los ojos.
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Enrojecimiento ocular.
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Fotosensibilidad.
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Silbidos, pitidos zumbidos en el oído.
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Pérdida de audición.
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Vértigos o mareos.
Origen y prevalencia del bruxismo
Hay varios factores que pueden influir en la aparición del bruxismo y su agravamiento en determinadas circunstancias.
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Factores ambientales/psicológicos: estrés, ansiedad, angustia, nerviosismo, alteraciones del estado de ánimo, etc.
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Genética: Los estudios no apuntan a que sea un factor determinante, pero sí se ha sugerido una posible contribución genética al bruxismo asociada a la liberación de catecolaminas o neurotransmisores debido a la expresión de ciertos genes que afectan a funciones cognitivas o del comportamiento derivando en, por ejemplo, estrés o ansiedad.
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Medicamentos: se ha asociado el consumo de algunos antidepresivos, especialmente anticonvulsivos, pueden aumentar las posibilidades de sufrir bruxismo.
Sobre la prevalencia, se calcula que
afecta a entre un 10 y un 20 por ciento de la población general, tanto a niños como a adultos, sin distinción de género. La edad más frecuente de inicio oscila entre los 17 y los 20 años y después de los 40 años es la edad más frecuente en la que el bruxismo desaparece de forma espontánea, aunque puede hacerlo antes.
¿Qué tratamiento hay para el bruxismo?
Una vez un especialista en odontología ha diagnosticado un trastorno de bruxismo en el paciente, existen cuatro tipos de tratamientos que se han demostrado eficaces en corregir el bruxismo o en paliar sus síntomas más molestos.
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Medicación: Analgésicos o antiinflamatorios para reducir las molestias y la inflamación propias de esta patología.
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Férulas: También enfocado a tratar los síntomas y no la causa del bruxismo, las férulas de descarga que evitan el contacto brusco entre los dientes y también corregir la apertura de la boca y “centrar” la mordida para evitar los síntomas asociados.
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Fisioterapia: Existen diferentes técnicas como la cinesioterapia, la mecanoterapia, la masoterapia o la electroterapia que podrían ser útiles para reducir el impacto del bruxismo en la calidad de vida del paciente. Con la cinesioterapia, por ejemplo, se conserva y aumenta la amplitud del movimiento articular para corregir ciertas posturas que favorecen el bruxismo. Por su parte, la electroterapia, mediante ondas electromagnéticas favorece la relajación muscular y disminuye la inflamación de la mandíbula.
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Hábitos saludables: Los odontólogos también recomiendan encarecidamente realizar ejercicio físico regular, hacer ejercicios de corrección postural, evitar la vida sedentaria y abandonar el consumo de alcohol, tabaco y bebidas con mucha cafeína o derivados para mejorar los síntomas y causas del bruxismo.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.