Diccionario de enfermedades

Antihistamínicos

¿Qué son los antihistamínicos y para qué se usan?

¿Qué son los antihistamínicos?


Los antihistamínicos son los más fármacos más utilizados para tratar enfermedades alérgicas. Son un grupo de medicamentos que inhibin los efectos de la histamina, una sustancia química que se encuentra en tejidos del organismo. Se fabrican y almacenan en células especializadas conocidas como mastocitos y también en un tipo de glóbulos blancos, llamados basófilos.

Esta sustancia química forma parte de un gran número de procesos fisiológicos: reacciones alérgicas, secreción ácida del estómago y también a nivel del sistema nervioso central (SNC), pues determina en gran medida la sensación de hambre y los ritmos de sueño-vigilia.

La histamina actúa a través de varios tipos de receptores: H1, H2, H3 y H4 y los antihistamínicos propiamente dicho son los que inhiben de manera específica los primeros. Sin embargo, también hay inhibidores para los demás receptores: para los H2 impide la secreción ácida del estómago y se suele emplear para las úlceras, por ejemplo. Actualmente, se están desarrollando antihistamínicos para H3 y H4.


Clase de antihistamínicos


Actualmente, son alrededor de 50 los antihistamínicos comercializados. Habitualmente, se clasifican en media docena de grupos químicos, pero desde el punto de vista clínico se hace distinción entre dos: antihistamínicos clásicos o de primera generación, y antihistamínicos no sedantes o de segunda generación.

El primer grupo se caracterizan por penetrar bien en el sistema nervioso central y por ser poco selectivos en sus acciones. Causan efectos secundarios como sedación o somnolencia, entre otros.  Es común su uso en las rinoconjuntivitis alérgicas, las urticarias, el control del picor, la tos catarral o las náuseas, entre otras indicaciones. Además, sus efectos anticolinérgicos conllevan que se emplee también con otros fines terapéuticos como la inhibición del mareo y el vómito, entre otras cuestiones.

Los antihistamínicos no sedantes o de segunda generación provienen la mayor parte de derivados o análogos de los de primera generación. En esta ocasión, su acción es más selectiva y se distribuye menos en el sistema nervioso central. Como en la ocasión anterior, también son usados - y además suele ser la primera elección - para tratar la rinoconjuntivitis alérgica y en urticaria.

Entre ambos grupos existen, además, otras diferencias. Mientras que el primer conjunto sí que sirve para frenar el mareo, este último no se utiliza ni para tratar ni prevenirlo. Además, la primera opción permite, en algunos casos, su aplicación por vía intramuscular o intravenosa, mientras que el segundo, por ahora, carece de esta opción.


Consumo de antihistamínicos


Estos fármacos pueden suministrarse por varias vías: desde la oral, en formato de comprimidos, gotas o jarabes; hasta por la vía tópica, es decir, en formato de cremas, colirios o nebulizadores nasales.

Además, alguno de los antihistamínicos clásicos también pueden ser administrados por vía parenteral, es decir, por medio intramuscular o intravenosa, opción utilizada principalmente en los centros de atención sanitaria.


¿Qué es una alergia?


Las alergias son respuestas anormales del organismo ante algunas sustancias que están presentes en la naturaleza o a sustancias artificiales, llamadas alérgenos, que por lo general no son perjudiciales. Se manifiesta clínicamente de formas muy dispares. Las más frecuentes son:

  • Faringitis: tos y molestias en la garganta.
  • Asma: tos, ruidos en el pecho y dificultad para respirar.
  • Conjuntivitis: picor y enrojecimiento de los ojos.
  • Rinitis: picor de nariz y moqueo.
  • Lesiones de piel como dermatitis atópica o la urticaria.
  • Diversas manifestaciones digestivas, como vómitos, dolor abdominal o diarrea.
  • Presencia de colapso circulatorio, que puede llevar a la muerte. Se le denomina shock anafiláctico y es la forma más grave de enfermedad.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.